viernes, 22 de diciembre de 2017

EN TORNO AL ULTIMO SUSPIRO DE LUIS BUÑUEL (DEIA, 21 - 12 - 2017)




EN TORNO AL ÚLTIMO SUSPIRO DE LUIS BUÑUEL

Recién he acabado de leer el libro autobiográfico de Luis Buñuel “Mi Último Suspiro” escribo este artículo obsesionado por una idea que resulta contradictoria en su formulación: ¿es acaso el surrealismo la forma más sincera y práctica de sentir y vivir el realismo?

A lo largo de las páginas en las que Buñuel recoge sus pensamientos y las andanzas a las que le llevaron dichos pensamientos, va desarrollando la crónica de un tiempo complejo en el que la sociedad española vivía atribulada por una reata de cambios políticos, sociales y culturales que obligaron a buena parte de los protagonistas a vivir en la provisionalidad, huidos de su España, sometidos a modos de persecución sibilinos aunque implacables que les llevaron a articular el movimiento surrealista, o a adscribirse al movimiento surrealista europeo que les sirvió de protección. El surrealismo se convirtió en un espacio protegido, una zona de reserva habilitada a un lado de la realidad que entonces estaba teniendo lugar. Si el realismo seguía las normas y principios que la realidad imponía, el surrealismo era una forma benigna, creativa y artística de la rebeldía.

El libro de Buñuel recoge los avatares de su vida y andanzas. A lo largo de sus 300 páginas reflexiona sobre sus trabajos, tanto literarios como cinematográficos, tratando sobre temas controvertidos de su tiempo, y siempre situado en los bordes de lo legalmente permitido, es decir, en constante conflicto con los poderes políticos y económicos de aquel tiempo. 

El surrealismo aquel fue un un movimiento efímero como tal, pero dada su condición de “movimiento artístico con planteamientos ideológicos orientados en contra de las teorías tradicionales sobre estética, ética y política, y en favor de nuevos símbolos y mitos alejados del racionalismo”, duró a lo largo de casi todo el siglo XX, pues no en vano fue un siglo de gran inestabilidad política y social en España. Los “gurus” del surrealismo se dejaban llevar por sus impulsos, movidos por cierto automatismo mental, que se expresaban  desasistidos de cualquier control de la razón y alejados de modas y usos generalizados en el tiempo.

Si aquellos que se autoproclamaban surrealistas no hubieran mostrado claramente sus “productos”, en las diferentes disciplinas, habrían sido tachados de “ajenos” a su tiempo y al sistema en que les tocó vivir. No tanto porque fueran “pobres” o “desposeídos”, sino porque se hubieran visto obligados al adocenamiento enrevesado y zafio al que muchos inquietos de entonces se vieron abocados. Pero la verdadera razón que me mueve a escribir este artículo es recoger algunos trozos literales que permiten constatar de qué modo un genio como Buñuel se vio obligado a atemperar su impulso revolucionario. Al final, la conclusión que me ha quedado es que, a pesar de su vida convulsa e inquieta, vivió momentos de calma en los que hacía lo mismo que cualquiera otro de su tiempo: asumir su realidad como una consecuencia inevitable del destino.

Por ejemplo, cuando se refiere al cuadro pictórico “Guernica”, de Picasso, al que el tiempo ha vestido de una especie de admiración y respeto excepcionales dice “De él me desagrada todo, tanto la factura grandilocuente de la obra como la politización a toda costa de la pintura… Comparto esta aversión con Alberti y José Bergamín, cosa que he descubierto hace poco…A los tres nos gustaría volar el Guernica, pero ya estamos muy viejos para andar poniendo bombas”. ¿Imagináis, queridos lectores, a alguien que se atreviera a decir algo parecido en nuestro tiempo? Y sin embargo, ved que los tres implicados són nada menos que Buñuel, Alberti y Bergamín, tres figuras emblemáticas en el exilio y en la lucha antifranquista.

La obra de Buñuel contiene párrafos extraordinarios. En uno de ellos subraya cuál era la visión que los surrealistas generalizaron sobre el trabajo como “valor sacrosanto” para la sociedad burguesa, de qué modo fue el surrealismo el que denunció a  aquella idea del “trabajo liberador” como una auténtica falacia: en ese sentido recoge un texto de “Tristana” que dice, “Pobres trabajadores. ¿Cornudos y apaleados! El trabajo es una maldición, Saturno. ¡Abajo el trabajo que se hace para ganarse la vida! Ese trabajo no dignifica, como dicen, no sirve más que para llenarles la panza a los cerdos que nos explotan. Por el contrario, el trabajo que se hace por gusto, por vocación, ennoblece al hombre. Todo el mundo tendría que poder trabajar así. Mírame a mí: yo no trabajo. Y, ya lo ves, vivo, vivo mal, pero vivo sin trabajar”

Por fin su surrealismo parece sucumbir cuando se propone hacer recuento y balance de su vida: “Me sentí muy impresionado por el testamento de Sade, en el que pide que sus cenizas sean arrojadas en cualquier parte, y que la Humanidad olvide sus obras y hasta su nombre… Desearía poder decir lo mismo de mí… Encuentro falaces y peligrosas todas las ceremonias conmemorativas, todas las estatuas de grandes hombres… ¿Para qué sirven?... Viva el olvido… Yo solamente veo dignidad en la nada” (Capítulo titulado “A favor y en contra”. En casi veinte páginas va recogiendo, a modo de slogans o mandamientos principios e ideas que fueron esenciales durante su vida. En ese capítulo desarrolla todo un examen de conciencia, superficial, que tanto da valor a su obra señalando cuanto de valioso tuvieron sus ideas y la lucha derivada de ellas, como critica aquella ideas que, mientras vivía, consideró sus verdades absolutas. Pocas veces un libro autobiográfico recoge críticas de este tipo, puntos de desacuerdo con la propia vida de biografiado, pero Buñuel se muestra implacable consigo mismo, convencido de que a la vida sucede la muerte, que a la presencia en la vida, que los presentes consideramos siempre insustituible e imprescindible, sucede la ausencia, siempre inevitable e imprevisible.

Y por fin, en el Capítulo que titula “El Canto del Cisne” desarrolla una loa al tiempo último que vivimos, el tiempo que precede a la muerte. Como si se tratara de un cisne en los instantes previos a su muerte, se despide con un “adiós” que no admite ningún tipo de excepción ni de explicación superior. Aunque el texto es anterior al último cuarto del siglo XX, nos deja un análisis de la situación de entonces que constituye una denuncia pública sobre cuanto el Progreso nos ha dejado: “Según las últimas noticias, poseemos en la actualidad bombas atómicas suficientes no solo para destruir toda vida sobre la Tierra, sino también para hacerle a esta Tierra salirse de su órbita y enviarla a perderse, desierta y fría, en las inmensidades. Me parece espléndido y casi siento deseos de exclamar: ¡Bravo! Una cosa es ya cierta: la ciencia es la enemiga del Hombre. Halaga en nosotros el instinto de omnipotencia que conduce a nuestra destrucción. Una encuesta reciente lo demostraba: de setecientos mil científicos altamente cualificados que en la actualidad trabajan en el Mundo, 520.000 se esfuerzan por mejorar los medios de muerte, por destruir a la Humanidad. Solo 180.000 tratan de hallar métodos para nuestra protección”

Se trata de una última genialidad, del mismo modo que resultan geniales sus explicaciones sobre los últimos instantes de la vida: “Hace tiempo que el pensamiento de la muerte me es familiar…Desde los esqueletos paseados por las calles de Calanda (de donde era natural) en las procesiones de Semana Santa, la muerte forma parte de mi vida, nunca he querido ignorarla, negarla. Pero no hay gran cosa que decir de la muerte cuando se es ateo como yo. Habrá que morir con el misterio. A veces me digo que quisiera saber, pero saber ¿qué? No se sabe ni durante, ni después. Después del todo la nada. Nada nos espera, sino la podredumbre, el olor dulzón de la eternidad… Tal vez me haga incinerar para evitar eso”

¿Se trata de un último intento de retorno a la realidad? Culmina su libro con una ocurrencia: “Una confesión: pese a mi odio a la información, me gustaría poder levantarme de entre los muertos cada diez años, llegarme hasta un quiosco y comprar varios periódicos… No pediría nada más… Con mis periódicos bajo el brazo, pálido, rozando las paredes, regresaría al cementerio y leería los desastres del mundo antes de volverme a dormir satisfecho en el refugio tranquilizador de la tumba”.

Bello final. Yo también me apunto a ese final, a ese toque surrealista de “Mi Último Suspiro” de Luis Buñuel.

FDO.  JOSU MONTALBÁN             

miércoles, 29 de noviembre de 2017

EL OSADO ALFONSO ALONSO (El Diario Norte, 30 - 11 - 2017)




EL OSADO ALFONSO ALONSO (PP)

Al leer las “simplezas” vertidas por el líder del PP vasco Alfonso Alonso en el Forum Europa, en Madrid, en un acto organizado por Nueva Economía, me ha entrado cierta inquietud, principalmente porque el líder del PP ha vertido afirmaciones que nunca antes vertió. Las características del Foro en que discurseó se prestaban para la ocasión, porque es costumbre en este tipo de saraos que se reúnan en torno al discursista sus amigos e incondicionales, sus partidarios políticos y, además, los seleccionados por los patrocinadores del Foro, que en este caso suelen ser mucho más proclives al conservadurismo social y económico que al progresismo. Es por eso que Alonso habló para los suyos a sabiendas de que nadie se mostraría beligerante con sus palabras, todo lo más moderadamente incómodas.

Los medios de comunicación han seleccionados “perlas” interesantes que, si no se supiera su procedencia, sólo podrían ser adscritas a nacionalistas convictos y confesos. Cuando el entusiasmo desborda los límites de la cordura  y se extralimita, cae en la sima del forofismo más absurdo. Así le ocurrió al popular Alonso cuando afirmó que “el Concierto no es una reivindicación nacionalista,… es un elemento de unión entre los vascos, y de los vascos con los españoles, y que garantiza el mejor engarce de Euskadi en España”. ¿Hubiera afirmado lo mismo si no existiera Ciudadanos, o si Albert Rivera no hubiera adoptado la durísima posición que defendió en el Congreso de los Diputados? Porque la “irreductible” posición de Rivera, que habló de “cuponazo” en lugar de Cupo, le permite a Alonso hablar por primera vez de “nacionalismo español”, lo cual constituye una muestra de necedad evidente, adoptando gratuitamente las mismas premisas y teorías que en épocas anteriores ha defendido el nacionalismo vasco.

Tirando de populismo ha advertido: “Ojo con sembrar vientos contra Euskadi e intentar abrir un enfrentamiento justamente ahora que estamos recuperando la imagen del País Vasco”. Este comportamiento es tan desatinado y pernicioso como el viejo del nacionalismo vasco cuando esgrimía que España discriminaba a Euskadi, que los vascos éramos perseguidos y maltratados por las Instituciones y gobernantes del Estado. Su afirmación, -“es un movimiento contra los vascos que nunca había pasado”-, recuerda el pasaje en que Pablo de Tarso recupera la fe tras darse una trompada al caerse del caballo en que viajaba. ¿De qué caballo se ha caído Alfonso Alonso?

A veces la derecha política tiene que recurrir al cinismo cuando no es capaz de asumir sus debilidades y contradicciones, ni mostrar sus aviesas intenciones. Porque cuando Alonso se refirió a la rebaja del tipo del Impuesto de Sociedades hasta el 24% (un punto más bajo que en el resto de España), lejos de hacer valer su preeminencia en la negociación de los Presupuestos Vascos, ya que el Gobierno PNV-PSE necesita apremiantemente un voto en el Parlamento para su aprobación, echó mano de una magnanimidad impostada cuando afirmó que “Euskadi no quiere competir con otras comunidades vecinas ni hacer dumping fiscal, sino ser un motor de crecimiento para España”. Esta afirmación precisa una explicación que nunca vamos a escuchar, porque Alfonso Alonso tiene aprendida su lección a favor del capitalismo y de los más aventajados económicamente, es decir lo lógico siendo del PP. Y, además, también lo lógico en aquel Foro. A nadie se le escapa que el privilegio que tendrán las Sociedades vascas al pagar un punto más bajo el Impuesto de Sociedades respecto a las del resto del Estado, también influirá sobre el crecimiento económico global de España, pero sobre todo favorece a las Sociedades vascas, y tendrán razón quienes, más allá de nuestros límites territoriales lo juzguen como un agravio frente al Impuesto de Sociedades generalizado en España.

La verdad es que Alfonso Alonso sabía a quienes se dirigía, pero debería saber que sus palabras serían recogidas por los medios de comunicación, lo que requería una honestidad de la que no hizo gala. Sabe que la desigualdad (económica) es muy patente en Euskadi y en España. Sabe que las diferencias salariales entre los trabajadores y sus directivos son abusivas. Sabe que las vidas de los ricos se acomodan cada vez más rotundamente sobre la escasez y la incomodidad de la vida de los pobres. Sabe que ser diverso no es lo mismo que ser diferente, porque la diversidad tiene que ver con la variedad, y las diferencias tienen bastante más que ver con los niveles económicos que marcan nuestros modos de vivir.

Pues bien, para que la necedad tuviera algún tipo de asentamiento en algo compacto y firme, no dudó en asentar sus afirmaciones sobre el patriotismo siempre absurdo y perjudicial, dejándonos otra frase lapidaria: “Amar España es amar sus diferencias”. Él, que dice amar entregadamente a España, ama también sus diferencias, sobre todo porque él y los suyos (las gentes a las que defiende y para los que discursea) están en lo alto de la pirámide económica.

¡Alonso es un atrevido!

Fdo.  JOSU MONTALBAN         

miércoles, 22 de noviembre de 2017

CATALUÑA, 21D: LA HORA DE LA VERDAD (El Diario Norte, 22 - 11 - 2017)



CATALUÑA, 21D: LA HORA DE LA VERDAD


Las Elecciones catalanas, que tendrán lugar el 21D ya caminan sin remisión, pero no están claras las intenciones que cada cual tiene reservadas para el día 22D, sobre todo y a tenor de los resultados definitivos, por parte de las formaciones que han defendido el independentismo a ultranza, -las que han entronizado el término “procés”, han llenado las calles de “aleccionados por los agitadores” y han dejado todo “manga por hombro”, en el más puro desorden-, porque acuden a ellas con cabezas de lista encarcelados y huidos de la Justicia.


Si las previsiones no fallan, al menos media docena de los elegidos se enterarán de su elección en las celdas, por medio de algún transistor, pues no en vano los resultados definitivos se conocerán cuando estén recluidos en sus receptáculos, aunque es de rigor que esa noche se sientan beneficiados por el escueto privilegio de presenciar los resultados directamente en el televisor. No es demasiado ostentoso el privilegio. Aunque, a decir verdad, quizás no les preocupe demasiado porque ya han quedado muy claros sus deseos y sus intenciones. Se propusieron alertar a Europa y al Mundo de que “España robaba y atosigaba a los catalanes, porque se trata de un Estado opresor y poco democrático”. Ciertamente, han conseguido “alertar” mediante todo tipo de estrategias arteras y triquiñuelas diversas, pero sus voces han quedado silenciadas por el reconocimiento de las Instituciones y Gobiernos europeos que han admitido que España, con sus errores y problemas, es un Estado democrático que garantiza la vida y la dignidad de sus ciudadanos, y respeta sus derechos… ¡Cuidado, para quien lea con ojos aviesos, porque he dicho que con sus errores y problemas…!


La deriva de las formaciones independentistas es más que dudosa. Ahora se trata de desmenuzar sus programas electorales, porque sus pronunciamientos han sido tan cobardes como dubitativos. Si han aprendido de los errores del pasado no volverán a proponer una DUI a la brava, ni plantearán derogaciones de Leyes básicas protegidas por la Constitución, ni convocarán igualmente a la brava referendos no pactados. A poco que se dejen asesorar por el “sabio” Artur Mas, no lo harán. Si no lo hicieron antes del 1 de Octubre, ni fueron asesorados por él desde la buena voluntad, fue porque Artur Mas, muy herido en su amor propio, necesitaba derrotar a su “amigo” Puigdemont, al que tuvo que avalar como su sustituto a “golpe de CUP”, pero al que en ningún momento ha soportado desde que ocupó su lugar como President.


Las listas electorales para el 21D constituyen un auténtico mosaico. La ubicación de cada cual sugiere serias dudas, porque los últimos fichajes de las formaciones independentistas vienen precedidos por sus hechos y sus palabras durante el procés. Leed, e interpretad, las palabras de Marta Rovira, que es la mujer ungida por Oriol Junqueras para ocupar el lugar más alto de la Generalitat, por la peregrina razón de que “ya es tiempo de que una mujer sea President”. Esta mujer, Marta Rovira, a preguntas de una periodista francesa (“¿Cómo piensa usted financiar la separación de España?”), respondió: “Pues buena pregunta…Tendremos muchas posibilidades de hacerlo porque estamos estudiando una nueva vía de ingresos en los presupuestos en la Generalitat de Cataluña… Contaremos también con alguna Agencia Tributaria propia y por lo tanto empezaremos a hacer la recaudación y liquidación de nuestros impuestos y a dedicar en lo más riguroso que sea posible a invertir los actuales recursos… ah… tanto humanos como también institucionales de las administraciones de la mejor manera posible para que el presupuesto dedicado a esta transición nacional sea justo, sea estricto y, en fin, sea lo que toque para financiarla…”


Da la impresión de que esta mujer será un auténtico peligro si llega a ocupar el puesto de President, al que aspira, porque a la insustancialidad d lo expresado como respuesta a la entrevistadora francesa hay que añadir su absurda osadía cuando anunció que durante las manifestaciones del procés, sabía de muy buena tinta que las Fuerzas de Seguridad (eso sí, las españolas desplegadas en Cataluña) iban a usar “armas de fuego contra la población… que habría sangre… porque las calles de Barcelona se convertirían en un escenario de violencia extrema con muertos en la calle”. Nada de esto ocurrió, para desánimo de Marta Rovira, pero además nada menos que la que va a ocupar el lugar cuarto de su lista, la Señora Forcadell, hasta hace bien poco Presidenta del Parlament, declaró que el procés había sido pura filfa. He aquí sus declaraciones en la Sala de Justicia a la que fue citada, que es el lugar en que se mide la valentía y la entereza de las personas, aunque enumeradas de forma resumida: renegó de la DUI formulada en el Parlament,… aceptó la formulación de cargo en base a la legalidad constitucional vigente en España… afirmó que no pretenderá en lo sucesivo incurrir en acciones que exalten, promocionen, estimulen o enaltezcan los deseos de independencia de una minoría supeditando la opinión de la gran mayoría… dijo ser consciente de la nacionalidad española de todos los ciudadanos dentro de su pluralidad cultural… afirmó sentirse completamente arrepentida de lo sucedido… y admitió que su intención solo era llamar la atención sobre la situación de Cataluña para lograr un mejor ajuste dentro del Estado español…”. ¡Imaginaos, queridos lectores, un diálogo entre Marta Rovira y la Sra. Forcadell a la vista de estas declaraciones y posiciones previas!


El 21 de Diciembre, a la espera del Niño Dios, todo será diferente… Y todo será mucho más auténtico: ¡Mejor!


Fdo. JOSU MONTALBAN

     

miércoles, 8 de noviembre de 2017

"PROPORCIONALIDAD" (El Diario Norte, 09 - 11 - 2017)




“PROPORCIONALIDAD”

La palabra “proporcionalidad” se ha puesto de moda. “Encarcelar consellers es desproporcionado”, ha dicho una socialista catalana, por cierto, integrante del nivel medio del escalafón. Otro político, nacionalista vasco, no le ha ido a la zafa: “El ingreso el prisión es desproporcionado y contraproducente”. Más allá ha llegado Alberto Garzón, no sé bien si vestido de IU o de Podemos, que ha escrito: “Lamentable la decisión de la Audiencia Nacional… delito inexistente, falta de competencias y medidas desproporcionadas”. Y así sucesivamente… El periodista Évole mostró su incapacidad interior para comprender con estas palabras: “Las cosas se pueden solucionar de otra manera”. Tales aportaciones dialécticas de quienes se muestran como avezados pensadores llevan a los ciudadanos de a pie a la indefensión, a la incomprensión, a la perplejidad y al hastío. La falta de respuesta nunca invalida la profundidad y consistencia de una pregunta. La desesperación que nos embarga a casi todos en relación al procés catalán no debe ser acrecentada por estas afirmaciones en contra de las decisiones judiciales, que intentan descalificar cualquier tipo de solución pero no ofrecen ni una sola solución apropiada para la ocasión.

A la Juez lamela, que es al parecer la artífice de la encarcelación de los consellers, todos los perfiles encontrados en las Redes la califican como “progresista”, a pesar de que al vulgo le hayan alimentado la imaginación con otras imágenes mucho menos benignas desde que encarceló a unos jóvenes levantiscos que apalearon a unos Guardias Civiles en Alsasúa a altas horas de la madrugada. En todo caso, no profundizaré más en este aspecto porque la Juez Lamela ha aplicado todo su caudal de conocimientos jurídicos, a los que yo no alcanzo ni soy capaz de rebatir. Pero, dicho esto, también afirmo que quienes han tachado de “desproporcionada” la encarcelación tienen los mismos o parecidos déficits de conocimientos jurídicos que yo. Han opinado sin argumentar el alcance de sus opiniones. Han buscado con meticulosidad la palabra (“desproporcionado”) porque dicha sin otro aditamento no significa realmente nada ni compromete a nada en concreto. Establecer proporciones exige tener en cuenta diferentes principios básicos y aplicables. Quienes llaman “desproporcionadas” a las encarcelaciones deberían haber especificado con respecto a qué. A qué otro delito o a qué otra acción u oportunidad. Pero no han ido más allá del relativo significado de la palabra “desproporción”.

¿Alguien hubiera entendido que Tejero no hubiera sido encarcelado en el 82? Sí, no poned el grito en el cielo, ya se que se tomó el Congreso con las armas en la mano, y que quizás hubiera habido más que palabras si no se hubiera abortado a tiempo, pero la DUI, camuflada de artilugios, que sometió Puigdemont a la consideración de la Cámara catalana, subvirtió el orden autonómico y constitucional. De modo que, la obstinación del Govern ha cosechado un rechazo, en forma de encarcelación “preventiva” que parece lo más lógico según el recto entender de la Justicia, y la respuesta más adecuada al atrevimiento y la intransigencia del entramado independentista catalán.

No me cabe ninguna duda de que este asunto no ha sido tratado con suficiente previsión y pericia por el Gobierno español, ni de que Mariano Rajoy se ha dormido en sus laureles, convirtiendo en judicial lo político, pero todos hemos sido informados de la importante cantidad de fórmulas ensayadas, -ofrecimientos de mediación, mediaciones en firme, etc…-, para parar el procés y reconducir las relaciones entre Cataluña y España. Llegados a la actual situación solo cabe la discreción de todos para que cada palo aguante su vela, para que cada vela alumbre con suficiencia de modo que ni deslumbren ni creen sombras.

También quienes tenemos la fortuna de hablar o escribir en los medios de comunicación debemos obrar con mesura y lucidez. Como mínimo con valentía. Del mismo modo han de hacerlo los líderes políticos y de la información, evitando dejar huecos vacíos en los que suelen caber todos los aciertos, pero también todo tipo de disparates.

El término “desproporcionado” no significa nada si a la vez no se propone qué es lo “proporcionado” en cada ocasión. La situación del problema suscitado en Cataluña ha llegado tan lejos que ya sirven de muy poco las ambigüedades. Usando una cita del último libro de Belén Gopegi, tenemos “demasiados datos y demasiado poca información”. Si es así, no estaría mal que ordenásemos los datos para que se convirtieran en información fidedigna y real, que siempre ayuda más que los datos a la hora de formar y construir un juicio consistente.

FDO.  JOSU MONTALBAN