YA SOLO QUEDA
UN MES…
… Para las Elecciones Vascas, y tres para las terceras
Generales.
Presiento que este artículo va a ser corto, tan corto y
escaso como el tiempo que nos queda hasta que vayamos a votar los vascos y las
vascas el próximo 25 de Septiembre. Pero como se da la circunstancia de que es
posible que en ese momento aún no dispongamos de un gobierno definitivo y
estable en España, la formación del Gobierno Vasco se regirá mediante
estrategias ocultas que, diseñadas en los cuartos oscuros de las sedes de los
partidos políticos, apenas serán interpretables por los votantes. Las
especulaciones, con base o sin ella, estarán por encima de las reflexiones. La
campaña electoral se fundamentará en indefiniciones y falta de concreción de
las propuestas. La Política se va a interesar, ahora más que nunca, en la lucha
por el poder en lugar de enfatizar en la mejora de las condiciones de vida de
los ciudadanos que son, a la vez, los votantes.
De momento lo único interesante de los próximos comicios vascos
ha sido si va a poder encabezar la lista de EHBildu Arnaldo Otegi o no. Los
abertzales echaron el cebo al proceloso mar de la ciudadanía vasca usando todo
tipo de bravuconadas y desafíos a la Justicia, probablemente con ánimo de
amedrentar a los responsables de tomar las decisiones definitivas, pero esta
vez sin la decisiva colaboración del “primo de Zumosol” que siempre fue ETA. Y
han caído en el engaño el PNV y Podemos, que prefieren cerrar los ojos y
convertirse en ciegos oportunistas que defender al Estado de derecho. Así es
que la presencia de Otegi en las listas está ocupando en los diarios vascos
mucho más espacio que el escaso crecimiento de nuestra Economía, -muy por
debajo de las previsiones-, mucho más que la deserción sistemática de empresas
ubicadas en el territorio vasco, -con el consiguiente estancamiento, que no
mejora en el empleo-, mucho más que el empobrecimiento de las capas medias de
la sociedad, -que es la consecuencia más dramática que deriva de la
desigualdad-, mucho más que el deterioro de la calidad y alcance de los
servicios públicos, etc… etc…
Pero los vascos seguimos ocupándonos más de lo anodino que de
lo fundamental. Nos satisface que los parámetros que definen nuestra crisis
sean más llevaderos que los que definen la de otras regiones españolas. He ahí
nuestro júbilo. Nos repetimos que somos los mejores en lugar de ser realistas y
repetirnos que somos los menos malos.
Lo cierto es que sólo queda un mes para que vayamos a votar
en Euskadi y casi todos ocupamos nuestras conversaciones privadas en comentar
las extrañas vicisitudes que tienen lugar en la imbricada formación del
Gobierno del Estado. Es lógico, porque las Autonomías son una cosa y el Estado
es otra, aunque considerablemente más importante, y ello a pesar de que Euskadi
administre gran parte de los servicios que afectan directamente a los vascos
con una gran autonomía; a pesar de que el debate entre los líderes políticos
vascos alcance niveles muy importantes que exigen actuar con el cuidado
suficiente para que nadie lleve sus discursos por los cerros de Úbeda, que en
lenguaje más cercano sería como llevarlos por las entreveradas peñas del
Amboto.
Hubo tiempos, aún no lejanos, en que se hacía de ese modo. El
excesivo tiempo dedicado a, en unos casos manipular a la opinión pública y en
otros a intentar educarla, mientras había vascos que creían que el terrorismo
podía ser eficaz para la liberación del pueblo y de sus gentes, causó demasiado
hastío y tristeza, suficientes para convertir la política vasca en un terreno
difícil de cultivar. Sin embargo, los diarios empleaban demasiadas hojas en
relatos estériles y tristes que mostraban a unos vascos como montaraces y
violentos, a otros como acomodaticios y condescendientes en exceso, y a otros
como sufrientes víctimas llenas de un miedo lógico que terminó por alimentar
sus conciencias con un ansia de venganza
absolutamente justificada.
Ahora que el acuerdo entre las fuerzas políticas del ámbito
estatal se presenta tan complicado, los vascos deberemos volver a dar ejemplo.
Con dificultades, sí, pero con diligencia, los vascos hemos votado en varias
ocasiones y hemos obtenido resultados tan complicados de congeniar como los que
han tenido lugar en toda España. En Euskadi se dividió el nacionalismo
tradicional, y el abertzalismo más extremo pasó por cambios, no solo de nombre,
y por descalificaciones de todo tipo. En el otro lado los no nacionalistas
también sufrieron cambios definitivos que convivieron con la persecución
violenta, asesina y mortal de una ETA integrada por hijos, principalmente de
nacionalistas muy decentes, que se veían empujados a nadar y guardar la ropa
cada vez que tenían que pronunciarse. Y sin embargo, los acuerdos han sido
suficientes porque los líderes, normalmente, han huido de los extremos para
compartir los espacios intermedios, siempre más proclives al entendimiento.
Si, definitivamente, el Estado camina hacia las terceras
Elecciones, bueno será que copie de cuanto ha venido aconteciendo en Euskadi.
Bien sé que el alcance no es el mismo, y sé que es lo mismo lo que se juega en
una Elecciones o en otras, pero las actitudes ante los nuevos tiempos sí lo han
de ser. Cuando, por fin, quede resuelta la duda en torno a la comparecencia, o
no, de Arnaldo Otegi, se empezará a hablar de la Política real, es decir de
cuanto toque o influya a la vida de los vascos. No son de esperar grandes
vuelcos ni sorpresas, entre otras cosas porque, normalmente, los líderes
vascos, nacionalistas y no nacionalistas, gustan de imitar a los bueyes en sus
andares que no levantan el pie (la pezuña) del suelo para avanzar un nuevo paso
hasta que el otro pie no está debidamente asentado. En esto, contra todo
pronóstico, los vascos no tenemos mucho que ver con los catalanes que, a pesar
de subrayar constantemente sus similitudes con los vascos, van de tropezón en
tropezón. Lo dicho, hablaremos de Política real cuando nos digan de forma
definitiva qué va a ser de Otegi.
Es una pena que aún estemos donde estamos, girando como
pollinos en la noria. Tal me ha ocurrido a mí, que presentía al iniciar este
artículo que sería corto, pero el sol y el calor de este final de Agosto me han
tendido en una cómoda tumbona y, reflexión tras reflexión, he llegado a este
punto en el que exhorto a todos los que negocian el nuevo Gobierno para España
a que lo hagan con la predisposición con que han solido hacerlo los líderes
vascos. Ya sé que nada es igual, pero nada es tan diferentes,… y mucho menos,
opuesto.
Permitidme, queridos lectores, una licencia: ¡Espero y deseo
que hayáis tenido un buen verano!
Fdo. JOSU MONTALBAN