sábado, 7 de mayo de 2016

SUPONGAMOS QUE DIMITE MANUELA CARMENA (LaInformacion.com, 07 - 05 - 2016)


SUPONGAMOS QUE DIMITE MANUELA CARMENA…

No puedo afirmar que conozco con suficiente detalle a Manuela Carmena, la alcaldesa de Madrid, como para sacar ninguna conclusión infalible sobre ella, pero he hablado con ella en dos ocasiones, hace ya tiempo, justamente cuando yo era Diputado de Bienestar Social de Bizkaia y ella era Jueza famosa en España. Hubo una tercera ocasión, pero en aquella ella ejercía el papel de esposa del Urbanista Eduardo Leira, que tuvo un papel determinante en los documentos y estudios relativos al Plan Urbanístico del Bilbao Metropolitano que él dirigió junto a un equipo de profesionales muy distinguidos. En las tres ocasiones  me sorprendió su clarividencia y su rectitud de juicio, lo cual me lleva a pensar que no se sentirá demasiado a gusto con algunos de los últimos pasajes que ha venido viviendo en los últimos tiempos.
 Desde luego que Madrid tiene mucha suerte por tenerla como alcaldesa. Se trata de algo muy evidente. Se trata de una mujer con una historia arriesgada y una trayectoria noble, llamada a representar en el Ayuntamiento de la capital de España la imagen y contenido de un “cambio político” no solo necesario sino imprescindible. Su procedencia del PCE, su pertenencia al despacho laboralista de Atocha que sufrió un atentado mortal doloroso, el ejercicio de su trabajo como Jueza en diferentes órganos e instituciones siempre relacionadas con la preservación de la dignidad humana, sus aportaciones teóricas a la Fundación Alternativas que es próxima ideológicamente al PSOE, donde comparte tribuna con otras inteligencias ilustres de la Transición, y por fin su aportación al Gobierno Vasco como asesora del Lehendakari Patxi López sobre atención a las víctimas de abusos policiales, todos estos detalles la hacen merecedora de muchos elogios… Y de algo más…
Estoy convencido de que ser Alcalde o Alcaldesa de Madrid es algo muy halagüeño, aunque se acuda a la elección en una lista escasamente cribada, y poco cuidada, que a las primeras de cambio te puede deparar algún problema, por eso la figura de Manuela Carmena resulta tan determinante para Podemos que la formación prefiere ya no nombrar la sucursal madrileña llamada “Ahora Madrid”, porque de lo que se trata es de cosechar votos por encima de todo para culminar el “sorpasso” o adelantamiento al PSOE a nivel nacional. Pero ella ha decidido mantener su dignidad y ha anunciado que no va a participar en la Campaña para las Elecciones del 26-J. Esto quiere decir que permanecerá en silencio y que, aunque no pida el voto para ningún otro, tampoco lo pedirá para Podemos, al menos no lo pedirá con convencimiento real. A mí no me gustaría estar en su piel porque me consta que el cambio que preconiza no es el “cambio” populista y personalista que pretende Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse). Estoy convencido que de los dos “Pabloiglesias” a los que me he referido, Manuela prefiere a Posse.
Y bien, estaría bien que Pablo Iglesias explicara de dónde le ha venido su excesiva apetencia a incluir jueces (u otros cargos relacionados con la Judicatura) en las listas de Podemos. Esta inquietud mía se ve acrecentada por el hecho de que la mayoría de las personas invitadas a ello han terminado declinando las invitaciones. ¿Por qué? ¿Qué riesgos comportaría asumir tales encomiendas? La lista de los que han rechazado los ofrecimientos no es pequeña, además el estamento judicial ha soportado en los últimos años un protagonismo especial porque la corrupción ha infestado los Juzgados y las páginas de los periódicos, las charlas de los cafés y las tertulias televisivas. Sin embargo, algo ha alejado a personas con amplios y notables historiales como servidores de la Justicia, y les ha llevado a rechazar las ofertas que les han presentado estos “líderes” que pretenden resumir sus propuestas en un grito tan ambiguo como “sí se puede” mientras golpean el aire con sus puños apretados.
El último rechazo ha sido el de la Jueza vasca Garbiñe Biurrun, pero antes ya lo había hecho Carlos Jiménez Villarejo, Javier Pérez Royo, Manuel Gómez Benítez y algunos más. Ese afán de presentar en público a los fichajes “estrella”, a pesar de que dejen como dirigentes internos de la formación a los “líderes” elegidos por “vía Internet”, mediante una escueta y reducida participación, ha venido a convertir la Política en un juego de impactos mediáticos mucho más que en una disquisición ideológica dirigida a resolver los problemas de los ciudadanos y conformar una sociedad más equilibrada e igualitaria. También han rechazado sus “fichajes” personas pertenecientes a otros ámbitos, pero el hecho de que el rechazo haya sido tan generalizado en quienes conocen hasta dónde llega el “imperio de la ley”, me obliga a pensar en que tal “imperio” (¡qué fea palabra para hablar de la ley que nos afecta a todos!) es para Podemos papel mojado.
Vuelvo a Manuela Carmena, pues bien puede y debe ser considerada “Alcaldesa de España” actualmente. Sus críticas, -muy medidas por cierto-, al comportamiento de Pablo Iglesias durante las negociaciones para encontrar un Gobierno de “cambio” para España no deberían caer en saco roto: vale más un minuto de la experiencia acumulada por Manuela Carmena que todos los años, vivencias y propagandas que dice atesorar Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse).
Y ya termino con una pregunta cuya respuesta se me hace tan incontestable como incómoda: “¿…Y si dimitiera Manuela Carmena?”.


FDO.  JOSU MONTALBAN