A FAVOR DE
UNA SEGUNDA VUELTA EN LAS ELECCIONES
Una diputada aragonesa, del PSOE para más señas, ha afirmado
categóricamente que va a votar “no” en la investidura de Mariano Rajoy. Hasta
aquí nada anormal que comentar, porque Pedro Sánchez, en nombre del PSOE, ya
había anunciado antes su “no” a Rajoy. Pero la Diputada aragonesa ha aportado
una justificación muy socorrida para ella misma, al afirmar que abstenerse o
votar a favor de la investidura de Rajoy sería traicionar a los votantes del
PSOE. No lo voy a negar del todo, pero conviene puntualizar.
Esto de la traición a los votantes requiere una explicación,
porque solo una victoria por mayoría absoluta permite que no se “traicione” a
los votantes de la formación que la obtiene. Cualquier mayoría relativa que
obliga a acordar a los líderes para articular pactos de gobierno les obliga
igualmente a ceder en sus posiciones iniciales y aceptar propuestas de los
otros, con lo cual, en buena medida, también están traicionando a quienes
acudieron a las urnas con una idea fija e inamovible.
Los resultados del 26J han resultado ser tan complicados de
compaginar como los del 20D. Si el acuerdo del PSOE con C’s fue interpretado en
buena medida como una traición a los votantes socialistas, los votantes de C’s
consideraban una traición a los suyos el pacto con el PP de Mariano Rajoy,
aunque no lo consideraban tanto con el PP de Soraya Sáenz de Santamaría o
cualquiera otra persona. Curiosamente tras las Elecciones del 20D Podemos
consideraba una traición a sus votantes acordar con IU, aunque en estas
elecciones del 26J tal traición no se ha producido, aunque hayan acudido
“unidos” (y revueltos) buscando el predominio en la izquierda.
Lo cierto es que el único modo de resolver el galimatías de
los resultados electorales últimos pasa por la traición a los votantes. Sólo
quien se aísle y se condene voluntariamente a la oposición podrá presumir de no
ser traicionero con los suyos. Sin embargo, esto que acabo de afirmar es muy
poco edificante para la Política, para la democracia, para la gobernación y
para la convivencia. Ante la actual distribución de escaños cualquier solución
implica traición a los votantes propios, porque los acuerdos y pactos siempre
los espacios intermedios en los que no hay principios ni valores inalienables,
y las ideologías se moldean a gusto de las posibilidades e intereses de los
negociadores.
A los ciudadanos les falta formación política y hábito
democrático. El actual modelo electoral español exige la traición a los
votantes siempre que no se produzcan las mayorías absolutas. Un sistema que
previera una segunda vuelta en la que contendieran las dos formaciones más
votadas en la primera vuelta permitiría que no se pudieran utilizar este tipo
de criterios o términos, como la traición, que no es tal, porque lo que sí
sería traicionar, no a los votantes propios sino a todos, sería no dar nunca el
brazo a torcer ni ceder nada en sus posiciones para buscar acuerdos cuando la
ocasión lo requiere. Ello provocaría inestabilidad en los órganos del Gobierno,
en las Cámaras parlamentarias e Instituciones Públicas. Estamos, precisamente
ahora mismo, en un momento crucial en el que es más importante ser maleable
para buscar el acuerdo más útil y solvente, que ser inflexible solo por
defender un prurito de lealtad alejado de la eficacia y el ejercicio
democrático, que impediría cualquier tipo de acuerdo…
…Porque lo perfecto suele ser enemigo de lo bueno.
FDO. JOSU MONTALBAN