miércoles, 27 de junio de 2012


LA SONRISA DE HB

Ya está otra vez en la pista HB. Se llame como se llame; haya pasado por vicisitudes de todo tipo; haya sorteado con más o menos habilidad todos los escollos que ella misma creaba para poder sustentar su discurso victimista; esta es la vieja HB. Basta con observar la fotografía de la comparecencia en la Sala del Museo de la Ciencia de San Sebastián tras la legalización de SORTU. La vieja guardia al frente. Quienes prestaron el rostro cada vez que fue necesario validar con nuevos nombres la estrategia de la vieja HB, no han estado en la primera fila porque solo fueron objetos del mismo decorado, jarrones chinos que ahora estorban, súbditos supeditados a un estalinismo implacable.

Estoy contento de que hayan recuperado la alegría. Ahora sonríen. Es bueno que lo hagan porque la sonrisa es una buena simiente para que no les vuelva la maldad. Los malos no suelen ser capaces de retener la sonrisa en sus rostros durante demasiado tiempo porque la envidia y el rencor que les caracteriza les agría el semblante. Ahora necesitan atraer a las gentes, porque todos los esfuerzos de impostura que han querido imponer para vulnerar la legalidad y rodearla, solo les han servido para convencerse de que la Democracia, a la que pretendieron desacreditar y destruir, se ha mostrado suficientemente sólida: para derrotar a ETA y para doblegar la irreductibilidad de sus cómplices de HB. Ya han puesto en marcha su equipo de imagen pública. Los asesores, con los que seguramente cuenta, les han urgido que tienen que sonreír, que no se trata de compartir sonrisas entre ellos sino que deben regalar sonrisas, por eso en la comparecencia sonríen, sobre todo los de la primera fila, regalando esa muestra remisa de alegría a quienes les hayan visto desde sus casas a través del televisor.

Ahora tendrán que demostrar bastantes cosas: que son humanos, hasta qué punto están dispuestos a ser éticos, en qué medida van a preservar sus comportamientos para que sean legales, de qué modo van a practicar la democracia. Porque, a pesar de sus sonrisas, nada de todo esto han demostrado aún. Ciertamente su aspecto exterior es de humanos pero su imperturbabilidad ante los cadáveres de los asesinados por ETA nos hizo testigos de su inhumanidad. Ahora que ETA no va a ejecutar a más inocentes no tendremos oportunidad de comprobar si se sienten contritos o no. He oído decir a un “pensador” de la Izquierda Abertzale (IA), que opinaba en un programa televisivo, que los etarras convertían a sus víctimas en objetos en sus conciencias, y que una vez conseguido ese objetivo ya tenían a su alcance ejecutarlos sin sufrir internamente por hacerlo. Si fuera siquiera aproximada a la realidad esta reflexión habrá que convenir que han perdido su condición humana los terroristas, y que la tienen (o ha tenido) prácticamente perdida sus cómplices. Por eso, a nadie debe extrañar que reclamemos muestras de arrepentimiento y peticiones de perdón más ostensibles que un mero comunicado de abandono del terrorismo. O de apuesta por las vías pacíficas por parte de la IA.

¿Hasta dónde están dispuestos a ser éticos? La apuesta por las vías políticas ha estado basada en un utilitarismo egoísta. La timidez con la que la IA se ha pronunciado, -solamente acompañada por algún temeroso “ETA nos perjudica”-, ha mostrado claramente que lo que ha primado ha sido poner la utilidad de tal medida por delante de cualquier otra consideración. Es el utilitarismo el que ha llevado a querer mostrar el terrorismo como una práctica, -perversa, claro-, englobada en un concepto mucho más general: la violencia. Es verdad que la violencia no comporta ningún resultado apetecible, pero cada una de las actuaciones o comportamientos que pueden ser considerados como violentos, deben ser analizados de modo diferente. El terrorismo de ETA, que se apoyó en las hordas de exaltados que vociferaban, pintaban slogans amenazantes en las paredes y acudían a proferir exabruptos ante las casas de políticos, empresarios, policías, etc, no solo mató a inocentes sino que tuvo como objetivo impedir las prácticas políticas democráticas a quienes creíamos que era ese el camino. Ese amañado esfuerzo “intelectualoide” de los miembros de la IA por adocenar en el término “violencia” lo que eran flagrantes asesinatos siempre fue inmoral y falto de toda ética, del mismo modo que fue un procaz ataque a la convivencia la reata de extorsiones y amenazas tendentes a desactivar a la sociedad democrática.

¿Está dispuestos a asumir la legalidad en todos sus términos? La llamada Ley de Partidos, como Ley que es, nos alcanza a todos los españoles. ¿O no? Las críticas recibidas desde voces aisladas y partidos democráticos, han servido para convertirla en un centro de discordias aprovechado en el debate partidista.  También yo me sentí alterado cuando la analicé por primera vez y descubrí algunos extremos discutibles, pero es verdad que no impidió actuar a los demócratas auténticos. Quienes desde el nacionalismo más ambiguo se empeñaron en combatirla con denuedo, como si buscaran la perfección como único puerto de llegada, se sintieron igualmente complacidos en su fuero interno al constatar que la IA siempre estuvo integrada, en su gran mayoría, por gentes insensibles a la sangre vertida por los otros. De modo que para que la IA sea realmente “legal” habrá que ver hasta qué punto asumen el abanico de leyes que les conciernen. Cuando han acudido a los más afamados juristas y abogados, -algunos de ellos “convictos españoles”-, para elaborar los Estatutos de SORTU, lo han hecho para evitar que la Legislación en vigor les invalide, pero también para acatarla de la manera más tenue, cuando no de burlarla con artilugios y artimañas. ¿No sería mejor que aceptaran “ser legales como los demás”? 

Y, por fin, se trata de saber cuál va a ser su manera de practicar la Democracia, porque del modo como la practiquen en el día a día dependerá que su sentido democrático sea creíble o no lo sea. ¿Estarán continuamente reivindicando los derechos de los presos etarras con las falsas consignas a las que nos tienen acostumbrados? ¿Serán capaces de seguir repitiendo que los presos de ETA son víctimas de no se sabe bien qué? ¿Seguirán trasladando a los parlamentos debates estériles en torno a amnistías generalizadas que debilitan tan excesivamente nuestra Democracia? ¿Seguirán fustigando a la Democracia en que vivimos con descréditos gratuitos, solo para hacer valer que cuanto ellos reivindican entra dentro de lo normal? Sí, se ha dicho hasta la saciedad que “en democracia cualquier reivindicación es posible”. Es así, pero el convencimiento democrático exige en cierta medida que se considera prioritaria la preservación de dicha Democracia para que sea eficaz. Si se la somete cada día a la prueba del algodón mediante recursos arteros y puntualizaciones mezquinas, es que no se cree debidamente en ella, es decir, que se la usa más como medio que como fin u objetivo. En el caso de la IA, como medio quebradizo para llegar a un fin más que dudoso.

Ahora es tiempo de comprobaciones y de constataciones. Ya está HB de nuevo en la pista, habrá que comprobar si su estancia en los boxes ha aportado las mejoras apetecidas. De momento sólo ha actuado al rebufo de ETA, a pesar de que algunos de sus históricos miembros actuaran como teloneros de los encapuchados adelantando acontecimientos que siempre llegaron a destiempo y tarde. Se cambió el nombre y los apellidos cuantas veces fue necesario. Habilitó a algunos para que suplieran a los titulares como representantes ante la Administración, atemperando las sospechas. Y, por fin, aprovechando el tirón del cese del terrorismo, ya está compitiendo de nuevo con un coche en cuyos alerones, tras borrar todas las inscripciones y huellas antiguas, reza con ostentación la palabra clave: SORTU. De todo ello lo mejor es que a los dirigentes  las ha brotado la sonrisa. Si fueran lo suficientemente generosos para recuperar la humanidad y la ética perdidas, y fueran lo suficientemente cuerdos para practicar la legalidad y la democracia con decisión, estoy seguro de que la sonrisa será correspondida con nuestra sonrisa de bienvenida a la democracia a quienes nunca fueron demócratas.

Fdo. JOSU  MONTALBAN