miércoles, 20 de abril de 2016

ESTIMADO CIUDADANO OTEGI (El Correo, 20 - 04 - 2016)


ESTIMADO CIUDADANO OTEGI

Aunque no tengo el honor de conocerte (permíteme el tuteo) personalmente, sí tengo el de conocer tus andanzas y tu trayectoria política. Precisamente ahora cobran una importancia muy grande, pues no en vano vas a ser el candidato a Lehendakari de todos los vascos. Y empiezo por adelantarte que, a tenor de tu trayectoria, no eres el adecuado, porque tu vida está llena de pasajes en los que has tratado a algunos vascos de modo muy diferente a otros, negándoles derechos e imponiéndoles obligaciones y modos de vivir que convertían sus vidas en auténticos calvarios. Para corroborar cuanto digo basta con repasar, siquiera sucintamente, mis propios avatares.
Yo soy un vasco, hijo de vascos y nieto de vascos. Mi padre sufrió la cárcel durante tres años, si bien estaba condenado en un principio a una pena de muerte que se quedó posteriormente en cadena perpetua. Franco y su régimen fueron los artífices de aquella barbaridad. En el año 1983 comparecí en una Elecciones en las filas del PSE pues, aunque hombre de izquierdas convencido, nunca me ha tirado el abertzalismo. Mi vida política activa me ha hecho pasar por varios parlamentos e instituciones desde entonces, ocupando lugares de mayor o menor relevancia, en los que he intentado siempre ser servicial y responsable. Pues bien, un día fui citado en un cuartel de la Guardia Civil donde un mando de tal, con cara circunspecta, me mostró un escrito en el que mi nombre formaba parte de un listado de amenazados. Al final del listado estaba el fatal anagrama, con el hacha y la culebra, de ETA. El mando que estaba sentado frente a mí me miró a los ojos y me dijo “¡esto es lo que hay!”. En un instante pasaron muchas imágenes por mi mente, todas ellas envueltas en una pregunta: ¿por qué? Aún anduve algún tiempo sin escolta, pero alguna carta llegada a mi casa, y a casa de un familiar muy directo, terminaron por convencerme de que al menos debía prevenirme. Así fue como conocí a tantos escoltas que han llegado a convertirse en amigos, a los que aprecio muchísimo más que a los que vitoreaban a ETA y a sus presos, entre ellos tú.
Porque escuchándote en la entrevista que te ha hecho Jordi Évole, me he quedado boquiabierto con algunas de tus afirmaciones. Según tú “la Policía y la Guardia Civil están haciendo todo lo posible para que ETA no se desarme”, a pesar de que ha quedado demostrada la voluntad de hacerlo por parte de ETA. Yo no tengo ahora mismo el dato del número de agentes  de las fuerzas del orden asesinados por ETA, pero deben ser muchos, lo que convierte tu afirmación en miserable. Más o menos tan miserable como la de que “a parte del Estado le hubiera convenido que ETA hubiera seguido matando”. Se trata de otra aberración miserable teniendo en cuenta que la acción terrorista nos e paró ante ninguno de los representantes del Estado: jueces, ministros, agentes judiciales, policías municipales, etc…
Estas dos afirmaciones han resultado cruciales a la hora de sacar conclusiones tras la entrevista. Al parecer los terroristas de ETA nunca tuvieron intención de matar (“La intención del atentado de Hipercor no era matar, si no, no avisas”). ¿De qué modo se puede interpretar esta afirmación? Si la intención no era matar, ¿qué pretendía ETA? ¿O sea que quieres decir que los 21 muertos de aquel atentado no son achacables a ETA, o que hay que tildar también de responsables a quienes no tomaron las medidas oportunas para evitar la masacre? No solo miserable, tu apreciación me parece despreciable.
La verdad es que, sabiéndote ya candidato a Lehendakari, ha habido algunas respuestas dignas de tener en cuenta, principalmente para intentar que nunca llegues a serlo. Es verdad que has apostado por el cese del terrorismo etarra, pero no has aportado nada para descalificar las actuaciones de los terroristas. No has condenado la violencia terrorista “porque cuando se estaba produciendo no lo hiciste”. De modo que lo que propones es extender un velo sobre el terror, ocultar a los asesinados bajo el sudario del olvido. Sin embargo todo son disculpas y subterfugios para que los etarras que aún quedan se sientan algo justificados: “Todavía no hemos demostrado que sean posibles de alcanzar los objetivos por vías democráticas…Me alegraría que entendieran que el fin de ETA debe concluir con los presos en la calle”. O sea que los asesinados bajo la tierra y los asesinos sobre ella, liberados de penas y castigos.
Estimado ciudadano Otegi, en contra de lo que piensas y dices, el papel de las Fuerzas del Orden ha sido fundamental para derrotar a unos terroristas mucho más cobardes que valientes. También lo ha sido la actitud de quienes, como Eguiguren o Zapatero, han arriesgado forzando incluso los límites aceptables para un Estado de Derecho como es España. Esto último es lo único que comparto contigo de toda la entrevista de Évole.
Para terminar quiero pedirte algo. Deberías renunciar a tu candidatura para ser el próximo Lehendakari de los vascos, porque aunque digas que “no te consideras un terrorista para nada”, tu biografía está llena de pasajes que te delatan como tal. Incluso despreciaste a tus viejos compañeros de ETA-pm, que dejaron las armas para entregarse a los avatares democráticos del tiempo, y te entregaste al terrorismo más despiadado de ETA-m.
Como ciudadano tienes todo mi aprecio y consideración, pero la Lehendakaritza, desde la que quieres representarnos a todos los vascos, requiere otras condiciones. Soy consciente de que tu clientela te pide impostar esa posición indómita ante el Estado, pero la Política es algo serio, y sus principales agentes, es decir los políticos, han de servir a los ciudadanos. Los vascos necesitamos una contundencia mucho mayor que la que tú has mostrado en la denuncia del terrorismo de ETA al que tú, combates sin fe, convencido de que fuiste uno de sus aguerridos servidores. ¡Un saludo!


FDO.  JOSU  MONTALBAN