¡POBRE ALBERTO GARZÓN!
Susana Díaz se ha expresado de forma tajante sobre Pablo
Iglesias y Podemos, a quien ha acusado de “enredar en el resto de los partidos
y enfangar la vida política”. Y tiene razón. Cabe como una práctica estratégica
lo de enredar en los partidos tergiversando las realidades o buscando las
contradicciones contenidas en los programas políticos de los demás, pero no es
de recibo que nadie justifique el “enfangamiento” de la política, porque ésta
es necesaria, imprescindible más bien, y porque su objetivo tiene que ver con
conseguir una vida más saludable y halagüeña para todos, y con conformar una
sociedad más justa e igualitaria.
La acusación de Susana Díaz tiene todo el fundamento y
responde al acuerdo Podemos-IU, de tan escaso alcance cualitativo, aunque su
finalidad sólo ha pretendido que Pablo Iglesias sea el líder más votado de la
izquierda española en las Elecciones del 26J. Veamos, los resultados de las
consultas que ambas formaciones han desarrollado entre sus militantes descalifica
no sólo a las mismas consultas sino también a los líderes de ambas formaciones
que se han inflado como pavos reales para anunciar que sus afiliados han
aprobado el acuerdo Podemos-IU, por el 98% de los votantes de Podemos y el
87,8% de los de IU. Porque todo esto encierra un engaño importante: sólo
votaron un 35% de los registrados en Podemos, y solo el 30% del censo de IU. Si
hacemos un recuento riguroso los que han aceptado el acuerdo apenas superan el
30% de los llamados a votar, al menos casi 20 puntos por debajo de quienes
avalaron en el PSOE su acuerdo anterior, que fue criticado por escaso.
Más. Fijaos en qué medida emponzoña y enfanga la política
Pablo Iglesias que ha conseguido contagiar al mismísimo Alberto Garzón. En una
entrevista realizada al siempre juicioso Garzón éste se ha atrevido a afirmar
que “si superamos al PSOE éste tendrá que ser nuestro aliado”. Consejos vendo,
que para mí no tengo, dice el refrán. Si Garzón se lo aplica al pie de la letra
tendrá que flagelarse por no haberse comportado de ese modo cuando Pedro
Sánchez reclamó su apoyo. Lo cierto es que Garzón va a ir de número cinco en la
lista de Madrid, pero no se siente agraviado porque la aceptación de ese quinto
puesto responde a un ejercicio “corporativista de responsabilidad y
generosidad”. Aún no sabe si será portavoz de algo, más bien lo será de nada en
manos de Iglesias, eso sí, “en algunas votaciones podremos votar diferente…” Y
lo explica: “No podemos quedar atrapados en un magma homogéneo, tiene que ser
un magma vivo”. ¿Hay alguien que lo entienda?
Más explicaciones del “enfangamiento”: “en nuestro sistema
(del acuerdo Podemos-IU) no hay candidato a la presidencia, es una cuestión
técnica…Tenemos públicos diferentes”. Y por fin ha pronunciado la frase a la
que ya he aludido en que propone una alianza al PSOE para el caso de que
Podemos-IU consiga más escaños que el PSOE. No se ha aventurado a garantizar la
misma alianza en sentido contrario para el caso probable de que sea el PSOE el
que aventaje en escaños a la nueva amalgama. No sé si es verdad que han pactado
también compensaciones económicas que mitiguen la deuda de IU en este acuerdo,
pero la deuda se me antoja tan excesiva como impagable para las posibilidades.
Si así fuera, Alberto Garzón habrá perdido buena parte de su solvencia. Lo
esperable es que, probablemente, Garzón siga los mismos derroteros que Tania
Sánchez, si bien para ello deberá armarse del mismo descaro y desfachatez que
Tania, lo cual no creo que esté a su alcance. Alberto Garzón ha sido un político
decente…
Y volvamos por fin a la afirmación de Susana Díaz. Es
evidente que Pablo Iglesias ha venido a la Política para mandar y no para servir. Alguien de sus
características, acomplejado hasta los tuétanos, solo puede sobrevivir en el
barullo y en el caos, por eso la imagen de unas aguas enfangadas y revueltas,
donde las sanguijuelas se mueven con mucha mayor soltura que los alevines de
los peces, resulta tan acertada. Por muy osado y valiente que se muestre,
Alberto Garzón ha sucumbido a la tentación y ha sido engullido por el fango.
Casi seguro que el “enfangador” de las aguas le seguirá
invitando a tomar cervezas. Sin embargo creo que Alberto Garzón merece otro
destino.
FDO. JOSU MONTALBAN