lunes, 23 de noviembre de 2015

ATENTADO DE PARÍS: EL PNV SE EQUIVOCÓ (El Diario Norte, 23 - 11 - 2015)


ATENTADO DE PARÍS: EL PNV SE EQUIVOCÓ

Hay un aspecto de la práctica política parlamentaria que me parece ridículo. Es ese momento en que los líderes discuten por un quítame allá esas pajas, lo que termina provocando un “conflicto” de tan escaso fundamento que ocupa páginas de periódicos pero apenas unos instantes en las conversaciones de la calle.
Tal ha ocurrido, una vez más, con el texto que el PSE presentó en el Parlamento Vasco para rechazar el atentado de París de hace algo más de una semana, perpetrado por el terrorismo yihadista. La sencillez del texto, -“solidaridad con Francia y rechazo a toda forma de violencia terrorista e intolerancia”, y casi nada más-, hacía que cualquiera que no tuviera nada que ocultar en su pasado, y fuera pacífico o pacifista, dijera que sí al texto, aunque explicara y matizara su afirmación.
Pero no ocurrió así, de modo que PNV y Bildu coincidieron en el “no” argumentando que ya había sido suficiente con los cinco minutos de silencio que la Cámara Vasca guardó en consideración de dolor y respeto a las víctimas. En lo de guardar silencio ante el terrorismo los vascos somos experimentados, a pesar de que también lo seamos en convivir con el terrorismo etarra. El silencio es una forma de condena, pero mucho más propia de los temerosos que de los audaces, de modo que los vascos tendremos que ir borrando la audacia de nuestro currículo de méritos.
Dijo Egíbar que, dado que los socialistas sabían que Bildu diría que no al texto presentado, no deberían haber presentado la propuesta. Lo cual me hace pensar que el PNV “protege” más a Bildu que a los demócratas ya contrastados, lo cual es absurdo. Sin embargo, algo tan evidente y elocuente como hubiera sido la condena de los atentados de París a manos del yihadismo, que estaba en la mente de todos los humanos de buena voluntad (¡cuidado, que aún quedan humanos de mala voluntad!), se quedó en agua de borrajas o, lo que es peor, en una discusión irracional protagonizada por dos partidos que firmaron un acuerdo de legislatura en dicha Cámara, y han firmado pactos de gobierno en Ayuntamientos y Diputaciones Forales. ¿No es una pena?
En este caso no caben las medias tintas. La intransigencia del PNV para aprobar el texto del PSE solo puede valorarse como un acto de soberbia, como un kikiriki que entonó Egibar con el cuello estirado hasta la desmesura en el corral del Parlamento Vasco. Pocos minutos antes, o después, todos los grupos habían rendido Homenaje a Santiago Brouard, asesinado por un grupo terrorista el 20 de Noviembre de 1984. En este acto de Homenaje no hubo disidentes, lo que hace mucho más grave y absurda la cerrazón de Bildu, y sobre todo del PNV, a rechazar y condenar los 140 asesinatos de París.
¡Vamos, que fue una querella de polluelos, cuando lo que debería haber sido es un canto al unísono de todos los gallos del corral! ¡El PNV se equivocó!


FDO.  JOSU MONTALBAN 

viernes, 20 de noviembre de 2015

EL CONCIERTO VASCO Y EL "DESCONCIERTO" ESPAÑOL (El Siglo, 21 - 11 - 2015 )


EL CONCIERTO VASCO Y EL DES-CONCIERTO ESPAÑOL

No es la primera vez que el Concierto Económico Vasco (CEV) provoca el “desConcierto” en el resto de España. ¿Debe ser así? Creo que no, aunque es verdad que el CEV encierra en su propio nombre tanto misterio como desconocimiento. Sí ahora mismo pidiésemos a cuantos lo han criticado una definición escueta, comprobaríamos cómo la mayoría de los que hablan de él, para aprobarlo o para criticarlo, no serían capaces de definirlo, y mucho menos de extenderse en explicaciones, al margen de que se tratara de nacionalistas vascos o, incluso, nacionalistas españoles. El CEV es la muestra más evidente de lo que se dieron el llamar Derechos Históricos del País Vasco, -así son nombrados en la Constitución Española-, como una reminiscencia foral que, tal como subrayan los nacionalistas vascos, son anteriores a España. Es verdad esto, pero si interpretamos la Historia para determinar de qué modo se han producido los hechos hasta nuestros días, cabe concluir que en buena medida el CEV no tiene por qué representar un obstáculo en las buenas relaciones entre Euskadi y el Estado español.
Hace escaso tiempo la Hacienda española ha hecho público, de forma tan irresponsable como gratuita, un documento que recoge ciertas opiniones de presidentes de Comunidades Autónomas que plantean dudas respecto al sistema de Concierto y Cupo vascos, a los que tachan de favorecer ventajas para Euskadi en la financiación de la Hacienda española. Cuando estos presidentes autonómicos han sido consultados al respecto, casi todo han sido explicaciones ambiguas, más propias de quien no ha contrastado debidamente sus opiniones que de quien hace una interpretación rigurosa. ¿Saben realmente lo que es el CEV, y su evolución a lo largo del tiempo, quienes se han atrevido a poner el grito en el cielo? Claro que tampoco resulta suficiente la respuesta del Lehendakari Urkullu: “El respeto al CEV, que es un elemento esencial del pacto político de convivencia entre Euskadi y el Estado español, constituye una línea roja infranqueable, porque el CEV es la clave de bóveda del autogobierno vasco”. No es suficiente, pero es contundente: el Concierto Económico no se toca o, si se toca, se hunde el autogobierno vasco, y los vascos se verán abocados a seguir el camino de los catalanes. Eso ha parecido que quería decir el Lehendakari.
Si la Hacienda estatal, con el caudillo Montoro a la cabeza y agazapado, ha encendido la chispa, los medios de comunicación han puesto el resto, y los líderes políticos vascos, incluidos los dirigentes de formaciones de ámbito nacional, han salido a la palestra. La unidad de criterio ha sido casi total, solo los emergentes de Ciudadanos y los debilitados de UPyD se muestran contrarios, los demás se derriten en alabanzas a esa figura del Concierto, a la que consideran la máxima responsable de la prosperidad de los vascos. Los líderes vascos no han dudado en ningunear incluso las opiniones de sus superiores en el ámbito superior para ensalzar el CEV. De nuevo me pregunto si tales ensalzamientos obedecen al conocimiento, a la fe o a la estrategia electoral de cada cual. Recojo una definición del CEV: “Es un instrumento jurídico que regula las relaciones tributarias y financieras entre la Administración General del Estado de España y la Comunidad Autónoma del País Vasco”. Otra cosa es el Cupo que, obediente al Concierto, es la cantidad de dinero que el País Vasco abona al Estado para financiar el coste de las competencias no transferidas, además del solidario Fondo de Compensación Interterritorial.
Tradicionalmente, ha sido la fijación del Cupo lo que ha venido marcando las desavenencias entre el Estado y Euskadi, hasta tal punto que algo que debiera ser revisado cada cinco años lleva más de diez años sin sufrir ninguna modificación. Buscando más la sonoridad que la precisión de sus palabras, Mikel Iceta ha jugado con los términos “Cupo” y “cuponazo”, pero también los líderes del PNV y del Gobierno Vasco han tergiversado los conceptos para decir que Euskadi no “recibe” de España sino que “aporta”. Cada cual usa el debate para hacerse notar, mientras, el Ejecutivo vasco paga su cuota de Cupo estipulada en el 6,24% del gasto total del Estado, aunque Urkullu se ajusta a porcentajes estadísticos que le son favorables de cara a la galería, porque las ratios de población de Euskadi está en el 4,6% de la población española, y en cuestión de riqueza Euskadi alcanza el 6´07% de la española.
Sin embargo, aunque debemos convenir que Concierto y Cupo responden a un todo inescindible, es preciso subrayar que la fijación del Cupo, a través de la consiguiente Comisión arbitral entre Euskadi y el Estado evitaría casi todos estos escarceos. No es necesaria una revisión periódica del CEV, que desde el año 2002 se rige mediante una Ley de vigencia indefinida, pero sí hubiera convenido que el Cupo hubiera sido revisado conforme el tiempo lo reclamara, pues no en vano la Ley del Cupo es quinquenal.
Con buen criterio la Diputación Foral de Bizkaia fundó la Asociación para la Promoción y Difusión del CEV, Ad Concordiam, en el año 2000, en vísperas de la renovación pertinente del Concierto. No era una Asociación de carácter partidista, porque fue además constituida de la mano de las dos grandes Universidades Vascas. Ad Concordiam divulgó, en varios volúmenes, la opinión de políticos de todas las formaciones políticas, además de las de economistas e intelectuales de todos los ámbitos. De uno de los libros recojo textualmente lo que yo mismo aporté, en un amplio artículo que titulé “La desmitificación del Concierto”: “El Concierto Económico no es sino el texto escrito mediante el que se regulan las relaciones de orden tributario entre Euskadi y el Estado español. Solo eso. Quien quiera ver en ello otra cosa y lo trate como tal, solo está colaborando a su mitificación, ya en estadio muy avanzado , y a su conversión en mero instrumento de la lucha política partidista. Es cierto también que su peculiaridad dota de plena autonomía a la Administración pública vasca y posibilita el ejercicio de las competencias (funciones y servicios) que han sido asignadas a Euskadi en virtud del Estatuto de Autonomía de 1979. Esa peculiaridad es consecuencia de un proceso histórico que debe ser tenido en cuenta, pero el Concierto, a lo largo de la Historia , no ha llegado a ser lo que es por voluntad expresa del pueblo vasco, sino por los avatares sucesivos producidos tras un cúmulo de transformaciones sociales y políticas que se inician mucho antes de que protagonizaran la Historia quienes ahora intervenimos en la discusión del nuevo Concierto. Por todo ello, urge desmitificar lo que no es una bandera autonómica sino una institución tributaria”.
En ese afán desmitificador hay que decir que el CEV, como institución, inició su andadura a raíz de la Ley Abolitoria de los Fueron de 1876. Lo hizo con naturalidad, si bien los nacionalismos español y vasco se empeñaron en alimentar polémicas y controversias. La “guerra” dialéctica fue encarnizada a principios del año 2000, intentando convertir el CEV en lo que no era. Si hubieran leído la Historia se habrían dado cuenta de que la Ley Abolitoria de 1876, tras la derrota carlista, supuso el fin de la exención fiscal y militar de los Territorios Forales, aunque no fueran eliminadas todas las especificidades vascas, muchas de ellas reclamadas por los parlamentarios vascos liberales. Fue entonces cuando se establecieron los Conciertos que regulaban las relaciones entre las Diputaciones Forales y el Gobierno Central. El primer Concierto se firmó en 1878, y se renovó en 1887. Le siguieron renovaciones posteriores en 1894, 1906 y 1925, todos de duraciones limitadas, hasta que la Guerra Civil inhabilitó todos los acuerdos en 1936. Curiosamente Franco no derogó los tres Conciertos, dejó en vigor el de Álava como premio a su fidelidad con él. Todo esto tuvo lugar en la larga travesía que medió desde la abolición de los Fueros hasta hoy, si bien las vicisitudes y los tiempos han cambiado nuestra visión de la vida y de la realidad. Cuando  hablaba de “desmitificación” del Concierto lo hacía para evitar que algo que estuvo siempre llamado a ser un instrumento útil se quedara en una disculpa para provocar agravios comparativos y controversias. Por lo que se ve actualmente, hay quienes aún se sienten agraviados. ¿Con fundamento? Yo creo que no…
…Aunque convendría responder a quienes han protestado con razones y no con cabezonadas. El CEV no es el Cupo, aunque ambos estén estrechamente relacionados, pero ha sido muy eficaz por muchos motivos. Si nos atenemos sólo a los resultados inherentes a su aplicación basta con recurrir al artículo del Doctor en Ciencias Económicas y Catedrático de la Universidad del País Vasco, Ignacio Zubiri, en el libro de Ad Concordiam: “El CEV ha sido un instrumento básico en el progreso de la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV) en los últimos 20 años (era el año 2001). Ha aportado unos recursos financieros considerables, ciertamente mucho más elevados que los que tienen las Comunidades Autónomas (CCAA) de régimen común. Así, debido al diseño del Concierto la CAPV , con una presión similar a la del resto de España, ha obtenido en torno al 60% más de recursos per cápita que las CCAA de régimen común. Al amparo de estos recursos se ha desarrollado un Sector Público Vasco muy importante que en términos de gasto se aproxima al 25% del PIB. Más aún, debido a los recursos con que ha contado, el Sector Público Vasco no solo ha podido hacer frente al coste de una reconversión industrial tan importante como la que ha atravesado la CAPV a lo largo de la década de los 80 y principios de los 90, sino que al mismo tiempo ha podido financiar unas prestaciones a los ciudadanos considerablemente más elevadas que las del Territorio Común (resto de España). Así por ejemplo, en 1995 el gasto per capita en Sanidad en la CAPV era un 20% superior al del Territorio Común y el gasto en Educación un 15% más elevado. De igual forma, la CAPV ha desarrollado programas de lucha contra la pobreza que, probablemente, son los más avanzados de España”.
Esto, con lo que el catedrático introduce su reflexión, culmina en una serie de propuestas y consejos de los que extraigo uno bien sencillo: “Sería necesario diseñar un mecanismo mediante el cual los Territorios Forales pudieran realizar una defensa efectiva de sus intereses en la UE y participar en aquellas cuestiones que les afectan de forma más directa. Un punto de partida razonable para diseñar este esquema de participación sería el presentado en su día por el Gobierno Vasco. Según este esquema los representantes de las Comunidades Autónomas participarían en los diferentes órganos del Consejo de la UE mediante representantes de diferente nivel según el Organismo. La representación autonómica corresponde a una de ellas y se produce dentro de la delegación del Estado y como miembros de pleno derecho de la misma. Esta representación será obligatoria en todas aquellas cuestiones que constitucional y estatutariamente les hayan sido transferidas y en asuntos que sean competencia exclusiva de las Comunidades Autónomas el representante autonómico definirá la posición y la estrategia negociadora”.
Si así se hiciera, Montoro no podría presentar públicamente, enseñando su colmillo retorcido, ese documento con las opiniones de los dirigentes autonómicos encelados, y se podría explicar claramente que el Concierto Económico Vasco responde a un comportamiento de Euskadi responsable y comprometido con el Estado, en el que el riesgo está presente, pues aunque la aportación o Cupo está fijada de antemano, la recaudación fiscal no está asegurada y depende de la situación socioeconómica y de la eficacia y eficiencia de los aparatos recaudadores. Es decir, que el Concierto Económico ha provocado un desConcierto que el “director” Montoro ha querido usar en su provecho.


FDO.  JOSU  MONTALBAN                 

jueves, 19 de noviembre de 2015

ES TIEMPO DE ACUERDO, PERO TAMBIÉN DE DEBATE ( El Confidencial Digital, 19 - 11 - 2015 )


ES TIEMPO DE ACUERDO, PERO TAMBIÉN DE DEBATE

Los periódicos del viernes 13 se hacían eco de una noticia según la cual los líderes regionales del PSOE consideraban que el conflicto provocado por los secesionistas catalanes acabaría beneficiando a Rajoy de cara a las próximas Elecciones Generales del 20 de diciembre. En realidad el hecho de que el PSOE sea un partido serio, con visión de Estado, hizo que se pusiera a disposición del Presidente del Gobierno para frenar el proceso independentista no tanto por hacer la puñeta a la “numerosa” minoría que, zarandeada a su antojo por Artur Mas, se ha visto abocada a continuar la farsa secesionista, sino por defender la legislación en vigor y la integridad del Estado. Esa actitud comprometida y ejemplar dio pie a que los líderes políticos más oportunistas se atrevieran a criticar groseramente el hecho de que Pedro Sánchez acudiera a la Moncloa y acordara las posibles salidas del conflicto con Rajoy. A menos de dos meses vista de las Elecciones el debate político entre los dos líderes de las dos formaciones políticas más importantes por ahora en España cayó en picado, hasta tal punto que, amparado en el acuerdo, a Rajoy le bastaran proposiciones tan simplistas como la que hizo durante la cumbre sobre inmigración, en Malta: “Si se vuelve a vulnerar la Ley tomaré la decisión que deba tomar”. Se estaba refiriendo a lo ocurrido en Cataluña, pero bien servía para cualquier ocasión y lugar.
Pero en la noche del mismo viernes el Ejército Islámicomató a 140 personas en París, e hirió a otras trescientas. El terrorismo yihadista provocaba de ese modo brutal una masacre que volvía a provocar el acuerdo entre ambos líderes, al que luego se sumaron algunos más. ¿Cabía otra postura ante tal amenaza? No cabía otra postura, aunque los matices que cada cual aportara servirían para distinguir entre unas y otras intenciones. Más de cuatro días después la resaca es extraordinaria. Da la impresión de que el auténtico objeto del debate político propio de las vísperas de unas elecciones generales ha quedado en segundo término. Las políticas sociales que cada cual va a proponer en el escaparate de las ofertas electorales, aún no han sido mostradas. Asuntos tan esenciales como el empleo, la desigualdad, el reparto de la riqueza, la Educación, la Sanidad, los impuestos, las Pensiones o la cobertura del desempleo, que han de ser los que empujen a los ciudadanos a votar en uno u otro sentido, han quedado aparcados hasta que los nuevos episodios pierdan su vigor.
Y ya es tiempo de ello, de retornar al debate que más interesa a los ciudadanos en el día a día, porque la defensa del Estado en su integridad frente al desafío catalán, y la lucha contra el terrorismo yihadista han de formar parte de otra dimensión del debate político electoral. En esa dimensión han coincidido todos los políticos españoles, a excepción del espabilado Pablo Iglesias y los suyos, que han ido una vez más de justicieros. Cualquier análisis sobre dicha actitud resulta esperanzador, pero es tiempo de volver a las andadas del debate para que Rajoy no se esconda después de cuatro años de aniquilación de derechos ciudadanos, de ahormar la libertad de los ciudadanos para asordar las protestas en las calles, de fomento de la pobreza para muchos y riqueza para muy pocos, de crear la figura del trabajador empobrecido por un salario miserable, de extender el miedo entre los jubilados y los subsidiados, de abstraerse ante desahucios injustificados, de …
Los independentistas catalanes y los terroristas yihadistas han facilitado una tregua a Rajoy, que ha aprovechado para mostrar su más flagrante inanidad, que se resume en su frase más repetida: “haré lo que tengo que hacer”. Y bien, ¿alguien barrunta qué es lo que él piensa que tiene que hacer? En todo caso, ya que se muestra tan infalible en su amenaza, será bueno que Pedro Sánchez vaya haciendo mutis por el foro de la Moncloa para que Rajoy deje de ser una carga o un castigo para él.
El día 20 de Diciembre hay Elecciones en España. Eso, a pesar de lo ocurrido, es lo más importante para los españoles ahora mismo.


FDO.  JOSU MONTALBAN

miércoles, 11 de noviembre de 2015

POLÍTICA DE FICHAJES (El Confidencial Digital, 11 - 11 - 2015)


POLÍTICA DE FICHAJES

El último fichaje sonado ha sido el de Julio Rodriguez, que fue Jefe del Estado Mayor con el gobierno del socialista Zapatero, por Podemos. El citado militar irá en la segunda posición en la lista de Zaragoza. Pero la cosa no queda en el fichaje sin más, sino que además Pablo Iglesias ya le ha prometido la cartera ministerial de Defensa en caso de que gane los comicios. Sin embargo, no ocupará la primera, sino la segunda posición en la lista electoral. Si este fichaje hubiera sido obra de alguno de los dos partidos de la “casta”, a Iglesias no le hubiera gustado, porque los únicos uniformes que a él parecían gustarle son los uniformes de campaña de Chávez. (En eso se parecía a mí).
O sea que Zapatero e Iglesias piensan parecido en este aspecto, aunque Zapatero pertenezca a la “casta” e Iglesias pretenda crecer a costa de su fracaso. El hecho de que Podemos le haya fichado, y él se haya dejado fichar, significa bien poco para él. Dada su trayectoria profesional y humana solo caben las alabanzas, si bien era ya Teniente del Ejército en 1969, cuando aún Franco ejecutaba penas de muerte y promulgaba estados de excepción en los que sacaba a los militares a pacificar las calles a su manera. En aquel tiempo Julio Rodríguez no era aún famoso, porque solo pudiera haberlo sido poniendo en riesgo su vida. De cualquier modo Rodríguez era ya entonces una “rara avis” en las milicias, por eso Zapatero le fichó, del mismo modo que llamó la atención nombrando Ministra de Defensa a una mujer como Carmen Chacón. Así que no caben ahora alabanzas desmedidas a este fichaje, salvo las mismas que se dedicaron en su día al Presidente Zapatero y a su gobierno socialista.
Ya entonces decía Julio Rodríguez que el Ejército precisaba cambios. En aquel tiempo en que pertenecía a la “casta” anunciaba que los capellanes castrenses sobraban, que las fuerzas armadas “eran pacifistas precisamente por conocer la guerra y sus efectos”, y que los militares han de estar conectados a los acontecimientos. Nunca fue socialista de carnet porque no podía disponer de él siendo militar, pero asumió el cargo como un socialista más. Ahora que ya está jubilado se ha permitido hablar incluso del problema catalán: “el desafío independentista se soluciona políticamente y no sólo con la ley, hay que dialogar, dar afecto, llevar una propuesta que enamore y tener paciencia”. ¡Quién lo hubiera creído!
Bien, creo que el fichaje es sonado. No más que el del Juez Garzón para las listas del PSOE hace años, que acabó de no muy buenas maneras. No más que el de Gabilondo para el Ministerio de Cultura primero y para la Comunidad de Madrid. O el del actor Toni Cantó para UPyD. En esto de los fichajes hemos avanzado demasiado poco, pero se me antoja una práctica bastante perversa de la Política actual, porque los líderes políticos están diciendo cada vez que presentan a sus estrellas advenedizas es que los políticos afiliados en sus formaciones no son suficientes, que la Política no requiere conocimientos específicos ni profesionalidad ninguna, y que es más eficaz presentar a las Elecciones a un actor famoso, o a cualquier ciudadano célebre, que a un militante o simpatizante debidamente ideologizado.
Hagamos un listado orientativo. Para el 20 de Diciembre, antes que Julio Rodríguez ya había sido anunciada la militar y víctima de abusos sexuales Zaida Cantera para el PSOE junto con la “tránsfuga” Irene Lozano. Siguen la estela de otros fichajes como fueron Pizarro en el PP, o el actor Juanjo Puigcorbé en ERC, o los deportistas Marta Dominguez, Teresa Zabel y Abel Antón también en el PP. Al mismo tiempo, siguiendo el símil de las puertas giratorias con que se desacredita a tantos políticos que recalan en grandes empresas cuando abandonan la acción política, bien cabe hablar de las puertas giratorias en sentido inverso usado por quienes acceden a la Política para beneficiar desde ella a sus gremios profesionales o lobbys anteriores. Sirva de ejemplo de ello la incorporación de Luis de Guindos en el actual gobierno de Rajoy, que tuvo lugar hace cuatro años.
Que cada cual saque conclusiones. A mí esto de los fichajes en la Política me parece una práctica absurda del modo como se hace. Un profesional cualquiera, ejemplar en su disciplina, puede ser un besugo inhábil en el proceloso e infinito universo de la Política. Piensen los líderes políticos en las dificultades que entraña volver a sus labores tras haber ejercido la Política, y aplíquenlo al revés. La Política es un arte noble y ambicioso, un servicio dirigido a todos, que requiere mucha más vocación social y entrega que esplendor personal y fama; lo malo es que la Política se haya puesto al servicio del poder y la inmediatez, e importe mucho más el resplandor que la luz.


FDO.  JOSU  MONTALBAN    

viernes, 6 de noviembre de 2015

LA OMNIPOTENCIA DE BARRO DE LA POLÍTICA ACTUAL (Deia, 05 - 11 - 2015 )


LA OMNIPOTENCIA DE BARRO DE LA POLÍTICA ACTUAL

Ahora que tenemos a menos de dos meses unas elecciones trascendentales es urgente formularse una pregunta: ¿Tienen los dirigentes políticos poder suficiente para resolver los gravísimos problemas que acucian a los ciudadanos? ¿No será acaso la altanería de los líderes cuando exponen sus medidas “infalibles”, una muestra más de la debilidad del sistema y de la inanidad de ellos mismos cuando proclaman su “yo” por encima del “nosotros”? Cualquier debate a dos entre líderes de formaciones políticas se convierte en un match, en una especie de partido de pelota, que pretende más destruir al contrario, o descalificar brutamente sus razones, que exponer las virtudes de los posicionamientos. ¿A qué es debido? Principalmente al escaso bagaje ideológico que soporta actualmente al ideario de los partidos. Por eso tiene tanta importancia lo ocasional, las ocurrencias, las medidas impactantes al instante, en suma la propaganda.
Es evidente que los dirigentes políticos no pueden saber de todo, que tienen que rodearse de asesores y de personalidades notables, pero llama la atención que, en tantos casos, recurran a quienes no están afiliados a sus formaciones políticas, incluso a quienes nunca han tomado partido ni han mostrado opiniones críticas ante cualquier hecho acontecido. Los partidos hacen gala del número de afiliados o simpatizantes contabilizados en sus sedes, pero luego recurren a quienes no sabe siquiera la ubicación de las oficinas centrales del partido. Peor aún, hay veces que ignoran o desoyen las resoluciones aprobadas en sus Congresos a la hora de hacer sus Programas de Gobierno, de modo que ambos documentos (Resoluciones y Programa) se parecen entre sí como un huevo a una castaña. Poco importa que en sus filas haya políticos preparados y bien dispuestos a dejar la piel en los debates, porque al final lo que los dirigentes subrayan en las páginas de los diarios es que les asesoran los doctores honoris causa, a poder ser ostentadores de títulos expedidos en las legendarias Universidades americanas. Pero estos doctores, que aplican fórmulas complejas para interpretar las situaciones más simples, casi nunca dan con la solución definitiva.
Aunque aún queden dos meses para el día trascendental, los monitores de radio no paran de ofrecer discusiones, y las televisiones no cesan de mostrar debates que siempre terminan en tablas. Los partidos antiguos, aquellos que afrontaron el dificilísimo trance de la Transición, han caído en eso que los más recientes líderes llaman la “vieja política”. Frente a ella está la “nueva política”, que no trae con ella ni una sola solución garantizada, pero se sustenta en el fracaso de la “vieja” y en la aparición de comportamientos corruptos que, curiosamente y a pequeña escala, ya han empezado a cultivar los mandamases de las nuevas formaciones.
Sin embargo, lo que viene siendo una losa mortal sobre la Política no es tanto el comportamiento legal o ilegal de los dirigentes, ni siquiera su comportamiento moral o inmoral. La losa más brutal es un poder económico tan omnímodo que afecta a todos los ámbitos de nuestras vidas. Las autoridades políticas acuden a las reuniones y conferencias que organizan los poderosos económicos para consolidarlas y darlas boato. Se reúnen los empresarios, los banqueros, los lobbys más variopintos de cuantos existen, y requieren la presencia del Rey, si fuera necesario, y sólo reciben parabienes y bendiciones. Todavía nunca he escuchado al Rey, ni al Presidente del Gobierno, cuando han acudido a la clausura de una reunión de adinerados poderosos, pedir a los banqueros que no desahucien, o a los empresarios que sean espléndidos a la hora de conformar sus plantillas de trabajadores y fijar sus salarios. No lo hacen nunca. En contrapartida alaban sus esfuerzos para convertirlos en los artífices de los empleos que crean, aunque lo hagan con sueldos de miseria.
En contrapartida también, este sistema imperante, tan desnivelado y machista, convierte a las figuras femeninas de la Familia Real y a las Gobernantas en presidentas de honor de Juntas de Caridad y ONGs cuyo fin es atenuar los rigores que la Economía elitista provoca en la sociedad. La crisis, o mejor las sucesivas crisis, han conformado una sociedad desequilibrada en la que son demasiados los que sufren la pobreza y la miseria, que es consecuencia de la excesiva abundancia de los opulentos, pero no parecen cerciorarse de ella los poderosos. Dicen ser ellos los que generan riqueza, pero no están dispuestos a repartirla ni a redistribuirla. Tienen razón en una sola cosa: la redistribución no es algo que deban hacer ellos, para eso está el Estado y el poder político del Gobierno de turno. Lo malo es que los gobiernos toman sus decisiones obsesionados por el temor a que el dinero se mueva, salga de sus fronteras y les deje de ser útil para el éxito de sus empeños, si los tuvieran. Y lo malo es, también, que las sedes ministeriales y la Moncloa, reciben con mucha mayor frecuencia la visita de los poderosos, económica mente hablando, que la de los menesterosos sufridores de la crisis.
Dicen que la Política tiene que cambiar, y los políticos regenerarse. Es verdad que una tos descuidada puede acarrear una bronquitis, mucho más peligrosa, pero no es lo más idóneo tratar una tos como si se tratara de un cáncer galopante. Lo mismo está pasando ahora con la Política. Los que enarbolan la “nueva política” apenas esgrimen novedades respecto de la “vieja”, salvo la lucha contra la corrupción. Sin embargo, su mayor empeño es convertir la acción política en un ejercicio de asesoría, en una gestoría en la que lo mismo se completa un seguro que se confecciona un traje o se diseñan los pertrechos para hacer frente a un invierno frío. Nada, que no hay izquierda ni derecha en la actual política, justificando la afirmación en el hecho de que algunos impostores hayan representado con escaso entusiasmo su papel en los partidos clásicos e ideologizados.
Se equivocan. Hay izquierda y hay derecha, y cada uno de ambos flancos tiene sus señas diferenciales. No solo eso, sino que la Política tiene que recuperar su lugar y sus funciones, no supeditada a la Economía sino al frente de ella, convirtiéndola en útil para todos y no sólo para los banqueros, los empresarios y los lobbys de presión. Lejos de constituir la piedra angular en las vidas de los ciudadanos, la Política ha venido sirviendo últimamente a intereses gremiales, lejos de ser el Poder se ha comportado como un soporte del poder económico, con la coartada de que una Economía floreciente es la garantía del bienestar. Sí, lo es, pero mal distribuida la riqueza que genera, solo provee bienestar a unos pocos.
Los dirigentes de las fuerzas políticas deben recuperar ese lugar preferente, convertir al Estado en severo vigilante del Mercado, doblegar la Economía, desoír las voces de los lobbys tan interesados como poco interesantes. En suma dedicarse a recuperar las ideologías para que la sociedad que cada cual proponga sea Una, pero no una cualquiera, dúctil y maleable, como ahora se pretende.


Fdo.  JOSU  MONTALBAN   

martes, 3 de noviembre de 2015

IGLESIAS: EL OPORTUNISTA FATUO (El Diario Norte, 03 - 11 - 2015)


IGLESIAS: EL OPORTUNISTA FATUO

A mí no me cabía ninguna duda de que cuando Pablo Iglesias reclamó una reunión con Mariano Rajoy, dado que el Presidente había anunciado sus reuniones con Sánchez (PSOE) y con Rivera (Ciudadanos), lo hacía con segundas intenciones. Sabía que la reunión no depararía acuerdo ninguno, sino desacuerdo en todo, aparte de que don Pablo usaría la ocasión para realzar su figura, subrayar su originalidad y, de paso, alimentar su ego. Todo se ha cumplido, de modo que tras la reunión salió de la Moncloa con una serie de frases en la garganta que ya llevaba preparadas cuando entró. La reunión, que duró alrededor de una hora, -¡para qué tanto!-, habrá que catalogarla como un diálogo entre sordos, porque las conclusiones no han podido ser más ridículas… Y la parafernalia usada por Pablo Iglesias no ha podido ser más innoble.
Sí, innoble, porque no estaba en juego algo banal, ni siquiera solamente que Cataluña impulsara su independentismo. Lo que hizo que Pablo Iglesias se reuniera con Rajoy tenía que ver más con el Estado español, con España, que con Cataluña. Pablo Iglesias era llamado como líder de una formación política española, y no como líder de un partido catalán. Sin embargo Iglesias quiso sacar partido y beneficio de la situación y, en ese alarde de inventiva absurda que utiliza, se permitió acuñar un nuevo término: “la nueva gran coalición bunkerizada”, para nombrar a esa unidad de preocupaciones que reúne, de momento, al PP, al PSOE y a Ciudadanos. De modo que Podemos no va a estar de acuerdo con los demás en la aplicación de la Ley en vigor.
Volvamos hacia atrás, la parafernalia. Primero, reclamando que Rajoy saludase a sus acompañantes que esperaban en el coche frente a la puerta principal. ¿Imagináis que Rajoy no hubiera accedido? Segundo, regalando dos tomos de la edición de la Colección Cátedra de “Juan de Mairena” de Antonio Machado. Como regalo me parece inmejorable, incluso de muy buen gusto, pero ¿a qué viene ese regalo? Porque, al conocer el título, he cogido el libro y me he dispuesto a escudriñar entre sus hojas buscando algo que tuviera que ver con la situación actual de España y Cataluña. Si con ello pretendía Pablo Iglesias agradecer la visita, todo parece justificado, pero si Pablo pretendió algo más importante, más le valía haber recurrido a otra estrategia. Ni Antonio Machado, ni su personaje apócrifo Juan de Mairena hubieran bendecido la acción de Pablo Iglesias desentendiéndose del problema de esa manera tan provocativa.
Se equivoca Pablo Iglesias. No es éste el tiempo de las indefiniciones. A nadie “le convencen los frentes antisecesión”, tal como ha dicho Iglesias, pero habría que hacer una pregunta al líder de Podemos: ¿le convence la secesión? Reclama diálogo, como todos, incluido ahora ya Rajoy. Por eso, se cumplieron las previsiones, pero lo que preveía Pablo Iglesias no tenía que ver con sus intenciones. Quería negarlo todo y lo ha negado a su manera: “Está muy bien que la reunión se haya producido, aunque no estamos de acuerdo en casi nada”. Por tanto, lo único importante es saber el alcance del término “casi”. ¿En qué están de acuerdo? Iglesias rizó el rizo: se trata de hacer un referéndum vinculante en Cataluña, y otra consulta “simultánea” en España, pero esta última referida a cambios “constitucionales” que nada tienen que ver con las reivindicaciones de los catalanistas. Y de paso se inventó unos términos instrumentales para el proceso, que no llegó a precisar: “espíritu de mimbre” frente al “espíritu de porcelana”… Con los que nos llamó imbéciles a todos.
No ocurrió nada más. Ni nada menos. Convendría que quienes asesoran a Pablo Iglesias, -en caso de que se deje asesorar-, le aconsejen que respete a quienes creen (creemos) que la Política ha de ser puesta al servicio de los ciudadanos mediante un lenguaje comprensible… y no al revés. Desde ahora mismo, empiezo a buscar alguna frase o disertación de Juan de Mairena que tenga que ver con el delirio de Pablo Iglesias.
Antonio Machado está ruborizado… Y bien que lo siento.


FDO.  JOSU  MONTALBAN   

lunes, 2 de noviembre de 2015

20-D: ELECCIONES TRASCENDENTALES (El ConfidencialDigital, 02 - 11 - 2015)


20 D: ELECCIONES TRASCENDENTALES

Todo hace presagiar que las Elecciones Generales del 20 de Diciembre van a ser realmente trascendentales. De pronto se han encendido todas las alarmas. Quien ocupe el sillón principal del nuevo Gobierno va a convertir la Moncloa en una mansión llena de preocupaciones. A las inherentes a cualquier gobierno de cuantos han dirigido España después del franquismo habrá que añadir las derivadas de la inestabilidad parlamentaria ahora que el bipartidismo se tambalea, las extraordinarias dificultades que conllevará dar solución al problema que se ha desencadenado en Cataluña, que va a requerir obligatoriamente medidas drásticas y audaces, y seguir respondiendo del modo menos traumático posible a las obligaciones y castigos que, en el plano económico, nos impondrá Europa a base de amenazas de rescate.
Los españoles no estamos para bromas. El desempleo es excesivo y, por si fuera poco, son demasiados los trabajadores que soportan cotas de pobreza altas. Ya, un trabajo no es garantía de casi nada, ciertamente el que no lo tiene lo busca con ansiedad para evitar la miseria, pero un empleo no garantiza la suficiencia ni la dignidad. Por más que el actual Gobierno, ya saliente, se pavonee de haber invertido las cifras del desempleo en solo cuatro años gracias a las medidas que ha adoptado, el ambiente sigue siendo raro, los trabajos son demasiado precarios, y la cobertura del desempleo insuficiente. Además, esa promesa que todos los líderes entonan a coro, consistente en crear nuevos empleos, no es explicable y resulta casi imposible de creer. De modo que el tiempo futuro seguirá inmerso en una nebulosa parecida a la que ha venido enturbiando el tiempo pasado: no habrá empleos para todos, no habrá rentas suficientes para todos con el modelo socioeconómico actual.
La trascendencia de estas Elecciones tiene que ver también con la nueva oferta electoral, que se sustenta en el descrédito de la “vieja política” y la caída del mal llamado bipartidismo. Las fuerzas emergentes, -Ciudadanos y Podemos-, adolecen de un exceso de voracidad y parecen dispuestas a todo para alzarse con el poder. Serían capaces de negar su propia legitimidad, si fuera necesario, con tal de convertir en cenizas a quienes, con luces y sombras, han protagonizado una Transición a la Democracia, que podía haber sido mejor pero también muchísimo peor.
A base de denigrar las acciones de los políticos corruptos, que son muy pocos en comparación con los políticos que no lo son, han conseguido defenestrar la Política y convertir a los políticos en muñecos de pimpampum. Recuperar el buen nombre de la Política va a ser una tarea costosa, sobre todo si, como parece, el bipartidismo sigue al frente de la situación con el PSOE y el PP diezmados pero mayoritarios. ¿Serán capaces Ciudadanos y Podemos de cambiar su estrategia de hostigamiento sin límites a los partidos del bipartidismo, y afanarse en la construcción del futuro con todos los demás agentes políticos y sociales llamados a hacerlo?
Y por fin, se trata de una Elecciones trascendentales porque el Estado se muestra resquebrajado. No sólo es España lo que se ha roto, o está en riesgo de romperse, es el Estado el que tiene sus costuras deshilachadas, tanto, que quizás el federalismo aliñado con singularidades, que promete el PSOE puede ser insuficiente. Los españoles que aún admiten seguir llamándose de ese modo se muestran mucho más orgullosos portando la bandera de su región o nacionalidad que llevando la bandera española. Y por si ese proceso de desapego no fuera suficiente Cataluña ha iniciado un camino hacia un abismo en el que no cabe ninguna posibilidad de hallar ninguna solución compartida. “¡Visca la república catalana!”, ha dicho la señora Forcadell, tras ser ccoronada como la segunda autoridad de Cataluña, en la primera práctica secesionista formal del Parlament catalán. Por eso, el futuro es una incógnita de difícil solución. Lo más grave no es que Rajoy haya dejado pasar tanto tiempo de incertidumbre sin favorecer un cambio de rumbo de la nave catalana, lo grave es que el capitán Mas sea, y se haya empecinado en serlo, un obtuso presidente capaz, como lo fue Sansón, de destruir el templo catalán aunque muera el bajo las ruinas.
No hay marcha atrás. ¿De qué puede servir que Pedro Sánchez se empecine en proponer caminos alternativos a ese secesionismo cuya consecución está ya en el ADN de Mas, y de demasiados catalanes? Sólo unos resultados electorales que puedan ser interpretados como una auténtica sublevación de los catalanes ante los devaneos independentistas puede variar el rumbo de la travesía. Artur Mas no acepta convertirse en presidente de un estado federado, probablemente porque el destino que le tienen reservado los dioses que alberga en su cabeza está al lado de Obama, tratándose de igual a igual.
Se trata de unas Elecciones trascendentales por cuanto he detallado, pero no solo por eso, también por el hecho de que quien dirija la Política española durante los próximos cuatro años se va a ver ante la tesitura de opinar sobre veredictos tan comprometidos como los del caso Urdangarin, el caso Gürtel, la trama Punica, los ERE de Andalucía, los ERE catalanes, el escándalo del expresidente Pujol y su familia, la corrupción del 3% en Cataluña, el caso Bárcenas, y tantos otros acontecimientos dolorosos y miserables que han venido manchando nuestra Historia más reciente. Estando en Euskadi, como estoy, me atrevo a afirmar que la consolidación de la paz y la construcción de la nueva convivencia, tras el final del terrorismo de ETA, sólo va a ser la guinda del pastel.
Bueno será que nos empeñemos en asumir las mayores cotas de responsabilidad ante las próximas Elecciones. No encuentro calificativo más atinado para ellas que “trascendentales”.


Fdo.  JOSU  MONTALBAN