sábado, 31 de agosto de 2013

INTERPELACIÓN,  REPROBACIÓN,  CENSURA…
Durante el mes de Agosto la vida es más llevadera. También para Rajoy lo ha sido. En este ínterin, que comenzó para Rajoy después de comparecer en la sesión del Congreso de los Diputados para defenderse del caso Bárcenas, los españoles hemos seguido desbrozando el asunto, recibiendo informaciones en torno a lo acontecido durante los últimos veinte y tantos años con las cuentas del PP, sacando conclusiones definitivas. Ya no hay nadie en España que no tenga más o menos claro lo que ha pasado en la sede del PP durante esos años. Sin embargo los partidos políticos, a excepción del PP, aún vacilan sobre los pasos que deben dar en adelante, sobre todo el PSOE que es el principal grupo de la oposición.
¿De qué se trata, de seguir requiriendo a Rajoy para que vuelva a repetir la monserga de que su única responsabilidad es haberse dejado engañar por el hombre en que depositó toda su confianza? Ya todo el mundo sabe que a la sede del PP llegaba un dinero de color negro, que se administraba como tal y se guardaba en una caja secreta; que los que traían aquel dinero negro habían sido beneficiados en adjudicaciones de obras y servicios por dirigentes de Instituciones gobernadas por el PP; que Bárcenas, como “buen repartidor” se quedaba con billetes entre los dedos que llevaba después a Suiza y a otros paraísos fiscales; que lo que se quedaba Bárcenas era metido en sobres para recompensar a las elites del PP, incluidos ministros y presidentes; que entraban en aquella sede los poderosos con cierto sigilo y salían sonriendo con una mano en el bolsillo de la chaqueta, sujetando el sobre más o menos abultado…
Eso ya lo sabemos todos, pero esto no es más que el anecdotario de una corrupción generalizada, que no es poca cosa… Hay más intríngulis en el asunto que es, si cabe, tan grave o más que la misma corrupción. Alguien en aquella sede pensó antes de dar el primer sobre de propina que quien lo recibía era merecedor de ello. Es decir, que su sueldo como ministro, como diputado, como director o como presidente, no era suficiente y por tanto debía ser complementado con una dádiva graciosa. Poco importaba lo que hubieran voceado en los mítines de sus campañas electorales: que estaban dispuestos a servir a los españoles de forma desinteresada, que se dejarían la piel en el empeño, que venían con lo suyo y que con ello, y con nada más, se iban a ir. Todo había sido falso, porque además de poner al Estado y a sus Instituciones (y Presupuestos correspondientes) al servicio de su peculio, y del de sus amigos de su misma clase social, para que el dinero de todos se distribuyera selectivamente entre unos pocos, los “servidores” de la patria habían convenido unos con otros que eran necesarios unos sobresueldos que compensaran sus “pérdidas” por ocupar tales puestos.
Bien. ¿No hubiera sido más honrado que hubieran subido los sueldos de presidentes, ministros y diputados, para que no les pillaran con las manos en la masa (perdón, en los sobres)? Sin duda, pero si se hubieran comportado de ese modo, además de arriesgarse a ser censurados por ello, también cobrarían cantidades más copiosas quienes les sucedieran al frente de tales instituciones públicas. A ellos les mueve un interés concreto: el de su clase social. Poner unos sueldos “europeos” a los cargos públicos no supone distinguir entre unos y otros, populares y socialistas, derechas e izquierdas. Lo que sí establece diferencias es pagar sobresueldos, y como el dinero para ello procede de “sus” poderosos adinerados, a los que les ha enriquecido mediante contratos millonarios, las dádivas que los empresarios y demás metían en la sede del PP donde merodeaba Bárcenas, pasaban a formar parte de un “fondo solidario” destinado a enriquecer a los ya ricos. Así era, porque a tenor de las noticias, muy pocos sobre salieron con destino a sus concejales más pobres, de tantos pueblos de la España profunda, que aún piensan que el único malo en esta película ha sido Bárcenas.
Esta concepción del ejercicio de la Política es tan grave como la propia corrupción. Incluso más, porque ha extendido de forma generalizada una idea de la política y de los políticos muy falsa, que tiene que ver muy poco con el noble oficio y deber de gobernar a los pueblos, de hacer que la democracia genere ambientes saludables para la convivencia de todos los ciudadanos, de servir a los demás desde las instituciones que son de todos. Si esto es así, ¿a qué viene seguir pidiendo explicaciones a Rajoy sobre lo que ya ha sido suficientemente explicado? Quien tiene que interpelar o interrogar a los artífices de tanta miseria ética es el Juez. Quien tiene que reprobar a Rajoy por cómplice de la corrupción, como poco, o por ser un baldragas soportando a Bárcenas a su lado ha de ser el pueblo español, al que se le debe dar el debido protagonismo ofreciéndole la oportunidad de votar de nuevo. Queda la censura como paso previo a la dimisión del Presidente del Gobierno. Una Moción de Censura permitiría que fuera quien la pone el que dirigiera realmente el debate pertinente, impidiendo que Rajoy se fuera por los cerros de Úbeda como hizo en su comparecencia de primeros de Agosto.
Evitar interpelaciones y reprobaciones en el Congreso es para el PP tan fácil como hacer valer la mayoría absoluta aduciendo que la comparecencia ya desarrollada fue tan generosa en explicaciones como suficiente. Una moción de censura no va a surtir los frutos que pudiera desear el PSOE, que sería el indicado para presentarla, pero permite contrastar posiciones y debatir propuestas, es decir, mostrar ante la sociedad española las cartas de cada uno de los jugadores, los fundamentos en que cada cual, cada partido, apoya y basa la democracia de la que predica.
Fdo.  JOSU  MONTALBAN      

martes, 20 de agosto de 2013

ETA Y LA IA
ETA continúa estando presente en nuestra sociedad. Casi dos años después de que anunciara el cese definitivo de la lucha armada, ETA sigue emitiendo ese rugido sordo que nos obliga a todos a recordar lo que ya deberíamos haber olvidado. Sí, olvidado, porque aunque la memoria sea persistente y reverdezca toda la brutalidad de sus crímenes, la desaparición definitiva de ETA tendrá lugar cuando los encapuchados ocupen las pantallas de nuestros televisores y nos anuncien la disolución de tan fatídica palabra. ETA es una palabra abominable que significa “miseria y muerte”, de nada sirve que las letras que forman la palabra respondan a significados tan nobles como “Euskadi” y “Libertad”. Es una vergüenza, para cualquier vasco que se precie de serlo, nombrar las siglas y la palabra que forman, pero ETA vuelve a estar por ahí, atosigando a todos y poniendo a prueba a sus miembros, a sus simpatizantes y a los que tantas veces les han aplaudido desde la Izquierda Abertzale, que se ha paseado por la historia más reciente camuflada tras de tantos apelativos como ha sido preciso.
En esta ocasión, una vez más, ETA ha hecho valer su oculto poder de la mano de comunicados expeditivos que intentan obligar a sus presos a comportarse siguiendo los dictados de la dirección terrorista, en lugar de seguir los deseos de sus conciencias. ETA sigue estando sorda y ciega: se muestra una vez más como un monstruo que amenaza incluso a sus hijos y les ofrece un abyecto proyecto para protegerlos, pero obligándoles a la más absoluta sumisión. La circular que ha enviado a los presos establece unas “líneas rojas”, -de nuevo las “líneas rojas” que sirven para delimitar comportamientos y coartar libertades-, que señalan que “no serán aceptadas las salidas políticas personales, ni cabrán el arrepentimiento ni las denuncias de los compañeros”. Me surge una pregunta: ¿qué ocurrirá a quien sobrepase esas líneas rojas? Porque ahora mismo aún quedan muchas muertes que aclarar, y las investigaciones policiales y judiciales van a profundizar en interrogatorios que bien podrán dar a entender denuncias de unos compañeros por parte de otros. O sea, que ETA combate la rehabilitación de sus presos y les condena a convertir sus conciencias en sepulcros vacuos, en quimeras que les atormenten durante el resto de sus vidas.
En este esquema el papel de Sortu se muestra de forma difuminada como el de unos comparsas enmascarados que se las ven y se las desean para decir algo que parezca juicioso en cada momento. Programan actos, redactan manifiestos, reclaman acciones a los demócratas que no reclaman a sus amigos totalitarios, callan atemorizados y, de vez en cuando, dan alguna primicia a los periodistas para que parezca que están enterados de los posibles comportamientos de los etarras. Y como han de tener mucho cuidado de no proferir frases o fijar posicionamientos que les involucren en la organización terrorista, para no ser ilegalizados como grupo político o inhabilitados para ocupar cargos públicos, no cesan de rizar el rizo y pronunciar retruécanos con los que intentan explicar lo inexplicable. Después de casi dos años de paz, sin que ETA haya anunciado su disolución, los líderes de Sortu no paran de pronunciarse en la más absoluta nebulosa, incapaces de pedir públicamente a ETA que se disuelva. Como muestra aporto dos pruebas. De Laura Mintegi: “Yo estoy convencida de que va a dar ese paso ( la disolución) porque el objetivo no es mantener unas armas que ya se sabe que no se van a utilizar nunca,…, antes cae el Gobierno”. Pero la frase de Pernando Barrena resulta más curiosa y difícil de analizar aún: “ETA tiene disponibilidad total para dejar fuera de uso las armas”.
¿Quién de los dos manda en el otro? ¿Quién supedita al otro? Ciertamente fue ETA la que prestó a Sortu y a la IA la mayoría de los votos en los que sustenta su importante presencia institucional. El colectivo de presos pesa como una losa sobre la militancia abertzale, porque mientras ellos se pudren en las cárceles sometidos a las arduas condiciones penitenciarias y a las intransigencias de sus jefes “compañeros”, los cargos institucionales de Sortu disfrutan de sus rangos como diputados, alcaldes o concejales, los de mayor rango cobrando salarios sabrosos que quizás fueron fijados por sus predecesores, a los que ellos llamaron “despilfarradores”, pero que ellos no han enflaquecido al llegar a las instituciones. Por todo esto Sortu debe reclamar a ETA que se disuelva, antes de reclamar a otros que actúen. Fue ETA la que mató, secuestró y extorsionó. Fue ETA la que convirtió las calles vascas en avenidas hacia los infiernos. No sirve para nada afirmar que “el conflicto ha producido sufrimientos en todos los lados, es una realidad innegable que no tenemos problemas en aceptar”, tal como reza la circular enviada a las cárceles. También lo dicen del mismo modo los miembros de Sortu y la IA, pero el conflicto no fue ni es eso, sino la práctica arbitraria de la violencia de unos pocos desalmados contra todos los demás. Y a ETA, si aún le importan sus presos, le queda disolverse y, en todo caso, crear una asociación de afectados que vele por su futuro (de los afectados) y libere las conciencias de los presos de la esclavitud a la que ahora viven sometidos.
FDO.  JOSU  MONTALBAN          

martes, 13 de agosto de 2013

¿CUÁL  ES  LA  TRAGEDIA?
La tragedia no es que los gibraltareños hayan tirado bloques de hormigón en el estrecho de Gibraltar. Eso habrá que aclararlo del modo más eficaz y noble posible. Delegaciones de hombres bien ataviados se reunirán. Primero lo harán los gibraltareños e ingleses en un sitio y los españoles en otro. Después se reunirán unos con otros y discutirán sobre el derecho de cada cual. Y por fin resolverán cada uno por su cuenta qué van a hacer. Ya lo han anunciado: como se sienten incapaces de llegar a acuerdos, es decir, de comprenderse entre ellos, irán cada uno por su cuenta a pedir justicia a los Tribunales europeos e internacionales. En ellos, cada cual informará a su modo, cada cual mostrará su versión, cada cual presentará fotografías que, tomadas desde un ángulo o desde otro den lugar a interpretaciones bien diferentes. Los miembros de los tribunales internacionales son buenos discípulos de Poncio Pilatos, y resolverán casi arbitrariamente el problema mientras se lavan las manos. En resumen, lo dicho, esa no es la tragedia.
La tragedia es que en dos días han llegado casi doscientos inmigrantes subsaharianos, negros y pobres. Entre ellos hay mujeres, -alguna de ellas embarazada-, niños, jóvenes, y no vienen ancianos porque en sus países de origen o procedencia casi nadie llega a viejo.
Vienen en embarcaciones de goma o de plástico, de esas que en España suelen regalar los padres a los hijos para que se diviertan en las aguas mansas de las playas, las lagunas o los estanques. En unas barcas tan rudimentarias pensadas para un aforo de tres personas, han llegado diez o más personas que se han aposentado para, en manos de la fortuna, atravesar los casi 15 kilómetros que hay entre su “maldita” África y las costas de Tarifa. A lo largo del trayecto, -a lo lejos, pero al alcance de su vista-, ven la costa de Gibraltar  con su bandera gigante. A poca distancia de ella ven la bandera española, porfiando en tamaño con la de Inglaterra.
Pero ellos vienen, callados, mirando a lo lejos hacia la Tierra Prometida. Sienten el frío del océano. Sienten como un puñal la profundidad del océano. Tiemblan, de miedo y de frío. Tiritan de impaciencia. Claman a Eolo para que les envíe vientos apacibles y bien dirigidos que hagan venturosa la travesía. Se miran a los ojos fijamente para comunicarse sus sueños, pero no los descubren porque temen no llegar a consumarlos.
De pronto, en medio de la oscuridad, ven cómo un rayo de luz se posa sobre sus cabezas. Entonces se sienten seguros: no los tragará el mar. Y ya empiezan a preparar los pasos que han de dar para que su plan B sea también afortunado. El plan A consistía en alcanzar la costa y caminar, y caminar en busca de una vida digna. El plan B era que fueran descubiertos y tuvieran que soportar trámites y consultas en embajadas y comisarías. Pero siempre ha pesado sobre sus mentes otro plan, diabólico y triste, que llevara las rudimentarias naves al fondo de los mares, para comida de los tiburones y del olvido.
Esta es la tragedia que tiene lugar en el Estrecho de Gibraltar: 112 barcas interceptadas, el doble que hace un año; 1428 inmigrantes recogidos, un 25% más que hace un año. En el último fin de semana han sido rescatados 195 subsaharianos. ¿Cuántos otros, no cuantificados, han perecido? ¡Esta es la tragedia! Estaría bien que quienes nos gobiernan, y quienes gobiernan el Mundo, nos dijeran qué piensan de esta tragedia que afecta a su dignidad mucho más que los abusos de las autoridades inglesas y gibraltareñas. Estaría bien que pusieran el mismo empeño en atajar esta llegada de parias subsaharianos, que en defender poderes, capitales y posesiones.
¡Esta es la tragedia! ¡Qué lástima que su narración ocupe la sexta parte que la idiotez del asunto de los bloques de hormigón! Si en lugar de dejarlos caer, hubieran descendido con ellos, habrían visto en el fondo cadáveres y esqueletos de los inmigrantes subsaharianos que perecieron en medio de la travesía que les traía de la más bárbara miseria hacia la Tierra Prometida.
FDO.  JOSU  MONTALBAN         

domingo, 11 de agosto de 2013

YA  VAN  DOS  (DE TRES)
Por ahora dos de los tres Organismos que forman la Troyka europea se han pronunciado a favor de que se bajen los salarios en España un 10%. Falta uno de los tres, el BCE, pero su opinión ya parece irrelevante porque nadie debe dudar de que, aunque no se pronuncie en ningún sentido, está completamente de acuerdo.
En la foto que ilustra la noticia Olli Rehn tiene una ceja levantada, -pero hay otras fotos en que muestra un semblante más bien tétrico-, quizás porque el redactor de la noticia ha querido poner ese rasgo de incertidumbre. Cuando anunció lo mismo, pocos días antes, la Señora Lagarde (FMI) su semblante no titubeó en las ilustraciones. Lo cierto es que a Olli Rehn no le obligó nadie a salir en los diarios pero él, voluntariamente, plasmó su opinión en las Redes Sociales, a sabiendas de que su dominio en ellas nunca se queda en lo anecdótico. Así que las páginas de los diarios se han hecho eco del importante apoyo al FMI por parte del Comisario de Economía europeo. Incluso la patronal se ha pronunciado en contra, no se sabe bien si con la boca grande o pequeña. Para saberlo estaría bien que el Presidente del Gobierno español reuniera en la Moncloa al Presidente de los empresarios españoles, junto a los líderes sindicales, y ofreciera una rueda de prensa conjunta en la que mostrara su más firme oposición a las propuestas y la solemne promesa de que tal reducción del 10% en los salarios nunva va a contar con el apoyo del Gobierno, o sea, que el Gobierno no va a promover ni un solo movimiento que la facilite.
El nuevo tiempo aclarará si Olli Rehn ha hablado a humo de pajas o lo ha hecho con cierto fundamento. El Gobierno español aún no se ha pronunciado oficialmente, y ya está acabando el jueves. El portavoz del PP, Martínez Pujalte, sólo ha dicho que las declaraciones no son buenas porque son “parciales”, y porque siembran desconfianza en los ciudadanos, pero ha dejado caer que se requiere un ajuste integral que incluya no solo salarios sino también precios, alquileres, rentas y rentabilidad de las empresas. Es decir, que no está en completo desacuerdo. Como quiera que la patronal empresarial se ha expresado con su habitual opacidad, -“la hoja de ruta de los empresarios es el acuerdo de moderación salarial”-, bien cabe concluir que la propuesta sigue ahí, y que no se trata de una serpiente de verano sino de una propuesta tan concreta como firme con la que se abre un debate envenenado. Con razón ha advertido Rubalcaba que “las recetas de la Comisión Europea son veneno para España”.
Evidentemente lo son, y es preciso decir por qué. Según datos recientes el salario bruto medio en España es de 1615 euros, mientras en Europa está en 1936 euros. Hay doce países por encima de España, pero por debajo sólo están Eslovenia, Malta, Portugal, Chequia, Estonia, Polonia, Eslovaquia, Hungría, Letonia, Lituania, Rumanía y Bulgaria. He nombrado todos para que los lectores valoren cuál es la situación real en que nos encontramos los españoles. En poder adquisitivo, España ocupa el puesto número quince de Europa. En valor absoluto nuestro poder adquisitivo está un 4% por debajo de la media de los países europeos. Entre los países europeos que tienen fijado un salario mínimo mediante Ley, España ocupa uno de los lugares más bajos: el más alto es Luxemburgo con un Salario Mínimo de 1801 euros al mes, mientras España ostenta un lugar muy retrasado con 748 euros al mes, contando que cada español cobrara doce pagas. En los últimos años el aumento del IPC (Índice de Precios al Consumo) ha superado con creces el avance del salario medio, con lo que hay que deducir que los españoles hemos perdido poder de compra, ha descendido notablemente nuestro poder adquisitivo. ¿Qué más podemos decir? Parece claro que los salarios de los españoles no son excesivos ni desmesurados, más bien escuetos y ridículos. Debería establecer el señor Rehn algún tipo de comparación con su país, Finlandia, donde el salario medio es de 2776 euros brutos al mes, aproximadamente un cuarenta por ciento superior al español.
Lo cierto es que ya son dos, de los tres Organismos de la Troyka comunitaria, los que se han pronunciado. Los españoles pueden ponerse a temblar porque Rajoy y su Gobierno siempre han mostrado obediencia ante ella. No será un 10%, pero será. La escasa contundencia de la respuesta del gobierno, que solo se ha expresado a través del vocinglero Martínez Pujalte, que no pertenece a él, es delatadora. La derecha española aún no ha dado todos los pasos que desea dar. Será muy difícil que vuelva a encontrarse en la situación ventajosa en que ahora se encuentra, con su mayoría absoluta y una crisis que le sirve como coartada, para justificar cualquier propuesta o decisión del tipo de la apuntada. Olli Rehn se ha expresado sin reservas: “Aquellos que rechacen la propuesta de forma instantánea cargarán sobre sus hombros la enorme responsabilidad del coste social y humano: los millones de jóvenes parados españoles”. ¡Qué bárbaro y qué miserable!... Pero la coartada es excelente. De momento Rajoy no se ha pronunciado. O sí, lo ha hecho debilitando a los sindicatos, cuya misión es la defensa de los trabajadores: su subvención con cargo al Estado se ha reducido a la mitad, según ha quedado aprobado por decisión ya firme del Gobierno.
Ahora se trata de esperar a los acontecimientos. La última Reforma Laboral aprobada por el PP favorece que se puedan tomar medidas arbitrarias en el sentido anunciado por el FMI y por Olli Rehn, ahora solo falta que Rajoy las tome realmente, para hacernos más pobres a la mayoría de los españoles, y hacer a los ricos más ricos aún.
Fdo.  JOSU  MONTALBAN
CRONICA  DE  VIAJE:  EL  PAPA  FRANCISCO,  EL  INDIGNADO
Es indiscutible el alcance ilimitado del mensaje papal. Su primer viaje importante, con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud, ha resultado sorprendente. En anteriores ocasiones el protagonismo de los Papas no pasaba de sus presencias, las suntuosidades que les rodeaban, el Papamóvil y poco más. Siempre acontecía alguna vicisitud que los informadores aprovechaban para llenar las consabidas páginas de los diarios o los minutos que previamente habían reservado en los espacios de noticias de las radios y las televisiones. Ni Juan Pablo II ni Benedicto XVI provocaron gran estruendo porque sus presencias siempre respondieron a un guión hermético en el que ellos no eran los auténticos protagonistas sino meros actores de reparto, eso sí, los más importantes del elenco. La grandeza y la majestuosidad siempre estuvieron presentes para rodear a los Papas, que besaban el suelo en las llegadas a los aeropuertos como única novedad, o saludaban con brazo de autómatas ofreciendo bendiciones desde los estrados. Y es por eso que a quien, como yo, no le asiste la fe, aquello se quedaba en una parafernalia con escaso significado  a pesar de su aparatosidad. Pero esta vez, en Brasil, el Papa Francisco ha gesticulado mucho menos y ha hablado mucho más, lo suficiente como para despertar, primero curiosidad y por fin complicidad en quien, como yo, no creo en Dios pero creo en el Hombre. Será muy difícil provocar el retorno de los no creyentes, -imposible, porque la vida no da para tantas idas y venidas-, pero cabe la colaboración mutua. Exhortaba Bergoglio a sus gentes: “¿Somos aún una Iglesia capaz de inflamar el corazón? Hace falta una Iglesia que no tenga miedo a entrar en la noche de los que se han marchado, de escucharlos, de participar en su conversación”.
Ciertamente, conversar siempre es conveniente. La Cultura, la Religión y la Política pueden salvar a la Humanidad. El Hombre precisa de las tres en este mundo complejo en que las tres están amenazadas por un mismo virus: la Economía. “El futuro nos exige una visión humanista de la Economía y una política que logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza; que a nadie le falte lo necesario y que se asegure a todos dignidad, fraternidad y solidaridad”, dijo el Papa. La Iglesia siempre ha hablado de la pobreza, pero los Papas no han acudido en muchas ocasiones a los lugares en que viven los miserables, los parias, los pobres. En la favela Varginha habló poco de caridad, pero llamó a la solidaridad y puso un énfasis especial en la insoportable desigualdad que abre una brutal brecha entre los ricos y los pobres. El abrazo entre el Papa Francisco y el joven de 28 años, Walmir Junior, producto de la miseria de las favelas sirvió de preámbulo para la llamada lastimera a corregir las pautas erróneas de la Política: “El futuro nos exige la rehabilitación de la Política, que es una de las formas más altas de la caridad”. En estos tiempos en que la política apenas ofrece respuestas y soluciones ante los problemas, se la reclama al menos como un acto caritativo, como un servicio al Hombre, como la ayuda desinteresada que los gobernantes han de administrar hacia los gobernados, principalmente hacia los más humildes y sencillos.
El Papa Francisco habló con frases lapidarias y tono de voz familiar. Sembró con su palabra, por eso ahora habrá que comprobar si florece el trigo. Reclamó la laicidad, lo cual en boca de un Papa es ejercer el laicismo. Fue lapidaria la frase: “La Iglesia tenía respuesta para la infancia del hombre, pero no para su edad adulta”. Y lo fue esta otra: “No es una época de cambios, sino un cambio de época”. O esta: “No basta un líder nacional, sino una red de testimonios que aseguren no la unanimidad, sino la verdadera unidad”. Es de agradecer esta huida del dogmatismo para acercarse al Hombre, a las múltiples culturas, a las depauperadas políticas que provocan desasosiego por inservibles. Las calles de Brasil habían estado llenas de jóvenes indignados, quizás  no violentos pero sí violentados ante las injusticias afloradas por una economía que cree en lo material y denuesta lo espiritual, que persigue el crecimiento  y olvida la redistribución, en suma, que genera ricos y pobres. No solo en Brasil, porque la indignación social ha sacado a los jóvenes a las calles a protestar, a lanzar piedras, a pronunciar palabras tan bellas como justicia, igualdad, fraternidad, solidaridad… También en otras partes del Mundo: en Siria, en Egipto, en las capitales europeas, en Perú, en Turquía… La indignación es una reacción inevitable de los ciudadanos dignos y libres cuando sienten su dignidad carcomida y su libertad diezmada. La indignación no solo es legítima, sino inevitable. Es más propia de los jóvenes, pero los mayores de hoy también fueron jóvenes, y han ido viendo como el Mundo ha ido empeorando, cómo el hábitat del Hombre se ha hecho cada vez más inhóspito. ¿Cómo podremos seguir viviendo en este Mundo tan poco acogedor? Sólo la indignación alimenta nuestros deseos vitales.
El Papa Francisco no lo dudó un instante: se convirtió en un indignado más. Copacabana se convirtió en una acampada de disconformes, de contestatarios, alentados por un “caudillo” vestido de blanco que dijo lo que nadie esperaba escuchar. Empezó con una exhortación de raíz casi teológica: “Llevar el evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo”. Pero bajó al terreno de inmediato para llamar a las cosas por su nombre: “Les pido (a ustedes, los jóvenes indignados) que sean revolucionarios, que vayan a contracorriente”. He trasladado su figura a la Puerta del Sol de Madrid, o la Plaza del Arriaga, donde yo viví las movilizaciones de los indignados con la ilusión del adolescente que quiere sentirse útil. Urgió a los jóvenes movilizados como si fuera otro más. Desde su “autoridad” les conminó: “Quiero que salgan a la calle a armar lío,…, quiero que la Iglesia abandone la mundanidad, la comodidad y el clericalismo,…, no dejen (dijo a los jóvenes) que otros sean los protagonistas de los cambios, ustedes son el futuro,…, no sean cobardes, no balconeen la vida, no se queden mirando en el balcón sin participar, entrad en ella como hizo Jesús, y construid un mundo mejor y más justo”.
¿Qué más se puede pedir a un acontecimiento como éste? Lo que parecía responder exclusivamente a la liturgia y la cultura de los católicos, de los cristianos, o de quienes muestran una disposición a profundizar en la historia de las religiones, ha trascendido esos ámbitos y se ha convertido en una llamada útil para que se produzca un despertar colectivo. Rouco Varela debe estar indignado, en contra de la indignación mostrada por el Papa Francisco. Rouco nunca ha incitado a los jóvenes españoles a armar lío, ni a ser revolucionarios, ni a caminar a contracorriente. A él le gustan más los sumisos: sumisos a él, a sus órdenes que administra como si se tratara de dogmas de creencia ineludible. Los quiere sumisos para convertirlos en sus huestes bienmandadas y obedientes. También para él habló el Papa Francisco: “El obispo debe amar la pobreza interior y la exterior; y no ser ambicioso; quiero una Iglesia facilitadora de la fe, no controladora de la fe; el obispo debe conducir, que no es lo mismo que mangonear; los obispos han de ser pastores, cercanos a la gente, padres y hermanos con mucha mansedumbre; pacientes y misericordiosos”. Tal vez se estaba dirigiendo también a él, lo cierto es que no le estaba retratando.
Y debo apostillar para quienes piensan que me meto en camisa de once varas. Dejé la fe (o ella me dejó a mí) porque no era capaz de discernir los misterios inherentes a la religión. Ya no me creo capaz de hacer esfuerzos excesivos pero el “indignado” Papa Francisco me ha hecho pensar que por encima de los credos y de las culturas está el Hombre, y que todos debemos estar dispuestos a rescatarle (rescatarnos) de las garras de esta Economía huraña y mezquina que devalúa la Política, que es la forma más alta de la caridad. Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco, dixit.
Fdo.  JOSU  MONTALBAN