miércoles, 24 de febrero de 2016


UNA BUENA NOTICIA. UN ACUERDO BUENO

Es una buena noticia que PSOE y Ciudadanos hayan alcanzado un acuerdo para la investidura de Pedro Sánchez. Lo es principalmente para él y para los socialistas, pero lo es también para todos porque, como se ha venido repitiendo hasta saciedad, la repetición de las Elecciones sería un fracaso de todos y, aunque el acuerdo es solo para la investidura, -y ni siquiera la garantiza porque depende de la actitud e otros-, al menos pone sobre la mesa la posibilidad de que no lleguen a repetirse y la certeza de que, a pesar de todos los pesares, los acuerdos son posibles.
Hay apartados den acuerdo que merecen ser señalados como importantes conquistas. Que los derechos a la Sanidad y a la Educación figuren debidamente detallados en la Constitución merece elogio, lo mismo que lo merece que se plantee un complemento salarial para las rentas más bajas, la rebaja del IVA cultural y el aumento del Impuesto de Sucesiones… De cualquier modo el acuerdo es bueno para esta España en que se está instalando la intransigencia a base de líneas rojas que no se atreven a explicar con la debida solvencia ni siquiera los mismos que las han pintado. Convengo, igualmente, que el acuerdo podría haber sido otro, incluso que puede llegar a ser otro si quienes aún siguen “reunidos” (PSOE, Podemos, Compromís e IU) avanzan, pero los líderes más intransigentes y fundamentales para que el acuerdo se consolide, es decir PP y Podemos, se muestran contumaces amenazando con votar “no”, lo que llevaría inexorablemente a unas nuevas Elecciones.
Hay que seguir, por tanto, alrededor de la mesa buscando lo común a todos para profundizar en ello, y dejando para más adelante aquello que nos diferencia, con objeto de que no nos alejen, porque diferenciarse y poner distancias (marcar líneas rojas) son cosas muy distintas. Desde el 20D Podemos, por ejemplo, ha marcado las distancias con los demás empleando tanto ahínco que tales distancias no se han medido en metros lineales sino en metros verticales, dado que su estrategia ha consistido en construir muros con alambradas entre unos y otros. El problema principal lo han constituido los vetos, lo mismo que en la época medieval había relaciones imposibles en base a purezas de sangre.
Cada cual es responsable de sus propias actitudes. El PP lo es de haberse convertido en indolente ante la corrupción que le ha invadido. Podemos lo es de haber construido auténticos valladares constantemente para poner bretes al PSOE y a Pedro Sánchez. Laas demás fuerzas han obrado con responsabilidad ofreciendo colaboración y comprensión ante el fundamental momento que nos toca vivir y protagonizar. Si llegan a repetirse las Elecciones solo habrá dos posibles culpables, el PP o Podemos. Y sus negativas al acuerdo que facilite la investidura han de ser muy bien explicadas para que resulten válidas o, siquiera, admisibles. La del PP será sin duda una pataleta ante su propia desgracia, pero la de Podemos será una pataleta que responde a su propia ofuscación o a la avidez de poder y la voracidad de su líder Pablo Iglesias que pretende conquistar el Cielo y entronizarse en los altares de la Tierra antes de presentar una carta de merecimientos suficientes ante el tribunal competente.
Otro acuerdo era, y es, posible. Muchos acuerdos eran, y son, posibles. Pero para alcanzar acuerdos es imprescindible que las voluntades sean buenas. Si lo necesario, en este momento, es un acuerdo que regenere la Política y ordene las “viejas” Instituciones, que luche contra la corrupción y profundice la democracia, que disminuya la brecha social abierta tras cuatro años de supremacía del PP, el acuerdo da los primeros pasos. No es un pacto de izquierdas, pero no es tal porque Podemos nunca ha estado dispuesto a ello. Sin embargo es un acuerdo “progresista, reformista y regeneracionista”, que es de lo que se ha venido hablando. “La avaricia rompe el saco” es un refrán popular que debe ser aplicado a Pablo Iglesias y a Podemos. Son ellos los que no han querido y han impedido un acuerdo de otro tipo. Y son ellos los que van a poner el grito en el cielo si, antes, no son capaces de desembarazarse de su soberbia y avenirse a trabajar en beneficio del futuro. De un futuro para todos y no para ellos solos.
Pedro Sánchez puede sentirse satisfecho de lo conseguido teniendo en cuenta las adversidades. De momento no está mal la cosa, aunque unas nuevas Elecciones se atisban a la vuelta del camino. Pero él, de momento, ha cumplido con su deber. ¡Qué sea lo que Dios quiera! (Perdón: cuando hablo de Dios no me estoy refiriendo a Pablo Iglesias Turrión).


Fdo.  JOSU  MONTALBAN