lunes, 20 de febrero de 2012

LA ESTRATEGIA DEL PESIMISMO


La inoculación del pesimismo  en la conciencia colectiva es la estrategia que está siguiendo el Gobierno de Rajoy. Los tiempos que estamos viviendo no son buenos, la crisis existe, pero bien poco se diferencia de todas las crisis que hemos padecido. Es curioso, pero en los tiempos del Caudillo Franco no se hablaba nunca de crisis, peor aún, vivíamos en tal mentira que el mismo Fraga se encargó de diseñar una campaña basada en la supuesta satisfacción de todos los españoles que subrayaba con el infausto slogan “25 años de paz”. ¿Imaginan ustedes una campaña, ahora mismo, en la que celebráramos los  treinta y tantos años de democracia, es decir, de “guerra”? Porque si la dictadura fue llamada “paz” por sus adeptos con Fraga a la cabeza, la democracia será “guerra” para ellos mismos. ¡Digo yo…!

Pero ha ocurrido que quienes administran esta crisis desde los mismos centros en que se fraguó  han logrado ya poner a sus partidarios y cómplices en los gobiernos europeos. El gran poder económico y financiero de Europa ya no tiene un solo resquicio gobernado por quien pudiera enfrentarse a él y se dispone a implantar su poderío sin ninguna piedad. Es verdad que los países se han endeudado en exceso, pero es también verdad que lo han hecho respondiendo a estrategias expansionistas generalizadas que siempre parecieron lógicas e idóneas. A los europeos se les vendió una moto de la máxima cilindrada a pesar de que solo era necesario un vehículo sencillo que nos proveyera comodidad y utilidad en lugar de grandeza y boato. Las noticias que coronan las cabeceras de los periódicos se hacen eco de los desastres y muestran los rostros herméticos de quienes conocen la crisis y están dispuestos a usarla en su provecho, a última hora no van a ser ellos los que la sufran en sus carnes, ni lo serán sus familias, ni sus amigos más próximos.

Porque, ¿alguien recuerda cómo reaccionó Islandia ante la crisis? Nada se ha sabido realmente de cuanto ha ocurrido. Islandia era un país acuciado por su deuda en el año 2008 y reaccionó del mismo modo que lo han hecho otros países europeos. Tan drásticas fueron las medidas aplicadas que incluso decidió que los 3.500 millones de euros a devolver a Gran Bretaña y Holanda, sus más importantes acreedores, fueron pagados por las familias islandesas, mensualmente, durante quince años al 5,5% de interés. Salieron a la calle las familias, y no precisamente para acudir a pagar sus deudas, sino a protestar. El Gobierno modificó el interés (al 3%) y el tiempo de pago (a 37 años). No fue suficiente para tranquilizar al país ni a los islandeses. Estaba tan clara la responsabilidad de los banqueros y de los políticos que habían alimentado aquel sistema que en la nueva Constitución que fue redactada se hicieron hueco medidas punitivas para los responsables. Y por fin, tras un referendo, se optó por no pagar la deuda. ¡Qué caraduras!, dirán ustedes. Es verdad que las deudas deben ser pagadas pero ¿por qué han de ser los ciudadanos, uno a uno, los que financien los devaneos de los poderosos tras los fracasos?

Avalados por un informe del FMI los datos de Islandia que doy a continuación son esperanzadores: el PIB islandés ha crecido en el 2011, y la previsión para el 2012 es de un crecimiento del 3,1%. El desempleo está alrededor del 7%. Se ha reformado el sistema bancario y se han reducido las entidades financieras de 23 a 14 entidades. Lo curioso es que a pesar de haber optado por este tipo de actuaciones tan peculiares sigue teniendo acceso al crédito de los mercados internacionales. Según afirma el economista y pensador Guru Huky “parece claro que los mercados financieros no son rencorosos y si ven que un país a pesar de haber impagado vuelve a sentar las bases para tener un crecimiento sano en el futuro, le vuelven a prestar…Lo que sí son los mercados es temerosos, sobre todo si ven que los países siguen sin afrontar y arreglar los problemas de base”. Alguien puede advertirme que el Gobierno de Rajoy está en la fase de arreglar los problemas más básicos pero ¿a qué viene el pesimismo y la desesperanza que transmiten Rajoy y su gobierno cada vez que hablan?

En la tribuna del Congreso de los Diputados sonó la voz solemne de Rajoy para decir a todos los españoles que el año 2012 va a ser “malo”, que el PIB bajará un 1,5% y que el paro va a crecer bastante más, sin poner límite. Por su fuera poco, el portavoz del PP no solo dijo que el 2012 será muy malo sino que también será “muy largo”. Bien, esta derecha española parece capaz de alargar el tiempo para justificar sus medidas, total la herencia recibida lo justifica todo: “El Gobierno socialista ha sido el peor gobierno de la democracia…El Gobierno actual es responsable de arreglar los problemas que ha dejado el anterior; la situación en que hemos cogido el país no puede ser peor” (Alfonso Alonso, portavoz del PP). Ha sido el único toque que, bien interpretado, mueve a cierta dosis de optimismo porque, si no puede ser peor, irremediablemente será mejor todo lo que suceda. Sin embargo, ni las victorias del PP en las dos últimas Elecciones, ni las medidas drásticas tomadas desde el cambio del Gobierno, -subida de impuestos, regulación financiera, hachazo al “exceso” de libertades de los españoles, reforma laboral, promesa de solemne supeditación al Merkosy, etc…-, han detenido las caídas del PIB y el aumento del paro. Se dijo que era imprescindible un cambio de Gobierno para dar confianza a Europa y a los Mercados, pero la confianza no ha aflorado. Que Rajoy y los chicos y chicas del PP sigan cargando las culpas sobre el viejo, por excesivamente defenestrado, Gobierno de Zapatero, solo es propio de ruines y miedosos. Sí, ruines porque siguen haciendo leña del árbol caído, y miedosos porque tanto parecen temer a la herida posible que van siempre vendados.

Esta estrategia basada en el pesimismo, no obstante, persigue ser eficaz para quienes la propugnan, y lo será siempre y cuando los españoles creamos que no hay otra solución posible que la que nos proponen. En el último debate del Congreso la oposición en bloque pidió a Rajoy una reflexión en torno a su modelo de austeridad que, previsiblemente, aumentará el desempleo: en lugar de usar la Política para embridar a la Economía, poner ésta al servicio de la Política y de su fin más noble, que es resolver los problemas de TODOS los ciudadanos, y no solo  de sus partidarios. La derecha española siempre ha deseado que Zapatero viera a España intervenida, en manos (en garras más bien) de los halcones europeos tan ávidos de carroña, pero Zapatero les aguó la fiesta en aquel 10 de Mayo de 2010, cuando tomó las medidas en la dirección dictada por los atroces Mercados. La derrota electoral del PSOE era algo inevitable, e imposible de corregir, pero Zapatero optó por la responsabilidad y la decencia, frente a la indecencia del PP que usó el Congreso de los Diputados para desacreditar al Presidente en lugar de hacerlo para suavizar y arreglar los rigores de los españoles colaborando con sus políticas, sumisas a los Mercados, sí, y como ahora, “las únicas posibles”.

Las Cortes de la pasada legislatura han mostrado a las claras que la derecha española tiene aún reminiscencias de épocas pasadas y, fiel a ellas, las usa solo para llegar al poder y abusar después de su ejercicio. ¡Piensen en ello todos los españoles y españolas que les votaron por despecho a otros, y saquen consecuencias!

Fdo.  JOSU MONTALBAN