¿SOLO AUSTERIDAD?
Cuando el Jefe del Estado, -y Rey de España-, se ha visto
obligado a convocar Elecciones para el 26 de Junio ha pedido a los líderes
políticos “austeridad”. Está bien la petición del monarca, aunque no sé cuáles
son los motivos que han empujado al Rey a hablar sólo de eso. Da la impresión
de que lo económico es lo único importante, pero lo realmente esencial, desde
el 20-D del año pasado, ha sido la incapacidad de los líderes para llegar a un
acuerdo que desbloqueara la situación. Ahora mismo estamos sumidos en un
pesimismo grande, con el riesgo de caer en el pozo de la melancolía. ¿Qué puede
cambiar en los comicios del próximo 26 de Junio? Si algo llegara a cambiar de
forma sustancial, ¿lo haría por causa de una reflexión colectiva en profundidad,
o sería consecuencia de una mera reacción de los ciudadanos, como todas las
reacciones, mucho más llena de inquina hacia el otro que de rigor? Así lo creo,
hasta tal punto de que la campaña electoral (austera) deberá aclarar cuál va a
ser el comportamiento de los líderes en el caso de que los resultados
electorales sean parecidos a los del 20-D.
Ya no es tiempo de hacer balance demasiado riguroso porque el
fracaso ha sido colectivo, si bien unos tienen mayor responsabilidad que otros
en él. El ansia de poder ha primado sobre la vocación y la responsabilidad de
gobernar. El paseo de los líderes por el despacho de Felipe VI solo ha mostrado
rostros de derrotados en esta segunda ocasión en que han acudido. Quienes han
trabajado por el acuerdo han esgrimido su impotencia. Quien se ha inhibido de
todo acuerdo ha mostrado su rostro ausente. Y quien ha puesto todo su empeño en
torpedear cualquier acuerdo posible ha ocultado sus perversas inclinaciones
tras un rostro taimado y equivocadamente victorioso. Creo que la puesta en
escena ha sido demasiado pobre, pero no podía ser de otro modo porque todos los
agentes que han intervenido en el proceso, desde el 20-D hasta hoy, han
suspendido, si bien se suspende tanto con un 0 de nota como con un 4. Quizás
también el Rey ha suspendido, pues debía haber amenazado a las cohortes de los
partidos con la imposición, más o menos convenida, de algún candidato, alguna
figura “imparcial”, no perteneciente a las formaciones políticas.
Sin embargo, solo se le ocurrió pedir austeridad. Es cierto
que los gastos que acarrean unos comicios son muy elevados; que con los
millones de euros que se van a gastar el 26 de Junio se podrían hacer muchas
cosas en beneficio de tantos españoles y españolas que sufren la crisis global
en sus propias carnes y en sus propias casas, pero lo peor de todo es que los
candidatos a dirigir el Gobierno del futuro seguirán siendo los mismos que han
fracasado. ¿Anunciarán los lideres algún cambio en sus cabezas, o en sus formas
de pensar, ya que han anunciado que las listas no se moverán? Se impone un
inmovilismo que solo puede proporcionarnos un nuevo fracaso.
En medio de proceso negociador ha quedado bien patente que
los cuatro líderes más importantes estaban, a la vez, en otras guerras. Rajoy,
dejando pasar la tormenta de la corrupción en su partido mientras auguraba el
fracaso de los otros. Sánchez, buscando denodadamente un acuerdo imposible
fuera y dentro de sus filas, para robustecer su liderazgo. Iglesias,
destruyendo todos los puentes de acuerdo, aquí y allá, a la espera asestar una
puñalada al PSOE que le facilite su coronación como emperador de la izquierda
en España. Y Rivera, mostrándose como un adalid en la lucha por la decencia de
los políticos, desde un lugar indeterminado que lo mismo sirve para acoger a
rotos que para recibir a descosidos.
Así se presenta el futuro, en manos de líderes que hasta
ahora han ocultado tanto como lo que han mostrado. Mientras los ciudadanos han
asistido a constantes desencuentros, los líderes se reunían en territorios
solemnes y neutrales en los que no han sido capaces dee encontrarse. Ya solo
cabe que saquemos algunas conclusiones positivas del fracaso colectivo, mucho
más que del discernimiento responsable. La filósofa Victoria Camps, como tantos
de los que nos sentimos desmoralizados por la cicatería de los líderes en sus
negociaciones, ha denunciado que “los partidos no saben negociar porque su
interés interno se antepone al interés general”. Comparto con ella que las
negociaciones han de hacerse partiendo de posiciones centrales entre las
partes, y que han sido PP y Podemos quienes han dinamitado cualquier posible
acuerdo, por pasivo uno y por demasiado activo el otro.
Si negociar es ceder, bien se ve que las cesiones han
brillado por su ausencia. Además, a tenor de algunas declaraciones hechas ya
por los líderes con vistas al 26-J, no parece que se muestren dispuestos a
borrar las líneas rojas ni a levantar los vetos establecidos hasta ahora. Ellos
creen que mostrarse firmes y subrayar sus principios como insoslayables para
sus condiciones, son síntomas de entereza,
pero ésta solo sirve muchas veces para cerrar las puertas a la
convivencia entre todos. No deben confundirse firmeza ni entereza con lucidez y
decencia. La Política debe construir el espacio de todos, pero no el de los que
piensan de un modo en un lugar diferente al de los que piensan del otro modo.
La Política solo es útil cuando construye espacios y marcos de convivencia para
todos.
Los cuatro líderes deben tener en cuenta qué es lo que se va
a dilucidar en 26-J. Si vuelven a fracasar será culpa exclusivamente de ellos,
y deberán irse, los cuatro juntos (y algunos más), a hacer gárgaras. (O
puñetas, lo que más prefieran).
Fdo. JOSU MONTALBAN