lunes, 24 de febrero de 2014

VERIFICADORES Y MEDIADORES (EL PAIS, 24-2-2014)

VERIFICADORES  O  MEDIADORES
¿A qué juega la Izquierda Abertzale? ¿O es ETA la que está practicando la ceremonia de la confusión? Cada poco tiempo los terroristas nos sorprenden con noticias y comunicados que la IA hace suyos para justificar sus reivindicaciones. Entonces, estos nuevos demócratas reclaman ser tratados como si nunca hubieran voceado por las calles “ETA mátalos”, es decir, como si nunca hubieran dado razones para recelar de ellos y considerarlos peligrosos. En los últimos tiempos las noticias aparecen confusas, ahora es cuando resulta bien patente que ETA y la IA han sido la misma cosa, si bien el modelo de organización hacía que los más bárbaros y dementes empuñaran las armas  mientras los pusilánimes y acomplejados permanecían en la retaguardia, en unos casos suministrando información y en otros defendiendo que cuanto estaba ocurriendo podía ser comprendido.
La Democracia, empeñada en ser meticulosa y exquisita, combatió durante bastante tiempo aquella lacra con escasa eficacia. El debate político que protagonizaron las diferentes formaciones políticas tenía lugar en salones suntuosos provistos de sillones aterciopelados y mesas de caoba, quizás aquel ambiente incitaba mucho más a calcular que a resolver: calcular los réditos electorales, mucho más que a hacer de los terroristas un viejo y tétrico recuerdo. Sí, sé que esto puede sonar mal, pero es el momento de decirlo para que nunca más pueda volver a suceder del mismo modo. Sin llegar a perturbar la Democracia, la lucha contra el terrorismo etarra podría haber sido más eficaz si todos los demócratas hubieran tenido claro que el objetivo era tan urgente y superior como para haber supeditado casi todo a su consecución.
Desde hace algún tiempo, desde que ETA anunció que cesaba su actividad armada, unos y otros, terroristas y políticos de la IA, coinciden en sus reivindicaciones: que los presos sean liberados cuando sufren alguna enfermedad, que los presos cumplan sus condenas cerca de Euskal Herria. Para reivindicar todo esto han creado sus propias estructuras, sometidas a la misma estrategia. La última noticia que ha aparecido en los medios de comunicación me ha dejado asombrado: “ETA quiere que los verificadores supervisen el sellado de zulos, sin entregar aún las armas”. Este titular obliga a suministrar nuevos datos al lector, y aunque tales verificadores aún no se hayan reunido con nadie, llama la atención que sigamos en estos trances. Todo es enrevesado como el apellido de quien dirige la Comisión de Verificación, Manikkalingam, pero a pesar de ser enrevesado van a ser recibidos por el lehendakari Urkullu.
¡Vale! Ahora, los que fueron elegidos por ETA como verificadores  del proceso de paz se convierten en mediadores. Para empezar  han presentado en el céntrico y lujoso Hotel Carlton de Bilbao un vídeo y algunos documentos que han mostrado la inhabilitación de cuatro armas, dos granadas y diverso material para preparar potentes explosivos, a lo cual consideran una señal de desarme. Ante esto me asaltan algunas preguntas. ¿Por qué razón yo debo creer que los verificadores disponen del listado completo de arsenales de la banda? ¿Era tal la meticulosidad del gobierno de la banda ETA como para tener un catálogo fiable?
¿Qué hacer, reír o llorar? ¿Cómo interpretar el relato que hizo Manikkalingam de la “odisea” que les supuso “acompañar” a dos miembros de la banda terroristas encapuchados al lugar en que se produjo el acto inhabilitador de las armas? Peor fue aún la coletilla que añadió: “nos exponíamos a ser detenidos porque íbamos con personas en situación ilegal”. ¿No es esto, afirmado ante periodistas y cámaras de televisión de ámbito internacional, razón suficiente para detenerles, al menos para que presten algún tipo de declaración que ayude a comprender este batiburrillo?  Poco a poco nos vamos enterando de todo. Las reuniones secretas se suceden constantemente, de modo que quienes leemos las noticias a diario nos vamos introduciendo en un laberinto en el que el proceso y su solución se hacen cada vez más inentendibles.  Todo parece indicar que estamos ante un armisticio amistoso entre la banda terrorista y la sociedad a la que ha masacrado. Quizás nos ha ocurrido que, habiendo sido tan espantoso el sufrimiento, cualquier remisión del dolor nos basta para condescender, si no con los asesinos sí con sus cómplices de la IA. Sin embargo, a poca perspicacia y rigor que usemos para interpretar esta escabrosa propuesta de ETA, tenemos que concluir que se trata de verificadores de cartón, incapaces de doblegar los intereses mediáticos de cada una de las propuestas de ETA.
Concluido el espectáculo las declaraciones de los líderes políticos y de opinión ha coincidido: “esto es muy poco, y es insuficiente”. ¿Cómo interpretar el hecho de que incluso Arraiz (SORTU) admitiera sentirse algo defraudado (aunque no pronunciara esta misma palabra) y pidiera a ETA “más rapidez”? ¡Cinismo! ¿Componenda? ETA tiene que disolverse, después habrá tiempo de constituir la Asociación, Fundación o lo que se tercie, que vele pos administrar y preservar en las mejores condiciones los restos de su naufragio.
Pero esa posibilidad que se perfila en el horizonte, de convertir en mediadores a quienes eran verificadores, constituye un nuevo tocomocho que la IA seguirá usando como coartada para mantener su clientela a su lado y degradar, aún más, la categoría ética de la sociedad vasca… Salvo que, de una vez por todas, alguien diga “basta ya” y, realmente, todos sintamos que lo acontecido en tantos años de brutalidad y miseria ética ya ha sido bastante, incluso muchísimo más de lo admisible.
FDO.  JOSU  MONTALBAN 

jueves, 13 de febrero de 2014

LOS SINDICATOS IMPRESCINDIBLES ( DEIA, 12-2-2014)

LOS  SINDICATOS  IMPRESCINDIBLES
No es fácil, hoy, escribir a favor de los Sindicatos. Ahora que están sobre la mesa asuntos tan escabrosos como los ya famosos EREs de Andalucía, ahora que la Comisión Europea ha abierto una investigación para controlar los fondos venidos de Europa con destino a la UGT andaluza, ahora que… Podría poner algunos casos más, no muchos más, pero no es esa mi intención porque mi deseo de que se esclarezcan todos los casos de corrupción no me lleva a desear  no me lleva a desear que se mueran los perros  para combatir la rabia. Sí, las organizaciones sindicales han cometido errores y han protagonizado fechorías, pero siguen siendo tan necesarios como cuando surgieron. Las campañas de descrédito que vienen sufriendo, provenientes de la derecha española, retrógrada y avasalladora, requieren una respuesta contundente.
En España sólo alrededor del 15% de los trabajadores está afiliado a algún sindicato. Escasa proporción comparada con los países más desarrollados del Norte de Europa (Suecia, Dinamarca o Finlandia) donde la afiliación alcanza al 70% de los trabajadores. La razón más importante para explicar esta baja afiliación es precisamente la altísima temporalidad en los empleos, que ha sido incrementada al entrar en vigor la Reforma Laboral última. En Europa la media de afiliación alcanza el 25% aproximadamente, si bien viene disminuyendo en los últimos años. En contraste con estos datos de afiliación sindical en España tres de cada cuatro empresarios pertenecen a alguna organización patronal, por encima de la media europea que solo llega al 60%. Esta debilidad de las organizaciones sindicales constituye una amenaza por cuanto su mantenimiento resulta complicado mediante las estrictas vías de financiación con que cuentan.
Sin embargo resultan hoy tan necesarias o más que en el momento en que surgieron. Los sindicatos actuales continúan resolviendo problemas muy parecidos a los que les hicieron surgir, en suma, tienen que responder del modo más útil posible al poder monolítico de los empresarios, del mismo modo a cuando surgieron en aquellos lugares donde el trabajo por cuenta ajena tenía tanto que ver con la esclavitud. Cuando aún no existían las grandes fábricas, las asociaciones que surgieron para defender a los trabajadores manuales y artesanos diversos actuaban en la clandestinidad. Los primeros pasos datan de finales del siglo XVIII en el sector textil. Curiosamente la Ley Chapelier estableció en 1791 la prohibición de las asociaciones de defensa de los trabajadores pero, a la vez, autorizó las asociaciones patronales. Esgrimían como razón el miedo a que llegaran a gobernar los trabajadores. La Ley fue derogada apenas un siglo después. En España tales asociaciones de trabajadores se prohibieron también en el año 1813, y nueve años después fueron consideradas como constitutivas de delito.
Hasta finales del siglo XIX no comenzaron a darse los pasos definitivos para la creación de los sindicatos actuales. El primero, la UGT, se creó hacia el año 1888 de la mano de Pablo Iglesias, pocos años antes de que se creara el partido político PSOE. Es el sindicato más antiguo junto a la CNT. Sin embargo el 9 de Marzo de 1938 el Fuero del Trabajo prohibió el sindicalismo, al mismo tiempo que prohibía ejercer el derecho de huelga. En sustitución se creó el famoso Sindicato Vertical, mediante el cual el Estado franquista proveía la defensa “sui generis” de los trabajadores bajo el lema “Patria, Pan y Justicia”. La democracia volvió a activar a las organizaciones sindicales, si bien con nuevos ingredientes y formaciones, aflorando CCOO, de tendencia comunista, USO de inclinación demócrata cristiana, o los nacionalistas ELA y LAB, así como otros mucho más reducidos en su militancia, de carácter profesional o gremial.
Con esta evolución durante los tiempos difíciles no resulta lógico que sea en democracia cuando los sindicatos vienen sufriendo la merma de crédito que, surgida de los dominios del poder del capital y la derecha más reaccionaria, encuentra demasiados adeptos en la propia clase trabajadora. No son solamente los episodios de corrupción los que se airean enarbolando una beligerancia inusitada, que no se usa cuando se cometen parecidas corrupciones (pero mucho más frecuentes) en el ámbito empresarial, también se desprestigian los logros de los sindicatos en beneficio de los trabajadores argumentando que la productividad no justifica las mejoras, o repitiendo hasta la saciedad que los representantes de los trabajadores (liberados sindicales) holgazanean en exceso mientras discuten con la Patronal. Esta batalla, que por ser incruenta pasa casi desapercibida, es fundamental en este tiempo en que los trabajadores sienten constantemente que el suelo de sus fábricas tiembla bajo sus pies, que sus puestos de trabajo son cada vez más penosos y menos duraderos, que sus jornadas son más interminables y sus jornales son menos copiosos, que sus vidas laborales pesan tan poco a la hora de confeccionar su listado de derechos sociales… Sí, ciertamente fundamental, porque la baja afiliación a los sindicatos de clase, que son los auténticos defensores de los derechos y condiciones laborales, resta fuerza a quienes se sientan a negociar en las mesas en las que se deciden las condiciones en que se ha de desenvolver el trabajador.
Si en España sólo el 15% de los trabajadores está afiliado a un sindicato, eso quiere decir que el representante sindical que acude a la mesa negociadora apenas puede considerarse apoyado por la quinta parte de los trabajadores, que serán a la postre los que apoyen las medidas de fuerza que proponga en caso de que sus negociaciones no prosperen lo suficiente. A sensu contrario, aunque la aritmética no pueda ser usada de forma automática, el empresario contará con el hecho a su favor de que el ochenta por ciento en modo alguno se sentirán involucrados realmente en la negociación. Más aún, empresarios astutos y taimados no dudarán en articular listas “independientes” que contrarresten a los sindicatos amparándose en ese descrédito hacia los sindicalistas, que previamente han alimentado.
Pero el resultado final, es decir, aquello que los representantes sindicales consiguen en sus negociaciones, se aplica a todos los trabajadores, con independencia de que estén afiliados a algún sindicato o no lo estén.
El sindicalista francés, de origen español, Edouard Martin, ha escrito un pequeño libro “contra la economía caníbal” que titula “NO PASARAN”, y en él relata las negociaciones que llevó a efecto representando a su sindicato (CFDT) para mantener abiertas de Arcelor Mittal en Francia. En uno de sus pasajes, soliviantado quizás por los sucesivos fracasos en sus empeños, relata: “Los franceses, charlatanes consagrados y siempre dispuestos a dar lecciones al prójimo, se pasan el tiempo preguntándose:  ¿qué hace la policía? ¿qué hace el gobierno? ¿qué hacen los parlamentarios? ¿qué hacen los sindicatos? Pero no parecen muy dispuestos a preguntarse a sí mismos qué es lo que hacen para cambiar el mundo. ¿Qué es lo más importante en nuestra vida laboral? Estar sindicado es participar en el desarrollo de tu vida. Muchos indolentes ciudadanos tienen tendencia a olvidar que si hay convenios colectivos, aumentos salariales y demás lindezas, es gracias a los sindicatos”. Y añade un ejemplo: “Siempre empleo el siguiente ejemplo: vais al cine y hay dos filas de butacas. Una para ver la película gratis y otra para los que pagan. Si el 92 % de la gente se sienta en la primera fila (gratis), no habrá más industria cinematográfica porque no habrá medios para realizar películas”.
Es importante que no nos dejemos llevar por la marea desacreditadora de las organizaciones sindicales, con la que intentan desproteger, más si cabe, a los trabajadores. Limpiar los sindicatos sí, pero aniquilarlos, como nos proponen las voces interesadas, no, porque son ahora más necesarios que nunca: ¡imprescindibles!
Fdo.   JOSU  MONTALBAN           

sábado, 8 de febrero de 2014

LUZ, TAQUIGRAFOS, COCINA Y POLITICA (EL DIARIO NORTE, 8-2-2014)

LUZ,  TAQUÍGRAFOS,  COCINA  Y  POLÍTICA
Según una encuesta del CIS los políticos son el cuarto problema que más preocupa a los ciudadanos españoles. Y por encima de él el paro, que hace sufrir demasiado a la gente, la corrupción y el fraude que afecta en gran medida a la clase política, y la economía que dirigen con una buena dosis de fracaso los políticos. En suma, que la Política y quienes la ejercen han caído demasiado y los ciudadanos no parecen dispuestos a restituirles la reputación perdida. No es extraño que suceda así. Al desarme ideológico, que se dio en llamar el “ocaso de las ideologías”, hay que añadir los episodios de la corrupción y el nepotismo protagonizados por unos políticos mucho más preocupados por lo suyo que por lo de todos.
Sin embargo soy de la opinión de que no solo es el fondo lo que está deteriorado en la Política, sino la forma. Tal vez sea debido a la desidia con que muchos políticos han actuado desde los cargos públicos que han ocupado. Y como, para llegar a ocupar dichos cargos, en algunos casos había que extremar el ejercicio de ciertas “virtudes” en el seno del partido correspondiente (sumisión a la dirección, ductilidad y maleabilidad en las acciones) los partidos se han ido desarmando y convirtiendo en sociedades de amigos o compañeros, sin otro compromiso que la fidelidad a cuanto dice la Dirección, que no siempre coincide con lo que dice el Partido. Este modo de obrar apenas perjudica a la derecha, que aboga por defender intereses, pero ha infligido un K.O. inapelable a la izquierda que, en el rincón del cuadrilátero malamente resuella, como un púgil noqueado. Quienes suministran los cuidados al púgil, que son gente sumisa a la dirección, restañan los pómulos y paran las hemorragias allí donde brota la sangre, pero saben que su misión más perentoria es tirar la toalla en cuanto la situación se ponga irresistible. En modo alguno propondrán al día siguiente cambiar al púgil o el modo como el púgil boxea. Al fin y al cabo él es la Dirección, y debe ser preservada a toda costa.
En el mismo diario en que leo los resultados del sondeo del CIS, del jueves para más señas, leo que el Lehendakari había tenido una reunión nocturna de dos horas en Madrid, dos días antes, con Mariano Rajoy, y que el mismo Lehendakari se había reunido cuatro días antes con Rubalcaba en un despacho ocasional de Bilbao, a media tarde, es decir de forma “semiclandestina”. ¿Extraña que la Política y los políticos se hayan convertido en un problema? ¿Extraña que no se confíe en ellos, que consideran que las cosas de la Política hay que hablarlas en secreto, sin que los ciudadanos sepan realmente a qué dedican su tiempo? Porque lo grave es que el secretismo se rompe para dictar a un periodista los datos que a cada cual le interesen, casi siempre verdades de Perogrullo o simplificaciones oportunistas.
Les ofrezco algunas muestras. De la reunión entre Urkullu y Rajoy ha trascendido que “ambos comparten la necesidad de acercar posturas y de que el final de ETA es definitivo”. No cabe mayor simpleza. ¿Para eso dos horas, y de noche? De la reunión entre Urkullu y Rubalcaba ha trascendido que será necesario cerrar de forma ordenada el final del terrorismo. Curiosa conclusión, además de aclarar malentendidos en torno a alguna reunión a dos entre el PNV y SORTU, que había alertado al PSE. Así que todo esto es la luz que nos han aportado ambas reuniones “secretas”: a pesar de todo nos rodean las tinieblas. A los taquígrafos no se les invitó a las reuniones. Lógico, pero tampoco les anunciaron que se iban a producir, ni siquiera que se habían producido. Ahora, achacarán la filtración a las “gargantas profundas” que desbordan de locuacidad, pero esas gargantas o son de un directivo político o son de algún delegado del directivo.
Pero volvamos al descrédito de la Política y de los políticos. La interpretación de los datos de la encuesta del CIS también ha ofrecido sus perlas. Deberían haberse sentido aludidos todos los políticos en activo, con especial mención los dos partidos mayoritarios, sin embargo el PP ha achacado el descenso al “desgaste de las medidas que se ha visto obligado a tomar”, por culpa claro está del desastre provocado por el anterior gobierno socialista. Más chistoso ha estado el Secretario de Organización del PSOE, Oscar López, que ha dicho que “el PSOE sale por delante en todas las encuestas y datos directos, pero una vez que entran en la cocina el PP acaba por delante”. Vamos, como para ir a orinar y no echar ni gota.
Pues así, poco a poco, van cayendo la Política y los políticos, víctimas de “cocinas” y cocineros que en las sedes de los partidos se consideran dueños y señores, sin responsabilidades ni remilgos. Se reúnen en secreto, como en los tiempos de la clandestinidad y buscan a periodistas con la intención de convertirlos en meros escribanos al dictado. Se derriten en banalidades. Y cuando el manjar que sirven a los comensales no les resulta apetitoso cargan las culpas sobre la “cocina”, porque si se la cargaran al cocinero se estarían delatando a sí mismos,… y para eso hay que tener un par…
Fdo.  JOSU MONTALBAN       

RAJOY Y LA SOBERBIA (EL PAIS, 8-2-2014)

RAJOY  Y  LA  SOBERBIA
Ha dado la impresión de que Rajoy y la Soberbia se habían citado para, juntos, pronunciar su discurso de clausura de la Convención del PP que ha tenido lugar en Valladolid, en la que han estado dos mil dirigentes y militantes del partido. Había rasgos de soberbia en el rostro de Rajoy, los había en sus gestos y los hubo en las palabras utilizadas. Sus huestes le alentaron, felices y satisfechas, pero la Soberbia le delataba constantemente: no tenía razón y él lo sabía.
Solo un soberbio puede decir “no me preocupan las críticas: apañado estaría”. ¿Qué, si no las críticas, puede y debe alertar al gobernante? Pero la soberbia ensordece y convierte al poseído por ella en su servidor. Por eso se dirigió a Rubalcaba con el dedo acusador estirado, tuteándole aunque no en un gesto de confianza, para hacerle responsable y culpable del “calvario” que sufrimos los españoles. Sin embargo, ese calvario se inició en el justo momento en que el PP se hizo con el Gobierno. De modo que, una vez más, se apoderó la soberbia de sus ademanes y palabras. Porque fue él quien firmó la Reforma Laboral que ha provocado desprotección; y quien ha impuesto copagos a los pobres enfermos; y quien amenaza constantemente a los jubilados; y quien elimina becas y becarios; y quien convierte a muchas mujeres en meras sufridoras de sus infortunios con la Ley del Aborto; y quien…
“O te callas o reconoces el mérito de la gente”, dijo dirigiéndose al ausente Rubalcaba. Le situó en medio de sus correligionarios como si se tratara de una nube a la que achacar todos los posibles males: la ausencia de sol, la oscuridad reinante y la amenaza de lluvia. La Soberbia así lo requería. Irradiando un halo luminoso de su cabeza pronunció: “Al final, los españoles nos hemos rescatado solos”. Cómo ha sido?, me pregunto yo. ¡Qué primor! Da la impresión de que no hemos seguido ninguna consigna de foráneos, pero De Guindos no ha parado de hacer recados en las oficinas de los Organismos Internacionales para orientar los recortes que Rajoy ha infligido a los españoles.
Nadie se ocupó de informar a los españoles hace dos años de que no cabía rescate posible con un país con España. Tampoco lo cabía con Italia. Sus dimensiones excesivas ni lo aconsejaban ni lo permitían, pero Rajoy tuvo que meter a De Guindos en un ministerio que ha venido funcionando como un apósito del Gobierno. Por eso puede decir Rajoy que nos hemos rescatado solos. Sin embargo, los españoles seguimos secuestrados por la crisis y por sus consecuencias, porque la crisis en manos del Gobierno del PP se ha convertido en un instrumento eficaz para ahormar las mentes de los ciudadanos y trabajadores, que han interiorizado que deben disminuir sus salarios y aumentar sus jornadas de trabajo, que han asumido la culpabilidad de haber vivido por encima de sus posibilidades mientras las entidades financieras muestran en sus cuentas de resultados beneficios multimillonarios. Si nos hemos rescatado solos, ¿a qué han venido los hombres de negro enviados por la troika? Tras cada visita nos han puesto deberes que Rajoy ha cumplido a rajatabla, en perjuicio de las economías familiares, pero ahora se erige en solitario artífice de la liberación.
Su soberbia se parangonó en un momento con la de su antecesor Aznar. Si “España iba bien” en aquellos años, ahora “España va mejor”, según Rajoy. Esta afirmación le sirvió para encauzar su campaña para las próximas Elecciones Generales con su anuncio de bajada de impuestos. Lógico, porque Rajoy es un hombre de derechas, como los dos mil que le escuchaban, y esa tendencia (que no ideología real) apuesta siempre pensando en sus carteras y en sus cuentas corrientes.
Desde luego que no habló del aborto, ni de la privatización de la Sanidad en Madrid, ni de los escarceos de Wert en la Educación y la Cultura, ni de las calles españolas atiborradas de protestones, ni del afloramiento de pobres, ni de la presencia del PP y de España en los “rankings” de la corrupción, ni de los casi seis millones de parados, ni de los trenes de emigrantes españoles que salen al extranjero a buscar la vida que aquí se les niega, como lo hizo Alfredo Landa en su película “Vente a Alemania, Pepe”.
Pero esta ha sido otra película. Protagonistas: Rajoy y la Soberbia. La sala de proyección, llena a rebosar. Alguna silla que, por despiste, no había sido ocupada, fue retirada a tiempo para no mostrar ausencias. Los que no fueron al acto, no fue porque no querían acudir, fue por imperativos demostrados, que ninguno es tan invencible como la falta de voluntad. Así son las Convenciones y los actos solemnes de los partidos políticos. Se juntan en un Salón diseñado para impresionar el uno por ciento de los afiliados, y vocean slogans y consignas también impresionantes para que el noventa y nueve por ciento restante las aplauda en sus hogares, frente a sus televisiones, mientras tienen sus mentes llenas de problemas, miserias e incertidumbres. En los hogares no suele percibirse la Soberbia.
Fdo.  JOSU  MONTALBAN