SUPONGAMOS
QUE DIMITE MANUELA CARMENA…
No puedo afirmar que conozco con suficiente detalle a Manuela
Carmena, la alcaldesa de Madrid, como para sacar ninguna conclusión infalible
sobre ella, pero he hablado con ella en dos ocasiones, hace ya tiempo,
justamente cuando yo era Diputado de Bienestar Social de Bizkaia y ella era
Jueza famosa en España. Hubo una tercera ocasión, pero en aquella ella ejercía
el papel de esposa del Urbanista Eduardo Leira, que tuvo un papel determinante
en los documentos y estudios relativos al Plan Urbanístico del Bilbao
Metropolitano que él dirigió junto a un equipo de profesionales muy
distinguidos. En las tres ocasiones me
sorprendió su clarividencia y su rectitud de juicio, lo cual me lleva a pensar
que no se sentirá demasiado a gusto con algunos de los últimos pasajes que ha
venido viviendo en los últimos tiempos.
Desde luego que Madrid
tiene mucha suerte por tenerla como alcaldesa. Se trata de algo muy evidente.
Se trata de una mujer con una historia arriesgada y una trayectoria noble,
llamada a representar en el Ayuntamiento de la capital de España la imagen y
contenido de un “cambio político” no solo necesario sino imprescindible. Su
procedencia del PCE, su pertenencia al despacho laboralista de Atocha que
sufrió un atentado mortal doloroso, el ejercicio de su trabajo como Jueza en
diferentes órganos e instituciones siempre relacionadas con la preservación de
la dignidad humana, sus aportaciones teóricas a la Fundación Alternativas que
es próxima ideológicamente al PSOE, donde comparte tribuna con otras inteligencias
ilustres de la Transición, y por fin su aportación al Gobierno Vasco como
asesora del Lehendakari Patxi López sobre atención a las víctimas de abusos
policiales, todos estos detalles la hacen merecedora de muchos elogios… Y de
algo más…
Estoy convencido de que ser Alcalde o Alcaldesa de Madrid es
algo muy halagüeño, aunque se acuda a la elección en una lista escasamente
cribada, y poco cuidada, que a las primeras de cambio te puede deparar algún
problema, por eso la figura de Manuela Carmena resulta tan determinante para
Podemos que la formación prefiere ya no nombrar la sucursal madrileña llamada
“Ahora Madrid”, porque de lo que se trata es de cosechar votos por encima de
todo para culminar el “sorpasso” o adelantamiento al PSOE a nivel nacional.
Pero ella ha decidido mantener su dignidad y ha anunciado que no va a
participar en la Campaña para las Elecciones del 26-J. Esto quiere decir que
permanecerá en silencio y que, aunque no pida el voto para ningún otro, tampoco
lo pedirá para Podemos, al menos no lo pedirá con convencimiento real. A mí no
me gustaría estar en su piel porque me consta que el cambio que preconiza no es
el “cambio” populista y personalista que pretende Pablo Iglesias (Turrión, que
no Posse). Estoy convencido que de los dos “Pabloiglesias” a los que me he
referido, Manuela prefiere a Posse.
Y bien, estaría bien que Pablo Iglesias explicara de dónde le
ha venido su excesiva apetencia a incluir jueces (u otros cargos relacionados
con la Judicatura) en las listas de Podemos. Esta inquietud mía se ve
acrecentada por el hecho de que la mayoría de las personas invitadas a ello han
terminado declinando las invitaciones. ¿Por qué? ¿Qué riesgos comportaría
asumir tales encomiendas? La lista de los que han rechazado los ofrecimientos
no es pequeña, además el estamento judicial ha soportado en los últimos años un
protagonismo especial porque la corrupción ha infestado los Juzgados y las
páginas de los periódicos, las charlas de los cafés y las tertulias
televisivas. Sin embargo, algo ha alejado a personas con amplios y notables
historiales como servidores de la Justicia, y les ha llevado a rechazar las
ofertas que les han presentado estos “líderes” que pretenden resumir sus
propuestas en un grito tan ambiguo como “sí se puede” mientras golpean el aire
con sus puños apretados.
El último rechazo ha sido el de la Jueza vasca Garbiñe
Biurrun, pero antes ya lo había hecho Carlos Jiménez Villarejo, Javier Pérez
Royo, Manuel Gómez Benítez y algunos más. Ese afán de presentar en público a
los fichajes “estrella”, a pesar de que dejen como dirigentes internos de la
formación a los “líderes” elegidos por “vía Internet”, mediante una escueta y
reducida participación, ha venido a convertir la Política en un juego de
impactos mediáticos mucho más que en una disquisición ideológica dirigida a
resolver los problemas de los ciudadanos y conformar una sociedad más
equilibrada e igualitaria. También han rechazado sus “fichajes” personas
pertenecientes a otros ámbitos, pero el hecho de que el rechazo haya sido tan
generalizado en quienes conocen hasta dónde llega el “imperio de la ley”, me
obliga a pensar en que tal “imperio” (¡qué fea palabra para hablar de la ley
que nos afecta a todos!) es para Podemos papel mojado.
Vuelvo a Manuela Carmena, pues bien puede y debe ser
considerada “Alcaldesa de España” actualmente. Sus críticas, -muy medidas por
cierto-, al comportamiento de Pablo Iglesias durante las negociaciones para
encontrar un Gobierno de “cambio” para España no deberían caer en saco roto:
vale más un minuto de la experiencia acumulada por Manuela Carmena que todos
los años, vivencias y propagandas que dice atesorar Pablo Iglesias (Turrión,
que no Posse).
Y ya termino con una pregunta cuya respuesta se me hace tan
incontestable como incómoda: “¿…Y si dimitiera Manuela Carmena?”.
FDO. JOSU MONTALBAN