ELECCIONES 26-J: ¿SEGUNDA VUELTA?
Ya sabemos que nuestro ordenamiento no contiene la
posibilidad de una segunda vuelta en las Elecciones Generales en el caso de que
la primera no haya permitido culminar el proceso con la elección de un
Presidente de Gobierno. Lo que tendrá lugar el 26-J, por tanto, no será una
segunda vuelta sino unas nuevas Elecciones. Es por eso que, una vez aprendida
la lección, todos los líderes van a afrontar las nuevas Elecciones con otras
previsiones e intenciones.
Nada más conocer los resultados del 20D me atreví a
pronosticar que los comicios se iban a repetir, pero no lo hice por inspiración
divina, ni siquiera por olfato más avispado de lo normal, más bien lo hice
porque la voracidad con que las fuerzas emergentes (C´s y Podemos) acudían a la
cita anunciaban una debacle. No solo querían ganar, lo cual es muy legítimo,
sino que querían arrasar el campo dejándolo como un erial donde no cupiera ni
una sola semilla de “lo viejo”. Ellos eran “lo nuevo”, lo inmaculado, hasta que
se ha ido destapando el pastel y sus dirigentes han sido vistos en viejas
listas de los partidos de la “casta” que ahora abominan. Igualmente algunos
dirigentes de las nuevas formaciones han aparecido protagonizando corruptelas
(es difícil llegar a corrupciones en las vidas cotidianas) o comportamientos
irregulares o ilegales en los ámbitos en que se han desenvuelto antes de llegar
a la Política activa. Lo cierto es que se ha producido lo que presagié en
Diciembre.
Al grito del Rey (“¡Austeridad!”) han respondido todos
mostrando un exceso de responsabilidad que no han mostrado mientras negociaban
para la formación del Gobierno. Los líderes han inventado la cuadratura del
círculo, y algo tan natural en Democracia como es elegir en las urnas se ha
convertido en una especie de lastre. Quienes se han mostrado tan intransigentes
para pactar entre ellos no han parado de transigir en los métodos y formas en
cuanto el Rey se lo ha pedido tan vagamente. Hay quien ha dicho que la campaña
ha de ser más corta, que la propaganda electoral debe restringirse en el tiempo
y en los elementos, que es preciso ahorrar en papel poniendo todas las listas
en un mismo soporte, hay quien incluso ha calculado en números lo que todo ello
supone de ahorro a las arcas del Estado…Todos quieren ser austeros y gastar
poco. Después de haberse comportado como chiquillos los líderes creen que los
ciudadanos ya tienen bastantes datos como para ir a votar y volver a sus casas
a esperar los acontecimientos.
Pero ese comportamiento de los líderes, sobre todo de
algunos-, tiene algo de tocomocho, de fraude. Bien saben ellos que no se trata
de una segunda vuelta, sino de unas nuevas Elecciones, por eso han empezado a
mover sus antiguas estrategias y preparar “sorpassos” a tutiplén. La
confluencia entre Podemos e IU, que ya parece reconducida, llega después de que
en la campaña anterior al 20D Pablo Iglesias tildara a Alberto Garzón de
“cenizo” o “pitufo gruñón”, que en el mundo de las Política son insultos mucho
más peligrosos y despectivos que “hijo de mala madre”. Pero este solo es uno de
los riesgos de nuestro sistema electoral, que no previó que pudieran llegar
tiempos como el actual en que un oportunista soberbio fuera capaz de usar la
democracia con intenciones tan mezquinas.
No solo llegaremos al 26-J con este nuevo panorama, nos
esperan otras posibles sorpresas, que pueden resultar menos sorprendentes de lo
que parecen. Llegados a estos nuevos comicios ni las líneas rojas ni los vetos
sirven ya, por eso la contundente frase del líder socialista (“No vamos a
pactar con el PP”), amparándose en el razonamiento (“Ser socialista es una
forma de ser y entender la vida radicalmente distinta que la que representa el
PP”), me parece gratuita e innecesaria, máxime teniendo en cuenta la escasa
vergüenza del líder de Podemos que ya ha ofrecido ministerios al PSOE después
de las Elecciones del 26-J. Con el “sorpasso” al PSOE en camino, la afirmación
de su líder es demasiado osada. Es evidente que Pablo Iglesias no se hace
partícipe del fracaso generalizado de los líderes políticos (por cierto un fracaso
en buena parte motivado en que el acudía a las reuniones con quienes querían
los acuerdos con dinamita en lugar de acudir con propuestas, razones y buenas
intenciones), lo que convierte su promesa de amistad con el PSOE en los
prolegómenos de una más que probable traición.
De modo que el PSOE debe seguir siendo el partido responsable
que siempre ha sido. Con el PP no es bueno pactar, no, pero con Podemos
tampoco, salvo que Pablo Iglesias el Todopoderoso abandone su púlpito, se
civilice y se democratice.
FDO. JOSU MONTALBAN