A CODAZOS EN LAS PANDILLAS
Cuando Pablo Echenique, el tercer preboste de Podemos, ha
advertido que su formación debe evitar “la dinámica de la pandilla”, A ha
dejado claro que Podemos es, o se comporta como una pandilla. El término
“pandilla”, usado para nombrar o calificar a una formación política, sobre todo
si tal formación pretende ser progresista, no es nada halagüeño. El Diccionario
considera que quienes forman una pandilla no suelen perseguir fines importantes
ni constructivos, en todo caso el fin más venial e intrascendente suele ser
“divertirse cuando salen al campo”. Lo evidente es que el término “pandilla” no
augura buenas consecuencias a quien se considera en ella. Echenique lo ha
explicado de un modo informal: “estar en pandilla da gustito,…, es normal e
inofensivo, pero que en Podemos mantengamos pandillas puede generar
disfunciones en los objetivos”.
En el seno de las pandillas se generan debates pero se
construyen escasas conclusiones, además de poco consistentes. Ahora que en el
PSOE está teniendo lugar una absurda e improcedente reyerta entre los
“empoderados” autonómicos y la dirección del Partido, no resulta saludable que
también Podemos debata sin fundamente preciso. ¡Mal augurio para la izquierda
española, ahora que Rajoy ha vuelto a amenazar públicamente con otro triunfo
suyo en las Terceras Elecciones que ya se atisban como inevitables!
La izquierda española amenaza ruina según estamos viendo. El
eterno debate, -si son galgos o podencos los perros con que ataca la derecha-,
nos hará caer en el desánimo y al abandono de nuestros ideales y de nuestros
objetivos. Estos, los de la pandilla que barrunta Echenique, prefieren la
indefinición: “Nos quieren encasillar, no somos ni el PSOE ni el PCE”
(Errejón). Según el número dos de Podemos el cemento que une a los miembros de
Podemos no es “que pensemos igual en todo, lo que nos une es la fraternidad y
el compañerismo”, que suelen ser vínculos demasiado frágiles e inconsistentes
cuando se trata de fortalecer a un partido político.
Nadie ha permanecido callado. También han debatido Pablo
Iglesias y Monedero, para completar el cuarteto fundador de la formación
“podemita” (por cierto, no me gusta nada este término). De modo que las
izquierdas españolas andan entre dimes y diretes, enmarañadas entre sí,
alejadas de una realidad que les reclama responsabilidad y, sobre todo, les
pide que cuiden y mimen a los ciudadanos que están sufriendo las brutales
consecuencias del egoísmo y la inhumanidad con que han actuado las derechas.
No es bueno que las izquierdas sean meras pandillas que
apenas sirven para dar “gustito”, como ha advertido Echenique. Ha dicho
Monedero, que es con Errejón la mente más lúcida de Podemos, que la discusión
ha de ser “ideológica y de poder”. La discusión que afecta a Podemos, también
está teniendo lugar en el PSOE, donde se produce la flagrante contradicción de
que los “barones” que gobiernan sus territorios mediante acuerdos con Podemos,
o con partidos de ámbito autonómico (regionalistas o nacionalistas), quieren
impedir a Pedro Sánchez que acuerde con esos mismos partidos para desbancar a
Rajoy y al PP de la Moncloa. Dice bien Echenique cuando advierte de que
mantener pandillas en los partidos políticos, sin más cemento aglutinador entre
sus miembros que las semejanzas teórica, genera disfunciones en los objetivos.
Las dos “pandillas” que ocupan el espacio de la izquierda
española están dirimiendo sus ideas y estrategias, internas y externas, a
codazos. Resulta descorazonador para los ciudadanos, sobre todo para los más
sencillos y humildes, que la lucha por ostentar los puestos del poder esté
convirtiendo la Política en una mera disputa de “mamporreros”, entendidos tales
como suministradores o propinadores de mamporros. (Ya se que “mamporrero” no
significa precisamente eso, pero es una palabra que viene al caso). Si las
izquierdas siguen mirándose sus ombligos, el futuro de las gentes honestas y
sencillas, de la “gente”, se me antoja que será penoso.
FDO. JOSU MONTALBAN