ESPECULACIONES ELECTORALES DE UN
SOCIALISTA DESCONCERTADO
Empiezo por la segunda parte del título: ¿por qué me
encuentro desconcertado? No solamente porque me encuentre “confuso”, sino
también porque me siento “corrido” (avergonzado) y además “consternado”
(entristecido). Son estas las tres acepciones que el Diccionario que tengo más
a mano considera sinónimos de “desconcertado”.
La furia con que se
han venido expresando los socialistas para definirse en relación a la crisis
que afecta al PSOE es tan inexplicable como antisocialista, además de inhumana.
Nadie ha buscado, ni encontrado, responsables sino que ha buscado culpables. No
siempre los responsables tienen que ser culpables, mucho menos cuando las
responsabilidades y las culpas se buscan en el seno de un grupo humano al que
los individuos se afilian voluntariamente tras aceptar una serie de reglas y
normas que deben ser cumplidas con el máximo rigor. De modo que todo lo que es
reglamentario es aceptable, aunque algunas veces deban ser tenidas en cuenta la
transigencia y la benevolencia a la hora de interpretar los reglamentos.
Tras las Segundas Elecciones Generales en algo más de medio
año, el mapa electoral apenas ha cambiado desde las Primeras, aunque sí hayan
cambiado las circunstancias que han venido acompañando a la crisis del PSOE.
Cualquier socialista que sepa un poco de aritmética sabe que son
imprescindibles 176 escaños para acceder al Gobierno de España, por eso debe
saber que la “incompatibilidad de caracteres” (y demás) que afecta a los
líderes de Podemos y C’s, sumada a la imposibilidad de acordar nada provechoso
con los independentistas que no quieren ser españoles y aborrecen a España,
imposibilita los 176 pertinentes. De modo que las posibilidades de alcanzar el
Gobierno son nulas. Así que al socialismo le queda dar testimonio de que se
opone al partido más votado (PP) diciendo que “no”, sin más, o dar testimonio
de lo mismo pero anunciando que el Parlamento español, como Cámara de debate y
discusión, se convierte en un “gobierno” democrático que, con todos los medios
a su alcance, va a domeñar al Gobierno minoritario y le va a obligar a enmendar
y cambiar todo aquello que ha venido estropeando durante los últimos cinco
años.
Sin embargo, los socialistas cruzan espadas en sus reuniones
y profieren amenazas impropias de “compañeros”. Importa poco saber lo que les
puede deparar el futuro, ellos están en una lucha sin cuartel en la que brillan
más los más intransigentes. Unas Terceras Elecciones pueden premiar o castigar
a las cuatro fuerzas dominantes. Quizás el juicio “Gurtel” pase factura al PP,
aunque no se la ha pasado hasta ahora. Tal vez la crisis interna que padece
convierta en víctima al PSOE. Puede ser que Podemos se vea cercenado como
consecuencia del miedo que provoca, o de las discusiones bizantinas y nada
discretas en que andan metidos Pablo Iglesias y Errejón. Y casi seguro que C’s
volverá a descender en votos porque la flaccidez que muestra cuando negocia no
le confieren la debida credibilidad. Se trata de especular, que es lo mismo que
jugarse la fortuna a cara o cruz. Por eso, queridos amigos y apreciados
“compañeros”, me siento desconcertado. Mi desconcierto viene motivado, sobre
todo, por la escasa solvencia mostrada por las elites socialistas, incapaces de
conducir al “rebaño” por las veredas adecuadas, lo que les lleva a hacer
propuestas tan peregrinas como preguntar “uno por uno” a todos los integrantes
de la manada (afiliados) para decidir sobre algo para lo que fueron elegidos
ellos. Yo estoy convencido de que para hacer consultas cada vez que el rebaño
se encuentra en una bifurcación o una encrucijada de caminos basta con un mero
administrador que interprete y desarrolle los estatutos, que no es necesario un
líder.
Lo dicho, el PSOE está en una importante crisis, pero los
socialistas tenemos el deber y la obligación de no convertir la crisis en una
catástrofe. No solo porque nuestra voluntad nos lo dicte, ni porque nuestros
ideales nos inciten a seguir siendo útiles a la sociedad, ni siquiera porque
nos lo impongamos como grupo humano comprometido con los valores humanos de la
justicia y la igualdad que deben definir toda convivencia, sino porque los
españoles y la humanidad nos necesitan frente a la derecha ramplona del PP que
se frota las manos y muestra sus colmillos. El socialismo no debe construirse
mediante especulaciones extrañas. La lucha no pasa por la obstinación, aunque
sí por la constancia y la lealtad a nuestros principios y nuestra Historia.