martes, 20 de febrero de 2018

REFORMA DEL ESTATUTO VASCO: UN MOMENTO CRUCIAL (DEIA, 20 - 02 - 2018)




REFORMA DEL ESTATUTO VASCO: UN MOMENTO CRUCIAL

Los líderes políticos vascos han decido reformar el Estatuto, pero no ya de forma puntual abordando aquellos aspectos o puntos en los que se hayan presentado fricciones y desencuentros, sino cuestionando lo más esencial, como es el estatus de Euskadi en relación con el Estado al que pertenece, es decir España.

Dado que venimos de tiempos convulsos y peligrosos en los que se mataba a algunos vascos por no serlo conforme a cánones marcados por “tribunales” secretos y terroristas, el abordaje de la reforma del Estatuto debería ser acometido con la debida precaución y sobre todo tras haber fijado prevenciones importantes. Una “ley” tan importante como nuestro Estatuto de Autonomía (que quizás no deba ser considerada “ley” sino “tratado” o alguna otra figura más estable en el tiempo y más solemne en su significado) no puede balancearse al albur de las agitaciones impulsadas por una formación política que acaba de incorporarse a la Democracia, como Sortu, que ni siquiera ha mostrado el convencimiento suficiente para pedir a ETA que se disuelva, lo cual denota que aún profesa un cierto reconocimiento a la organización terrorista, o que sus miembros la temen aún. En todo caso, que están dispuestos a hacer valer aún la importante carga de temor que inspira la existencia de un “padre padrone” (en versión más doméstica un “primo de Zumosol”).

Conviene aportar a esta reflexión una alusión a las recientes declaraciones del dirigente etarra David Pla, encarcelado en Francia, que se ha atrevido a decir que “no lamentamos lo que hicimos en el pasado, no hubo consideraciones morales en la decisión de dejar la lucha armada”. Estas abominables declaraciones no han merecido ni una sola crítica de Arnaldo Otegi, o de los demás dirigentes de la mal llamada “izquierda abertzale”, que es poco abertzale precisamente porque no responde a esas barbaridades, y nada “izquierda” porque antepone su cruzada de liberación a la lucha social tan necesaria en nuestros días. Y digo que es necesario traer a colación al dirigente etarra porque sus afirmaciones resultan hirientes para quienes sufrieron con mayor intensidad la acción terrorista. Su arrojo es desmesurado: “ETA seguía teniendo capacidad considerable de golpear… No es nuestra pretendida debilidad, como han querido hacer creer muchos, lo que nos llevó a dejar las armas, sino nuestra voluntad de mostrar nuestra disposición a iniciar un diálogo político”. Y culmina su bravata idiota afirmando que la violencia cesó para “salir de la espiral impuesta por el Estado español”. Estas palabras han pasado desapercibidas, mientras sus amigos Otegi y Cia. Han ido presentando cosas (que no ideas) al debate indefinido sobre la reforma del Estatuto actual.

No me cabe ninguna duda de que el Estatuto Vasco puede ser revisado y reformado, pero con naturalidad, después de elaborar un diagnóstico profundo que descubra las carencias y puntos débiles del actual. Sin embargo, ya desde el primer instante ha quedado claro que una patraña, absolutamente interesada y quimérica, va a capitalizar las reuniones y los debates: el famoso y tan escuchado “derecho a decidir”, del que nadie se atreve a señalar ni su alcance ni el modo de ejercerlo ni sus consecuencias formales. Recurren, quienes lo esgrimen con devoción, a una comparación tan interesada como ociosa al “derecho de autodeterminación”. Este, el de autodeterminación, viene recogido en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos de la ONU incidiendo en las circunstancias que deben ser cumplidas para su aplicación, no así ese “derecho a decidir” que solo se escucha en debates partidistas en los que los líderes echan el resto subiendo el tono de sus voces, pero no haciendo énfasis en los fundamentos de sus afirmaciones.

Lo cierto, y fundamental, es que cabe la posibilidad de que lo que debiera ser un proceso prudente que culminara en un marco aceptable para todos, va a ser una pelea de gallos en la que primarán las dimensiones de los espolones por encima de los discernimientos de los cerebros o los deseos de las voluntades, siempre prudentes. Como he dicho, no voy a afirmar con contundencia que no debe modificarse el Estatuto porque creo que si debe serlo, pero afirmo que los prolegómenos están siendo muy poco alentadores, principalmente porque  EHBildu acude a las reuniones con escaso afán constructivo, descolocada, y buscando sobre todo descolocar al PNV llevándole a un espacio en el cual combatirle con garantías. En la “guerra de guerrillas”, dialéctica, nadie va a derrotar a los dirigentes de SORTU porque utilizan términos indefinidos que pretenden liquidar cualquier debate alimentando o provocando un nuevo debate. Como tal debe ser interpretada esa iluminada (que no lúcida) idea de inventar una nueva denominación para nuestra Comunidad Autónoma: “Comunidad Estatal Vasca”. Con esta nueva aportación el nomenclátor de nuestro espacio vital  se embarulla más y más: región, comunidad autónoma, nación, nación sin estado, nación-estado, y ahora “comunidad estatal”. Habrá que esperar, a poder ser sentados para no fatigarnos, de qué modo se define el término inventado por EHBildu.

En esta conflagración de intereses nadie dispara salvas gratuitas, aunque depende de quién sea el detonador las repercusiones han de ser más importantes o menos. Por si fuera poco el “procés catalán” está poniendo sobre el tablero, de forma gratuita, posibilidades para que cualquiera se pronuncie sobre lo que ocurre allí, aunque con la perversa intención de posicionarse aquí. Todos somos conscientes de que lo que acontece en Cataluña se parece a lo que pudiera ocurrir en Euskadi como un huevo a una castaña, pero se atizan las brasas de la lejana hoguera para intentar lograr chispazos y resplandores que nos sobresalten. Por todo esto creo que estamos en un momento crucial en Euskadi. Una vez más habrá que tirar de manual, sobre todo para distinguir entre quien construye y quien destruye, quien piensa en los ciudadanos o quien los usa y los convierte en sus rehenes. Aún el proceso de reforma estatutaria solo ha dado los primeros pasos, pero en esta marcha o excursión comunitaria que hemos emprendido caben muchas interpretaciones. No se trata de pergeñar ninguna revuelta o revolución. Se trata de actualizar y convertir en algo útil para todos los vascos lo que a lo largo del tiempo ha sido interpretado de forma diversa, errónea según unos o interesada según otros.

El trabajo va a ser arduo y complicado. Además se va a ver influido o mediatizado por las opiniones de líderes políticos y de opinión que no pueden ni deben ser evitadas. La denominada “clase política” debe enfrascarse en el debate cubierta de responsabilidad, dejando a un lado sus delirios de poder y su representatividad, a sabiendas de que ambos son cambiantes a voluntad de los votos y de las urnas. Han de cuidar sus modos porque no se trata de plasmar supremacías, y lo mejor es en muchas ocasiones enemigo de lo bueno.

Termino. Me voy a permitir avanzar algunos de mis puntos de vista iniciales sobre el asunto que nos ocupa, pero siempre desde el deseo de que el éxito y la mesura nos acompañen a todos. EHBildu debe definirse usando la misma nomenclatura que los demás: su velada intención de minar y desacreditar al PNV (al que intentará descapitalizar) debe quedar en un segundo término, supeditado a todo lo demás. ¡Ah, eso sí, deberá conseguir que ETA anuncie su disolución definitiva como “padrino” de ella que ha sido hasta hoy! El PP debe avenirse a la revisión estatutaria, que ahora no juzga conveniente ni necesaria, aunque solo sea en su dimensión diagnóstica. PODEMOS, que ha hecho una notable y positiva aportación proponiendo sacar el derecho a decidir (que no niega) del texto estatutario, puede y debe suministrar novedades e ideas si las tuviera. El PNV, como fuerza mayoritaria, y el PSE que comparte Gobierno con él, han de ser los garantes del éxito, y no echar leña en una fogata que no ha sido encendida con la mesura suficiente y necesaria.

Seguiremos… Como decía un famoso comentarista deportivo cuando comentaba en los prolegómenos de los partidos del Athletic la actualidad, “¡que Dios reparta suerte!”.

Fdo.  JOSU MONTALBAN   

lunes, 5 de febrero de 2018

PUIGDEMONT (El Diario Norte, 06 - 02 - 2018)




PUIGDEMONT

“Todo ha sido consumado”, Jesucristo Crificado.

De haberlo sabido, siquiera atisbado como una posibilidad remota, habría hecho acopio de noticias, reseñas u opiniones relativas al llamado “procés catalán”, pues al fin ha devenido en un interminable culebrón en el que no faltan actores de toda condición: trágicos, cómicos, dramáticos o bufos… Y da la impresión de que asistimos al cierre del “procés”, al menos en su representación, pues no en vano su artífice y protagonista principal ha pronunciado, con una solemnidad desbordante, la fatídica frase: “Esto se ha terminado”.

En realidad esta frase tan inapelable ha formado parte de un ramillete de frases lapidarias que condensan casi nueve meses de escarceos diversos, todos ellos caracterizados por la irracionalidad y, sobre todo, por la insolencia brutal del independentismo catalán obsesionado con ridiculizar y menospreciar al Estado Español y a sus estructuras de Gobierno. Desgranando los mensajes entrecruzados entre los prófugos Puigdemont y Comín (P de Cat y ERC, respectivamente), y captados por un avezado periodista televisivo, podemos determinar el grado “farsante” que ha venido marcando las actitudes del ex President fugado.

“Los nuestros nos han traicionado…al menos a mí”, ha afirmado quien dejó abandonados a sus compañeros del Govern, al parecer acurrucado en el maletero de un coche, y puso pies en polvorosa, sustituyendo el empedrado del patio de la cárcel de Extremera por el adoquinado de las calles del centro de Bruselas. Curioso contraste. Quien enfatiza el término “traición” en esta ocasión, quizás refiriéndose a Joan Tardá o al President Torrent, que le pidieron que se hiciese a un lado para facilitar la elección del President del Govern, es el mismo que anduvo, dubitativamente, mareando la perdiz mediante comunicados ambiguos en los que, ora promulgaba la “independencia” y ora la negaba… Y fue esa actitud, solo achacable a él mismo, la que acabó con Oriol Junqueras y otros en la cárcel, y él de vacaciones. ¿Acaso en su comportamiento no hubo también traición hacia sus compañeros de gabinete, hacia la Sra. Forcadell, hacia los denominados Jordis y hacia todos los catalanes que salieron a las calles de Barcelona (o se desplazaron hasta Bruselas) para aplaudir su absurdo “procés”?

“El plan de Moncloa triunfa…Solo espero que sea verdad y que gracias a esto puedan salir todos de la cárcel porque si no, el ridículo es histórico”, escribió a Comin. Este avance de un posible “plan”, que achaca al Gobierno Español pero que no explica, bien puede ser una coartada suya, o quizás una tapadera que cubre sus debilidades actuales… Ahora que se ha hecho acreedor a las más disparatadas chanzas, ahora que ha sido ya caricaturizado en las más ridículas condiciones, y forma parte del acervo de chistes que la gente de la calle no para de idear, ahora se permite hablar del desenlace más probable llamándole “ridículo”. Si ridículo es todo aquello “que por su rareza mueve a risa”, bien cabe afirmar que los más ridículo del “procés” ha contado con la firma y autoría de Puigdemont, siempre sonriente para cubrir con ese tenue velo la idiotez de sus propuestas.

Y por fin, ese mensaje en el que da fe de la impostura que ha venido desarrollando y ejerciendo. “No se lo que me queda de vida pero la dedicaré a poner en orden estos dos años y a proteger mi reputación”. ¿Acaso no está convencido de que ha hecho lo que debía hacer? ¿Acaso siente que su reputación ha sido vilipendiada por hacer aquello que debía? Y si así fuera, ¿no es su reputación una consecuencia real de lo que ha cultivado, con ansias de llegar a la posteridad? Estoy seguro de que en la Historia de Cataluña Puigdemont tiene un hueco destinado a él, quizás una hornacina para estar presente constantemente en el altar de la Leyenda. Porque dice después que “le han hecho mucho daño con calumnias, rumores y mentiras que ha aguantado por un objetivo común”. Esta frase justifica que se sienta “sacrificado” por los suyos. Sin embargo, no creo que pueda protegerse (“Me tocará dedicar mi vida a la defensa propia”) de las calumnias, rumores y mentiras porque nada de las tres cosas han acontecido. Todo, según se ha ido avanzando en el “procés” ha sido limpio por parte del Estado. Si Puigdemont sufre ahora las consecuencias de su insensatez, y de la tozudez del independentismo catalán, es porque se ha obstinado en exceso.

A él le hubiera gustado equipararse a Cristo, dando su vida por los catalanes, al menos que pareciera que la estuviera dando. Redimiéndoles. O quizás le hubiera gustado equipararse a su antecesor Lluis Companys, que fue condenado a muerte y ejecutado en el año 39, siendo entonces President de la Generalitat. Puesto a especular creo que nunca alcanzaría la grandeza de ninguno de los dos, porque si de algo tiene pinta el Señor Puigdemont es de “bon vivant”.

¿Habrá culminado el culebrón con el pasaje de estos mensajes “robados” y lo que se desprende de su lectura e interpretación?

Fdo.  JOSU  MONTALBÁN