lunes, 3 de julio de 2017

LA BUENA SOLUCIÓN (DEIA, 03 - 07 - 2017)




LA BUENA SOLUCIÓN

Un buen  amigo, uno de esos amigos casuales que surgen de una conversación de barra de bar sobre fútbol, o sobre los encantos de tal paraje o de tal actor o actriz que ocupa la pantalla del televisor salpicada de heces de mosca, ese buen amigo ha resuelto alguna de mis incertidumbres y, en buena medida, me ha tranquilizado.

Aún reciente el último Congreso del PSOE en el que Pedro Sánchez ha hecho una barrida más que intensa, yo le he mostrado mis dudas respecto a los primeros pronunciamientos del Secretario General sobre el cambio de criterio impuesto a todos los socialistas respecto al Tratado de Libre Comercio con Canadá, el famoso CETA, y la “podemización” del PSOE. Y me ha tranquilizado porque lo de Canadá no culminará en nada trascendental y porque, según él, lo de la “podemización” puede ser leído e interpretado de una manera muy favorable para el PSOE.

Lo primero que me advirtió, lo cual comparto, es que son muy pocas las personas que saben realmente de qué trata eso del libre comercio con Canadá. “Es más, me dijo, si lo de Canadá tuviera algún viso de dar al traste con el Tratado, no se hubiera atrevido a tomar la decisión de abstenerse”. Yo insistí porque, al parecer, en el último y reciente Congreso del PSOE se aprobó una advertencia contra el “libre comercio”, a lo que me respondió que lo aprobado no tenía que ver con lo de Canadá específicamente. Convinimos él y yo en que el “libre comercio”, expresado en un Tratado entre dos partes, es más lógico y asumible con Canadá que con cualquier otro país del Mundo, y que el beneplácito o alabanza que Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse), el de Podemos no debe llevar a los socialistas más que a alertarnos sobre la segunda duda que me ocupa: la “podemización” del PSOE.

Yo acababa de leer algunas noticias y opiniones al respecto. Pablo Iglesias ha advertido que “por coherencia” los socialistas deberían votar “no” al CETA con Canadá, y aprovechó la oportunidad para enmarañar: “lo importante en política no es el tamaño de la letra a la hora de poner la palabra izquierda, sino la coherencia y plantear que, frente a tratados de libre comercio, están antes la soberanía, los tribunales españoles, los trabajadores y la democracia”. Y, en su alarde por expulsar del terreno de juego de la izquierda al PSOE se atrevió a subrayar que “la gente no va a entender las medias tintas, esperamos que no den solamente el medio paso (abstención) sino que den el paso completo sin complejos”. Traducido a lenguaje ordinario, Pablo Iglesias pretende que el PSOE, con más de 130 años de trayectoria y un importante ramillete de vicisitudes a favor o en contra de sus reflexiones, se avenga a hora de forma incondicional a asumir sus tesis y ponerse a remolque de sus controvertidos y oportunistas decisiones, que derivan de apenas cinco años atrás.

No voy a ser yo ahora el que desautorice unas teorías políticas por recientes, pero sí por inconsecuentes. La principal inconsecuencia de Podemos se extrae de un simple y sencillo ejercicio que tiene que ver mucho más con el comportamiento de su líder Pablo Iglesias, que con leer e interpretar el ideario o programa de Podemos. Veamos cómo aprovechó las movilizaciones del 15M, que él no impulsó, para crear la Plataforma Podemos. De aquella amalgama de descontentos e irritados sacó una conclusión contundente: si la “vieja” política había sido representada por PSOE (izquierda) y PP (derecha), la “nueva” política debería desprenderse de tal dualidad, y creó junto a otros “impostores” de la Política la teoría de que ni la izquierda ni la derecha eran posiciones ni ideologías válidas, y que por tanto los partidos existentes en aquel momento (2011) no representaban debidamente a los ciudadanos. Fue, sin duda, una interpretación maximalista de lo que ocurría entonces, basada en un populismo que perseguía juntar votos de aquí y de allá, que sirvieran para dar poderes parciales a pseudolíderes que, aglutinando pocos, llegaran a reunir los apoyos suficientes para alcanzar el poder absoluto que diera a Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse) la Presidencia del Gobierno español.

Las sucesivas sorpresas electorales, que han entregado a Podemos muchos votos con los que nunca soñó Pablo Iglesias, le apresuraron. Primero elaboró un mosaico con candidatos a las grandes alcaldías que iba fichando por aquí y por allá. (Vale como ejemplo, el equipo que rodea a Manuela Carmena en Madrid, a la que han metido en varios atolladeros, por la baja calidad humana y política de sus comportamientos en el desempeño de sus funciones públicas). Después culminó el mosaico fichando a los candidatos para las Elecciones Generales en las diferentes demarcaciones: aquí un Guardia Civil rebelde, allá un sindicalista del campo andaluz no falto de viviendas y propiedades, en otro lado un burguesito hijo de miembro de Consejo de Administración de un Banco con ansia de representarse a sí mismo, allá un muchacho que se hubiera hecho famoso reivindicando alguna excentricidad, etc… Eso sí, en todos los procesos electorales se ha reservado el pedestal máximo para Don Pablo Iglesias. Para preservar ese lugar, primero se retiró de escena institucional a Monedero, después a Bescansa y por fin se ha ubicado en la tercera fila, como poco, a quien le ha querido puntualizar, que no contradecir, Iñigo Errejón. Esta ha sido la evolución en Podemos, con el factor añadido y miserable de convertir a un partido (PCE) y a una ideología (comunismo) históricos en una mera palabra (“Unidos”) que apenas significa nada, porque “Unidos Podemos” sólo es Podemos, hasta tal punto que son muy escasas la ocasiones en que Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse) usa la palabra “unidos” cuando nombra su formación.

Y ahora, para terminar, vuelvo a la conversación que tuve con mi amigo, porque me alumbró y, en buena medida, , suavizó la aspereza de mis incertidumbres. Me dijo que si el PSOE es capaz, en este nuevo tiempo, de no contagiarse del populismo de Podemos, si es capaz de rehacer su ideología y su estrategia, algo maltrechas tras el último año de vacilaciones, cabe la posibilidad de que Podemos sea un auténtico colchón de seguridad para el PSOE, una reserva de votos que volverán a las filas socialistas conforme la “gente” vaya entendiendo que el populismo no genera efectos favorables y duraderos, que la prisa nunca es buena consejera, ni siquiera cuando hay urgencias, y que “asaltar” los cielos” para hacerse con el poder absoluto es tan nefasto como “asaltar el poder” con la disculpa de convertir la Tierra habitada en un Cielo, siempre deshabitado.

Agradezco a mi Amigo su apoyo, sobre todo el hálito que ofreció a mi abatimiento cuando me dijo que fuera del PSOE, pero de un PSOE racional y firme, no hay solución posible.

Fdo.  JOSU  MONTALBAN