LA CONTAMINACIÓN DE LA POLÍTICA
Al famoso, y siempre indefinido, ocaso de las ideologías ha
sustituido la contaminación de la Política. No se puede afirmar hoy que la
Política sea un arte, una doctrina o una opinión referente al gobierno de los
Estados. No es un arte porque la estética casi siempre está ausente cuando los
líderes políticos ocupan un escenario. No es una doctrina porque las ideologías
en las que se sustentaban los partidos han dejado su preeminencia a las
estrategias con las que se busca con mayor ahínco la afluencia de votos en las
urnas que el cambio social. Y tampoco es una opinión propiamente dicha porque
se usan con mayor frecuencia los slogans que las explicaciones extensas cuando
los líderes de los partidos reclaman los votos a los ciudadanos.
En los partidos políticos, que son las organizaciones en las
que debe ser irreemplazable la discusión sobre la Política, y sobre las
políticas a aplicar en cada momento, resulta más rentable contratar a un asesor
de imagen que acicale y vista idóneamente al candidato de turno, que a un
pensador que se sumerja cada mañana en sus seguridades o sus dudas para
responder a las inquietudes o necesidades ciudadanas.
Sin embargo, el panorama en el que debe intervenir la
Política apenas ha cambiado. Sigue habiendo ricos y pobres, lo cual constituye
una dualidad tan real como fatal para que nuestra sociedad consiga niveles de
armonía razonables para favorecer la convivencia. Resuelta, o al menos atenuada
esta dualidad, ningún problema deberá preocuparnos en la misma medida.
En los cruciales momentos en que vivimos la Política
atraviesa vicisitudes muy difíciles de salvar. Sometida a los medios de
comunicación, mucho más preocupados por informar mucho que por informar bien,
las ideologías en que se sustenta ceden el protagonismo a lo más espectacular.
Dado que una noticia, -o una simple visión de la realidad-, sustituye a la
anterior con solo apretar un botón de ordenador, mediante las Redes Sociales,
los líderes resultan ser cada vez menos necesarios, porque resultan más
eficaces los embaucadores y los atrevidos. Cuando se suscita una discusión son
las Redes las que, sin aportar nada riguroso, la difunden infinitamente dejando
al libre albedrío de las metes cualquier tipo de interpretación.
En un diario de gran tirada ha escrito Patxi López,
refiriéndose al más importante y antiguo partido político español, el PSOE, que
“somos un gran partido pero tenemos miles de militantes y millones de votantes
consternados por el espectáculo que hemos dado”. Le asiste parte de la razón.
¿Quién ha ofrecido el espectáculo? Inducido y alimentado mucho más por unos que
por otros, no cabe eximir a casi nadie de responsabilidad, aunque unos hayan
encontrado en el artificial debate las razones para ennoblecer sus
comportamientos y posturas. ¿Qué es más noble, enrocarse en el “no es no”,
amparados en que el PP, supuesto beneficiario de la abstención, es de derechas
y corrupto, o favorecer la instalación de un gobierno (tras más de 300 días sin
él) al que controlar y ahormar desde las Instituciones democráticas? ¿Qué es
más eficaz, tener a los diputados debatiendo sobre leyes o necesidades públicas
o tenerlos entregados y absortos en si es una muestra de cobardía la
abstención, o de valentía el empecinamiento en el “no”?
Vivimos en medio de un campo contaminado, que es el campo
político. Siendo la Política, como es, un arte noble, la han convertido sus más
directos protagonistas, es decir los políticos, en una materia tabú. Hablar de
Política enrarece los ambientes. La distensión no se produce porque los líderes
políticos, cada vez menos ideologizados y comprometidos, ponen condiciones
absurdas a cualquier debate: tiempos iguales, conformación de los escenarios,
puestas en escena contrastadas, conductores de los debates que parecen magnetófonos…
Junto a este hermetismo han aparecido los remilgosos que se la cogen con papel
de fumar. Por ejemplo, en un debate televisado entre los candidatos a dirigir
Podemos en Madrid a uno de los candidatos le pareció mal que le concedieran dos
minutos más que a su oponente porque, por voluntad del entrevistador le fueron
practicadas algunas preguntas sobre su actuación, corrupta o no, en la
compra-venta de una vivienda social en Alcobendas. Me llamó la atención que le
pareciera peor el hecho de que le concedieran dos minutos, más que la fechoría
protagonizada por él en lo referente al negocio de algo más de 20.000 euros que
llegó a hacer con su vivienda.
Concluyo, la Política es noble o no es Política. Hoy en día
lo que más se practica es el “politiqueo”, eso sí, auspiciado y fomentado por
los propios líderes, que han confundido el ejercicio inherente a un liderazgo,
siempre arriesgado, con el mero proceso administrativo que tiene que ejercerse
en las sociedades más o menos numerosas. Un Secretario General de una formación
política ha de ser quien sostenga ideológicamente a la formación, máxime si
está adscrita a la izquierda política. Si su papel se ciñe a recoger firmas de
apoyo, y poco más, cada vez que propone algo, con el fin de sostener su
propuesta, pero sin aportar reflexiones consistentes, el ejercicio democrático
cobra un protagonismo innecesario que se impone a la Política, cuando la
Democracia ha de ser justamente solo la fiel acompañante de la Política. ¡Que
no es poco!