PSOE: LADRAN, LUEGO CABALGAMOS
La crisis que ha venido afectando al PSOE desde las
Elecciones Generales de diciembre de 2015 no era solo suya ni le afectaba solo
al Partido Socialista. Quien ha pasado por esa situación crítica ha sido el
sistema y la “gente”, entendida esta como el bloque humano que forma eso que
los más exquisitos llaman “ciudadanía”. Si se ha circunscrito al PSOE ha sido
porque, a pesar de los pesares, nadie duda de que l socialismo español presenta
un currículum casi intachable, en todo caso su bagaje a lo largo del tiempo le
ha hecho merecedor de la confianza que tantos han venido depositando en él. Sin
embargo los errores que ha cometido, aun siendo veniales en comparación con los
cometidos por su competidor PP, le han deparado sorpresas que debe resolver lo
antes posible: no solo ha perdido una parte importante del espacio que ocupaba
sino que no encuentra los argumentos necesarios y eficaces para contrarrestar
el populismo inventado por Podemos. Si en la derecha política C´s se las ve y
se las desea para diferenciarse del PP, en la izquierda Podemos tira de osadía
y audacia con desvergüenza, dispuestos sus líderes a convertir el espacio del
PSOE en un estercolero.
Hay quien dice que, como la socialdemocracia española ha
conseguido en apenas treinta años lo que otras socialdemocracias europeas no
lograron en casi tres cuartos de siglo, ahora no ofrece más que continuidad y,
con ella, aburrimiento. Como quiera que hemos atravesado ciclos de precariedad
y desequilibrios aún recientes, que han amedrentado a los más sencillos y
humildes, las fuerzas y los líderes emergentes no cesan de alarmar a quienes se
sienten más vulnerables. Y por si fuera poco, son demasiados los corruptos
aparecidos en los últimos años. En este marco o ambiente se hace imprescindible
un PSOE comprometido que encare la solución de los problemas y ponga coto a la
corrupción que se ha instalado en el comportamiento humano como si se tratara
de un virus. Dice Javier Cercas que en España la corrupción no es un problema
de los pícaros que la practican sino que es un problema del sistema. Comparto
su visión. Y creo, como él, que no basta con sustituir a los corruptos por
personas decentes sino que es preciso poner la política al servicio de los
ciudadanos, no sólo para apresar y castigar a los corruptos sino para impedir
las condiciones de desigualdad que en tantas ocasiones están en el primer
impulso que empuja a los corruptos.
Cambiar a un dirigente corrupto por otro de comportamientos
intachables es primordial pero, ¿de qué modo habrá que actuar frente a la
picaresca ejercida desde las capas más humildes? En España está generalizado el
convencimiento de que no roba el que no puede, que solo paga sus impuestos
completos aquel que no puede burlar al fisco total ni parcialmente. Esa
impresión es tan falsa como desorbitada. Urge por tanto que retorne una clase
política comprometida con la justicia y la igualdad, y abandone populismos que
son pan para hoy y hambre para mañana.
El PSOE está resolviendo su crisis interna del único modo
posible, buscando más el bien de todos, es decir del Estado, que el suyo
propio. Puede ser que haya abierto brechas en su propio pecho que han puesto en
peligro su corazón, por eso debe cuidar con mimo y celo que la brecha se cierre
antes de que su corazón se enfríe en exceso o se desangre. Hay afiliados y
votantes socialistas que se sienten defraudados por el desenlace. A este
desánimo han contribuido mucho los caprichos de algunos líderes que no
aceptaron la inminente derrota de sus postulados, a pesar de que todos los
pasos dados hayan sido reglamentarios y estatutarios. Es verdad que ha parecido
algo grosero el modo, pero todo ha sido conforme a Razón aunque quizás no haya
sido teniendo en cuenta las razones esgrimidas por los abocados a la derrota.
Ahora solo queda avanzar en el camino pactado y emprendido,
pergeñar un plan de oposición que obligue a la derecha española a abandonar su
soberbia y su mezquindad. La Dirección del PSOE tiene que pedir, y exigir, a
sus militantes la debida lealtad al grupo humano que es como Partido político.
Debe reclamar a sus simpatizantes que no usen las Redes Sociales para provocar
debates estériles y mal intencionados: para las opiniones sí, pero no para
desarrollar agitaciones gratuitas, porque las Redes sociales son un campo de
batalla en el que el secretismo permite identidades falsas para articular
intencionalidades arteras.
El PSOE no tiene que reconstruirse, aunque quizás deba
reencontrarse ahora que tantos líderes regionales socialistas sienten temblar
sus pedestales y se agitan sobre ellos amenazando la seguridad de todo el
edificio. Además, son demasiados los que ladran, tanto desde el socialismo
franco y útil, como desde el “antisocialismo” interesado de quienes envidian
sus posiciones. Bien cabe que, tras un propósito de enmienda sincero, siga el
socialismo su camino sin perder a ninguno de sus integrantes. “Ladran, luego
cabalgamos”, que diría un valiente.
FDO. JOSU MONTALBAN