¿QUIÉN VA A PAGAR LA CRISIS DEL SOCIALISMO?
Esta pregunta no es meramente retórica. Responde a la
constatación de que lo que está moviendo a las partes en litigio en la crisis
del PSOE no es tanto resolver las diferencias que han traído la situación actual
hasta el quiasma en que se encuentra, sino imponer al otro, no ya un criterio
razonable, sino un derrotero inevitable.
La crisis actual del PSOE no obedece al mero hecho de que
haya quienes piensan de modo diferente en cómo debe comportarse el socialismo
ante los graves problemas que acucian a la sociedad actual. Más bien debate
quién deberá ocupar en el futuro la silla máxima de Ferraz, y muy pocas cosas
más. El combate, -que no debate-, en que se ha visto complicada la clientela
socialista sólo obedece a eso: a una lucha por el poder. Porque las dos
posiciones que parecieron estar en el principio de la crisis, -la de los
partidarios del “no es no”, y la de los abstencionistas para facilitar que
hubiera un Gobierno en lugar de que se repitieran las elecciones en España-, ya
resolvieron sus dudas y problemas de forma reglamentaria, de modo que solo
quedan pos resolver los pasos que deben darse para que, de nuevo, el PSOE
vuelva a ser el partido que ha sido históricamente, con sus riesgos y defectos,
pero sobre todo con sus grandes virtudes.
No es la primera crisis del PSOE a lo largo de su larga
Historia, pero sí es la primera de la modernidad más actual, que pone al
servicio de la gente armas e instrumentos tan arriesgados y despiadados como
las Redes Sociales, que están jugando un papel tan enrarecedor y poco
edificante en la crisis socialista. Parece que quienes han convertido las Redes
en el destino de sus improperios, también debieran utilizarlas para alabar las
virtudes del socialismo, pero no es así, en todo caso las loas no pasan casi
nunca de ser “alusiones positivas”, mientras las críticas se administran como
“diatribas brutales”. Da la impresión de que no se entiende el socialismo como
una fuerza transformadora de la sociedad, sino como una simple reivindicación
social. Quienes lo entienden de ese modo no han entendido su potencial
transformador, ni siquiera conocen la historia ni las vicisitudes por las que
ha pasado el socialismo.
Hagamos un repaso sencillo. La Transición no solo sirvió para
que la Dictadura se convirtiera en Democracia sin grandes estridencias, sino
también para que en medio de aquel trance las izquierdas, que llegaron
deshilachadas al momento, se recompusieran y formaran un bloque tan consistente
como homogéneo. El PSOE fue, y debe seguir siendo, el aglutinante de todas
aquellas izquierdas. Sin embargo, el adanismo que suele afectar a quienes, aún
hoy, se creen “fundadores” de una izquierda más auténtica que la existente,
como son los eventuales líderes de Podemos, ha provocado cierto
resquebrajamiento en el socialismo español, que ha separado a los socialistas
más constructivos, socialmente hablando, de los rupturistas o destructivos. He
ahí la división que afecta al PSOE: quienes con su “no es no” no resolvían la
situación, y quienes con su sola y remisa abstención tampoco han puesto sobre
la mesa de debate una alternativa real de izquierdas.
El socialismo está sumido en una desesperanza, quizás
desesperación, nada provechosa. La situación tiene solución, y la solución es
sencilla. Basta con que los líderes se pongan de acuerdo en generar, y
desarrollar, un debate de ideas que supere y entierre a la actual porfía por
los sillones. Y ha de hacerse sin pausas y sin prisa. Porque quienes reclaman
la máxima prisa lo hacen pensando en que una parte de los socialistas
contendientes acudan a la confrontación de las ideas sin los pertrechos,
alternativas y estrategias suficientes, lo que es tanto como sorprenderles en
desventaja. Sin embargo el socialismo necesita a sus “soldados” debidamente
adiestrados y abastecidos para obtener de ellos lo mejor que tienen. Y quienes
reclaman templanza y serenidad han de evitar que los socialistas que ahora se
sienten algo desanimados, caigan en la frustración. No es tiempo de prisas para
el socialismo español, pero tampoco es tiempo de pausas.
La Gestora, como figura provisional que es, debe gestionar
sin determinar esencias ideológicas, pero debe hacerlo con la responsabilidad
de quien sabe que lo que tiene entre las manos es un “objeto” muy frágil, sometido
a los intereses de las más sutiles interpretaciones. Pero quienes se mueven,
desde esa especie de espontaneidad impostada, acudiendo a encuentros con
militantes que tienen los ánimos exacerbados, también deben tentarse la ropa
antes de convertir al PSOE en un tentempié débil y ridículo. Ahora más que
nunca los socialistas debemos obligarnos a ser responsables con nosotros
mismos, con la historia del Partido, y con los ciudadanos que esperan del PSOE
que siga actuando con la responsabilidad con que siempre ha actuado. En suma,
que Javier Fernández y Pedro Sánchez deben atemperar a sus “compañeros” más
próximos para que la prisa y las pausas coincidan en un punto, para que las
voces de ambas procedencias no suenen discordantes en exceso.
España, y los españoles, están pendientes de lo que hace el
PSOE y los socialistas porque sin ellos, o con ellos enfrentados entre sí, los
ciudadanos vivirán peor. El socialismo español es, aún y a pesar de todo, la
única izquierda que sobrevive en medio del adanismo de algunas otras
“izquierdas” que no se atreven a
llamarse socialistas y se cubren con los aderezos del más mezquino populismo. Y
cometerá un error incorregible si dirime sus dudas en el campo de las Redes
Sociales, tan anónimas como inanimadas en muchos casos, en lugar de hacerlo en
sus sedes sociales, que son las casas del Pueblo, en la calle que es de todos
los ciudadanos y en las Instituciones que nos representan a todos, a los
socialistas y también a quienes no lo son pero necesitan al socialismo y esperan
su recuperación.
FDO. JOSU MONTALBÁN