miércoles, 13 de julio de 2016

EL CHOQUE GENERACIONAL EN LA POLITICA ACTUAL (LaInformacion.com, 14 - 07 - 2016)


EL CHOQUE GENERACIONAL EN LA POLÍTICA ACTUAL

Debe ser consecuencia del “choque generacional”, que es una forma de ver el conflicto que se produce entre personas de edad muy diferente, que tienen modos diferentes de abordar los problemas y resolver las situaciones complicadas. Lo cierto es que desde el 20D viene produciéndose en España un choque que algunos tildan de generacional, pero que tiene características muy diferentes de las derivadas de una reacción rebelde de los jóvenes contra los viejos. El término “casta” con el que se ha pretendido desacreditar a los más viejos no ha servido para distinguir a unos de otros, porque los jóvenes actuales no son más audaces que los viejos, mientras que estos son más útiles por ser más experimentados, para la vida y para la Política.

Da la impresión de que el relevo generacional que parece haberse adueñado del mapa políticos español está sirviendo para muy poco. Los líderes de tres de las cuatro formaciones más votadas en España pueden ser considerados jóvenes (emergentes), pero los españoles han preferido depositar su confianza en mayor medida en el “viejo” –Rajoy- ante la impotencia e inutilidad de los tres “jóvenes”, que fueron incapaces de acordar una alternativa, principalmente por la intransigencia del soberbio Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse). Desde el 26J los mismos protagonistas, en muy parecidas condiciones, porfían por el mismo objetivo pero muestran además las mismas inclinaciones. Ni la difícil situación provocada por los resultados electorales ajustados, ni la opinión pública que se incline por algún acuerdo para evitar unas nuevas elecciones, que harían que el periodo sin un gobierno estable en España fuera superior a un año, han modificado realmente la actitud de los líderes. La desidia de Rajoy, que no ofrece cambios programáticos para forzar aproximaciones, la tozudez de Pedro Sánchez, y la intransigente soberbia de Iglesias, han vuelto a ser la seña de lo que nos ocurre. Sólo Rivera ha dado un saltito en dirección diferente.

Lo malo de esta situación es que esta incapacidad para llegar a acuerdos solventes se hace en nombre de unas ideologías basadas en leves reformas y escandalosas propuestas populistas que solo buscan acercar votos a los líderes y sus formaciones en los procesos electorales. Cuando los ciudadanos temen caer en el pozo de la pobreza se les muestra la abundancia como si fuera fácil de alcanzar, pero los números que se esgrimen para ofrecerles ese nuevo futuro no están calculados con el necesario rigor. Los líderes ponen más interés en producir impactos que en conseguir metas fiables, porque los impactos les producen efectos inmediatos mientras que las metas resultan mucho más difíciles de conseguir. El choque generacional que afecta ahora a la Política española participa de esta disyuntiva. Los líderes de la famosa “casta” buscan una estabilidad que los nuevos desprecian, sin embargo estos nuevos viven entregados a la lucha por conquistar el poder, como buscan los charlatanes de feria que a base de verborrea y engaños sutiles compren sus productos los caminantes despistados.

En el actual debate, en busca de un Gobierno posible, ahora que no cabe ningún juego de números que permita constituir un Gobierno de derechas o de izquierdas puro, los jóvenes están siendo muy poco valientes y, sobre todo, nada imaginativos. Su miedo les lleva a recalcar sus carencias como si se tratara de un mecanismo de defensa sicológico. Dicen ellos que acordar con el diferente puede llevar aparejada una traición a sus electores. No digo que no pueda ser así en algunos casos, pero en el momento que nos ocupa la necesidad del acuerdo es virtud, y los ciudadanos de todas las ideologías piden a gritos un acuerdo razonable que evite unas nuevas elecciones, las terceras, que tampoco resolverán nada y, en todo caso, dejarán a las izquierdas algo más diezmadas que lo que ya están.
Bueno será que los “jóvenes” Sánchez e Iglesias hagan caso a los políticos “viejos” y experimentados. Alfonso Guerra ha adelantado una reflexión, que es de Perogrullo pero resulta muy procedente, dirigida a todos los líderes principalmente al líder socialista Pedro Sánchez: “Es contradictorio votar no y decir que no se quieren otras elecciones”. La consecuencia de los “noes” generalizados serán las nuevas elecciones, porque no hay ninguna mezcla de números que alcance los 176 escaños.

Y Manuela Carmena, la alcaldesa de Madrid, también ha sido contundente al valorar el comportamiento de la izquierda tras el 20D: “La izquierda dio una imagen de poca flexibilidad, de poca capacidad de negociación… Y la negociación es un símbolo de inteligencia”. Bien se ve que se dirigía principalmente a Pablo Iglesias y a Podemos, con los que se muestra muy contundente en la misma entrevista: “Por supuesto, no soy de Podemos… No tengo ninguna vinculación con Pablo Iglesias… Ni contactos”.
¿Alfonso Guerra y Manuela Carmena son de la casta?


Fdo.  JOSU  MONTALBAN