lunes, 3 de junio de 2013

EL  LEGADO  DE  ZAPATERO.  EL  LEGADO  DEL  PSOE
Aznar abrió el frasco de las esencias. Los medios de comunicación se hicieron eco del modo más escandaloso: “¡Aznar puede volver!”. Y como casi ningún español de buena voluntad lo desea, han comenzado todo tipo de elucubraciones. Borja Sémper, el diputado popular guipuzkoano, se apresuró a publicar una ocurrencia: “Zapatero se consolida como el mejor ex-presidente de Gobierno”. Poco después, recriminado por algún compañero de su partido, puntualizó que Zapatero ha sido además “el peor presidente”. Este juego de hablar por medio de las Redes sociales, que no facilitan explicaciones extensas, es propio de mentes poco serias.
Hace pocos días escuché al Diputado de UPyD Toni Cantó responder a las preguntas de un comentarista televisivo que le pedía definiciones escuetas sobre diferentes personas del ámbito político, que Zapatero es “el peor Presidente español del periodo democrático”. Es curioso que, en el mismo espacio, calificara a su jefa Rosa Díez con una sola palabra: “magenta” que es el color de la sangre derramada en la batalla de Magenta, acontecida en Italia en el mes de Junio del año 1859. Esta ocurrencia sirvió para mostrar el afán de Toni por complacer a su jefa, que compitió con Zapatero en las Elecciones y en el Congreso en que Zapatero fue nombrado Secretario General del PSOE.
Me sorprende la inquina con que algunos opinan sobre Zapatero, pero me sorprende más la desidia de los líderes socialistas que no salen en su defensa. La razón de este artículo es precisamente defenderle de tales ataques gratuitos y ensalzar su gestión al frente de la Presidencia del Gobierno. Lo hago yo que no le voté para que fuera Secretario General del PSOE, pero que le vi actuar como Presidente en su 2ª legislatura. Y parto de una afirmación contundente: Zapatero ha sido un Presidente comprometido con la Democracia y con la paz;  partidario de una convivencia basada en la solidaridad; sabedor de que su periplo apenas iba a suponer un eslabón en la cadena de la Historia de España, pero un eslabón concatenante del pasado y del futuro, y a ambos supeditado; conocedor de que el socialismo al que servía le obligaba a luchar por la igualdad y le impedía doblegarse tan fácilmente ante las desigualdades, en defensa de los más desfavorecidos.
No se comprende que el legado del Presidente Zapatero esté pasando desapercibido, porque es tan consustancial para el PSOE como el correspondiente a las cuatro Legislaturas del presidente González. El Gobierno de Rajoy ha combatido, y destruido, todas las iniciativas impulsadas por Zapatero. Las legislaturas de Zapatero han sido fértiles en el logro de derechos para quienes los tenían más cuestionados. Algunos pensaban que tras apuntalar las bases del Estado de Bienestar, no quedaban otros derechos que lograr, pero España aún vive una democracia inexperta, que Zapatero diagnosticó convenientemente, llamando a los españoles a ser “decentes”. La palabra “decencia”, que repitió de modo incansable, marcó sus comportamientos y los de su familia. La honestidad y la modestia le hicieron cercano, y la discreción que de él se alaba ahora, que no es Presidente, fue también una virtud que ostentó cuando era Presidente.
Dijo que sacaría las tropas de la guerra oprobiosa de Irak, y obró en consecuencia. (El futuro le dio la razón). Le preocupó el choque entre diferentes civilizaciones que se trataban como enemigas, para buscar la concordia entre ellas y aminorar el riesgo de conflictos armados peligrosos: convocó a una Alianza de las Civilizaciones que Rajoy ha preferido olvidar. Convirtió el amor en el único ingrediente para consagrar los matrimonios regulando las uniones entre personas del mismo sexo. Dio razones a las mujeres que querían ser dueñas de su cuerpo cuando estaban embarazadas, regulando la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Quiso hacer de las escuelas centros de formación en lugar de centros de adoctrinamiento, sustituyendo la asignatura de Religión por la Educación para la Ciudadanía: la Ley Wert ha vuelto a reclinar a todos los españoles ante la Conferencia Episcopal convirtiendo la laicidad en un mal deseo. Se empeñó en desarrollar el cuarto pilar del Estado de Bienestar, haciendo de las políticas sociales disciplinas principales para el Gobierno, en lugar de que fueran prácticas residuales, o encomiendas adjudicadas a las ONGs: su Ley de Dependencia, en manos del PP, se ha quedado en una reliquia de valor testimonial.
¿Alguien cree que estas propuestas, aprobadas por Zapatero y despreciadas por Rajoy, no son un buen bagaje para llenar un legado apreciable? Zapatero ha sido el primer Presidente español que se sentó en lugar preferente, en los grupos más poderosos del Mundo, esos que se han denominando G-… Durante su mandato ETA anunció una tregua, traicionada, que acabó algunos años después en un cese definitivo de la violencia. Fue la constancia de Zapatero la que empujó el sol de la paz y el final del terrorismo hasta nuestras vidas. Relacionada con este empeño, su pretensión de recorrer la Memoria Histórica y convertir en una Ley del mismo nombre la restitución del franquismo al lugar que debe ocupar, el del desprecio más absoluto. La Ley de la Memoria Histórica no tiene que ver con el revanchismo, sino con devolver la dignidad a los españoles enterrados en las cunetas, devolviéndoles a los cementerios, y borrar cualquier huella que recuerde aquel borrón de nuestra historia.
Defender el legado de Zapatero es tan legítimo como hablar de suarismo, de felipismo o de aznarismo. Todo personalismo acaba resultando inútil porque se lo lleva el tiempo, pero resulta una falta de respeto, además de una injusticia, lo dicho por Cantó y por Sémper. Son fruto de su intransigencia. Algo está denotando el hecho de que el Gobierno del PP haya relegado todas las iniciativas emprendidas por Zapatero. El PSOE debe hacer suyo el importante legado que constituyen las dos Legislaturas en que Zapatero  fue Presidente del Gobierno. Porque es un gran legado para cualquier socialista y para cualquier ciudadano decente. La decencia fue su principal virtud, es decir, la honestidad y la sencillez  que le acompañaron mientras gobernó, -con sus aciertos y sus errores-, y también ahora que ya es ex-presidente.
Fdo. JOSU  MONTALBAN